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Goleada rutinaria del Madrid

El conjunto de Ancelotti barre sin esfuerzo a un Almería falto de recursos y supera al Barcelona en la clasificación antes de medirse a los azulgrana el miércoles en la final de la Copa

Diego Torres
Bale salta a por el balón ante la oposición de Esteban.
Bale salta a por el balón ante la oposición de Esteban.claudio álvarez

La ausencia de Cristiano no alteró el ritual de las goleadas. El Madrid aplastó tranquilamente al Almería, uno de los peores equipos del campeonato en su paso por el Bernabéu, en un clima de sentimientos encontrados. El fondo sur avanzó acontecimientos y celebró el título de Liga con una serie de cánticos aparentemente oportunos, tras conocerse la derrota del Barça en Los Cármenes. El resto de la afición se mostró prudente, incluso crítica con unos jugadores a los que exige más que meter goleadas de rutina a equipos exangües.

El espectáculo estaba en Granada. La noticia del tropiezo del Barcelona alcanzó Chamartín por los transistores y llenó de alborozo a los hinchas. Cuando el Madrid saltó al campo el ambiente se había cargado de entusiasmo. Por primera vez en semanas, el Bernabéu recibió a los jugadores con verdadera ilusión. El murmullo feliz, sin embargo, se apagó pronto. En el tiempo que tardó el equipo en mover un poco la pelota. Sucede desde hace años en este campo. La multitud se anima con los fichajes, con derrotas ajenas en lugares lejanos, con declaraciones desaforadas en tertulias de medianoche, o con anuncios de un porvenir fabuloso que se manifiesta en cualquier acontecimiento superficial. El pueblo celebra todo menos el juego del Madrid, que no acaba de inspirar confianza.

Forzado por las bajas de Cristiano, Ramos, Carvajal y Alonso, Ancelotti dispuso una alineación novedosa. Situó a Nacho en el lateral derecho, a Varane y Pepe en el eje de la defensa, a Illarra en el puesto de Alonso, y, más arriba, a Isco en el carril del 10 y a Di María en el carril del ocho. En la segunda punta, Bale, y en la punta Benzema. El orden fue ese pero pudo ser cualquier otro. Contra adversarios como el Almería los cambios son irrelevantes.

REAL MADRID, 4 ALMERÍA, 0

Real Madrid: Diego López; Nacho, Varane, Pepe, Coentrão (Llorente, m. 72); Modric, Illarramendi, Di María (Casemiro, m. 64); Bale (Morata, m. 69), Benzema e Isco. No utilizados: Casillas; Lucas Vázquez, Omar Mascarell y Willian José.

Almería: Esteban; Nelson, Torsiglieri, Hans Martínez, Mané; Verza, Corona (Soriano, m. 71), Tébar; Barbosa, Zongo (Óscar Díaz, m. 68) y Rodri (Aleix Vidal, m. 56). No utilizados: Julián Cuesta; Azeez, Suso y Marcelo Silva.

Goles: 1-0. M. 28. Di María. 2-0. M. 53. Bale. 3-0. M. 56. Isco. 4-0. M. 85. Morata.

Árbitro: Martínez Munuera. Sin amonestados en ninguno de los dos equipos.

Unos 75.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.

Hay equipos que disimulan sus carencias y hay equipos transparentes. El Almería es uno de los más limitados de Primera. Lo pone de manifiesto en todas las circunstancias del juego, en todas las líneas, en el plano físico y en el metafísico. Parece un grupo de hombres desanimados por la amenaza del descenso. No contribuyó a estimularlos la decisión de su entrenador, Francisco, que reservó a Suso, su jugador de referencia, para mejor ocasión. Francisco dio el partido por perdido y sus jugadores captaron el mensaje. El Madrid los intimidó haciendo lo mínimo. Se bastó Di María en solitario.

El empuje del argentino destacó en un Madrid parsimonioso, impreciso y poco inspirado. El argentino irrumpió en plan agitador. En los primeros 10 minutos de partido ensayó tres remates desde fuera del área. El primero lo estrelló en el larguero y los otros los sacó Esteban. El hombre estaba encendido cuando lanzó un córner entre los palos. Esteban metió la mano cuando la hinchada gritaba el gol olímpico. Por momentos, los dos equipos parecían espectadores. Se unieron al público para contemplar lo que hacía Di María, que culebreaba saltando de corredor en corredor y buscando el tiro. Las resistencias se rompieron antes de la media hora. El flaco pisó el área y, aprovechando el desconcierto en sus oponentes, puso el balón junto al segundo palo. Esteban no llegó. Torsiglieri, el jefe de la defensa, tampoco: el central estaba haciéndose atender por los médicos debido un dolor en el gemelo, indeciso sobre si pedir el cambio o no. Cuando se decidió, el partido iba 1-0 y el Almería había presentado la rendición.

Di María irrumpió en plan agitador. En los primeros 10 minutos ensayó tres remates

Benzema se hizo cargo de la situación al regresar del descanso. Fue el mejor del Madrid porque cada vez que participó resultó decisivo, esclarecedor, abrumador para una defensa que no pudo anticiparle nunca. El francés le sirvió un gol a Bale y otro a Isco. Con el 3-0, el público se levantó de sus asientos para festejar el ingenio del andaluz en una definición con finta. “¡Iiiiiiiscooooooo…!”, le aclamaron. El fondo sur anticipó el éxito de la final de Copa del próximo miércoles ante el Barça —al que los blancos adelantaron en la clasificación— con un cántico, antes de que Morata marcara el cuarto. Solo faltó Cristiano. Por lo demás, nada nuevo. Fue otro bombardeo de rutina en Chamartín. Otro tránsito hacia el último clásico de la campaña.

Morata remata a portería en el cuarto gol del Madrid
Morata remata a portería en el cuarto gol del MadridJuan Carlos Hidalgo (EFE)

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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