El Madrid se consuela con el Rayo
El conjunto blanco, con Bale al frente, celebra un empacho de goles ante los de Jémez en un partido marcado por la brecha abierta con Diego López desde una parte de la grada
A rebufo de Atlético y Barça, el Madrid encontró consuelo en el Rayo y, al menos ante rivales de corte más raso, se mantuvo en la senda de cabeza. Sigue en la pelea y para ello sacó la cadena a un rival que no encontró la forma de pillar pista ante un equipo que cogió vuelo y goleó al galope, con Bale al frente, con la moto a punto. A la carrera, el Madrid no encontró barreras y se dio un empacho en un encuentro marcado por la brecha abierta con Diego López desde algunas tribunas del Bernabéu, donde el ambiente estuvo tan enrarecido que, al final, hasta Cristiano se llevó reproches por cierto egoísmo.
De regreso a Chamartín tras el clásico convenía examinar a un Madrid bajo sospecha después de los azotes del Barça y el Sevilla. Una parte de la hinchada no demoró la sentencia y puso a Diego López en la diana desde el primer instante. Anémico en ataque el Rayo, el suplicio del portero gallego fue su propia gente. Justo ahora, con el campeonato en el alambre, parece que un sector del madridismo ha tomado partido entre los guardametas, un debate que propició el club y secundó Ancelotti desde el amanecer de la Liga. Quizá porque era costumbre que en los momentos cumbre se reprodujeran los milagros en la portería. Era un hábito con Iker Casillas, no con Diego López, un buen portero que ha competido bien en circunstancias extremas pero al que le ha faltado alguna proeza. Casillas es algo más, mucho más, que una sombra alargada.
REAL MADRID, 5 - RAYO, 0
Real Madrid: Diego López; Carvajal, Pepe, Sergio Ramos, Coentrão; Illarramendi (Isco, m. 61), Xabi Alonso, Di María (Casemiro, m. 69); Bale, Benzema (Morata, m. 72), Cristiano Ronaldo. No utilizados: Casillas, Marcelo, Varane, Nacho.
Rayo Vallecano: Rubén; Arbilla, Zé Castro, Borja López, Rat; Trashorras, Saúl; Rochina (José Carlos, m. 24), Bueno (Jonathan Viera, m. 58), Iago Falqué, Larrivey (Longo, m. 70). No utilizados: Cobeño, Baena, Nacho, Lass.
Goles: 1-0. M. 15. Cristiano. 2-0. M. 55. Carvajal. 3-0. M. 68. Bale. 4-0. M. 70. Bale. 5-0. M. 78. Morata.
Árbitro: Delgado Ferreiro. Amonestó a Carvajal.
Estadio: Santiago Bernabéu. Unos 50.000 espectadores.
Ante el Rayo, nada hizo Diego López para disparar los silbidos. Los de Paco Jémez, tibios para defender y sin profundidad, no dijeron ni mu en ataque, salvo un cabezazo de Saúl a un poste ya con 2-0. En un partido sin mucha pose, al Madrid le bastó con poner el turbo para crear una catarata de ocasiones, todas a mil por hora, con el vértigo que etiqueta a este equipo. Cada marcha de Di María, Coentrão —que reemplazó con solvencia a Marcelo—, Cristiano o Bale ponía patas arriba a los rayistas, sin andamio para contener las embestidas. En el primer parpadeo del encuentro ya pudo marcar Benzema, asistido por Bale, que estuvo en todas y casi todas buenas. Frente a equipos que le abren el horizonte el galés es un galgo inalcanzable para la mayoría. Acertó Rubén ante el francés, pero nada pudo hacer cuando Cristiano y Bale tiraron de compás y trenzaron una jugada a toda pastilla. Con un control geométrico, el portugués dejó en la cuneta a tres defensas del Rayo y colocó la pelota en un rincón de la meta visitante. Fue Bale el primero en abrazar a Cristiano, una imagen reconciliadora tras su discusión del Pizjuán, cuando el primero se saltó la jerarquía en una falta que iba a patear el luso.
Al Madrid no le hacía falta acunar la pelota. Le bastaba con que cualquiera de sus muchos velocistas pusiera el intermitente por las bandas, una sangría para el Rayo. El conjunto vallecano no es de los que tira de la manta hacia su portería, pero visto el panorama, Paco Jémez, que no se corta, tardó poco más de 20 minutos en tomar medidas. Retiró a Rochina y echó el lazo a José Carlos para buscar mayor aplicación en la banda derecha. Con Bale y el resto de la caballería no hubo remedio. Retocado el Rayo, el británico, que acababa de poner de nuevo a Benzema ante el gol por el costado izquierdo, cambió de rumbo, enfiló por la derecha y llegó frente a Rubén con dos cuerpos de ventaja sobre la zaga rayista. De forma inopinada, Bale se trastabilló y pegó un punterazo en alguna topera. Con el eco sobre Diego López y Cristiano con la rodilla izquierda dolorida, el Madrid cerró un primer acto muy administrativo en el juego y extrañado por las oportunidades desperdiciadas, secuela de una semana poco habitual en ese capítulo. No es este un equipo al que le cueste noquear. Por si había dudas, en el segundo tiempo volvió el Madrid de los cañones.
Al Madrid no le hacía falta acunar la pelota, le bastaba con sus velocistas
Con el Rayo como acostumbra, a pecho descubierto, el grupo de Ancelotti se dio un festín. Bale siguió a lo suyo, abriendo gas. Así no tiene freno. Primero, al límite del fuera de juego, puso en órbita a Cristiano dentro del área. El portugués, solidario esta vez, vio llegar de frente a Carvajal, que selló el segundo tanto con un remate ajustado con la zurda. Con rienda suelta, Di María cogió el cohete y Bale puso el punto seguido. Del cuarto gol se encargó solo el galés, que se cruzó Chamartín de punta a punta y llegó con aire para precisar el disparo fuera del alcance de Rubén. Por mucho que el Rayo ya fuera un chollo, Bale es un chupinazo. Entre sprint y sprint local, ya había aparecido Isco, otra vez recambio de Illarramendi. No hay descanso para Alonso, ni cuando ya solo hay faenas de aliño. Sí para Benzema, que dejó paso a Morata, autor de un golazo para despedir el festival. El gol del pelado, así apareció el ariete canterano, fue tan estruendoso —un remate duro y combado— como peculiar: por una vez los blancos hicieron bingo sin tener que volar. Ante adversarios del pelotón, este Madrid sí es un tiro.
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