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La amortización de Bale

Convertido ya en una pieza clave del equipo, el clásico es la gran ocasión de que el fichaje más caro del Real Madrid demuestre que su precio coincide con su valor

Diego Torres
Bale, durante el partido de Copa ante Osasuna en el Sadar
Bale, durante el partido de Copa ante Osasuna en el Sadarvicent west (REUTERS)

Gareth Bale es un futbolista excelente. Nadie en el Real Madrid tuvo dudas al respecto. Lo que sí sospecharon seriamente algunos técnicos y dirigentes del club fue que el rendimiento del galés no estaría a la altura del precio pagado por él al Totteham: entre 90 y 100 millones de euros, según las diversas fuentes. Los notables partidos de Bale contra el Schalke y el Málaga, unidos a la lesión de Jesé, le sirvieron para asentarse definitivamente entre los titulares. Pero cuando se invierte tanto dinero y tanta energía en un jugador las expectativas se prolongan. Con una apuesta como la que hizo el presidente, Florentino Pérez, es la estrategia de toda una institución lo que está en juego y son los duelos decisivos los que convalidan o restan credibilidad con mayor impacto. Frente al Barcelona, esta noche en el Bernabéu, el que probablemente sea el futbolista más caro de todos los tiempos tendrá la primera gran ocasión de disipar dudas sobre su verdadero valor. Nada como el clásico para una amortización.

El fútbol es un juego difícil de ponderar científicamente, pero Florentino Pérez, intrigado por conocer con exactitud el producto que tiene entre manos, impulsó todo tipo de estudios. Siguiendo indicaciones presidenciales, el departamento de fútbol del Madrid redactó un informe de Bale en diciembre pasado, basándose en los primeros partidos jugados por el galés con el equipo, contra Copenhague, Galatasaray, Juventus, Osasuna Valladolid, Almería, Real Sociedad, Rayo, Sevilla, y Barcelona. El examen midió al futbolista en relación al precio pagado por su fichaje y consideró las posibilidades de que su cotización en el mercado se mantenga, aumente, o disminuya. La conclusión fue que Bale, con 24 años, había alcanzado su madurez y que sería prácticamente imposible que mejorara significativamente. Era un gran goleador sin relación con el juego colectivo, condición imprescindible, según los analistas, para mantener su cotización. Si en el futuro el Madrid vendía a Bale nunca sería por una cantidad igual o superior al precio pagado por él. En pleno debate, la directiva consultó a los ejecutivos del club para saber el precio con que se podría dar salida a Bale en el mercado estival. Los cálculos no pasaron de 60 millones.

Gracias a Ancelotti Bale ha superado sus problemas físicos y aprensiones

Llamado a participar del consejo extraordinario el entrenador Carlo Ancelotti se pronunció con su habitual claridad. En su opinión, Bale no valía 100 millones porque por ese valor un futbolista debe asegurar su aparición en todos los “partidos importantes” y este no era el caso. El italiano explicó que Bale era un portento físico y técnico con una capacidad extraordinaria de hacer muchos goles espectaculares pero que, frente a adversarios de primer nivel su rendimiento no podía preverse. Según fuentes de la directiva, Ancelotti comparó a Bale con Cristiano para señalar que el portugués, por sus condiciones mentales, físicas y tácticas, sí podía garantizar que aparecería siempre en los “partidos importantes”. El técnico señaló que el mayor obstáculo del galés era su deficiente entendimiento del juego. Mencionó a Raúl y a Inzaghi como ejemplos de futbolistas que, por su inteligencia para comprender los partidos, siempre estaban a la altura de la máxima exigencia a pesar de que sus condiciones físicas y técnicas eran deficientes. En el otro extremo, Bale, a pesar de tener un potencial único, carecía de ese talento intelectual para descubrir soluciones a problemas complejos. Eso le impedía garantizar que estaría siempre a la altura de los desafíos más extremos.

El propio Bale reconoció hace una semana, en un acto publicitario, que lo que más le asombraba de España es la forma de jugar. “Lo que más me ha sorprendido es el gran componente táctico del juego”, dijo. “Aquí todos los equipos intentan mantener la posesión, hacer más desmarques, más movimientos. No se recurre tanto al balón largo como en Inglaterra. Es muy excitante”.

Al hilo de su dictamen, Ancelotti recomendó a la directiva que no pretendiera que Bale estuviera al nivel de los 100 millones pagados porque esto tendría consecuencias perversas. Advirtió que se trataba de un grandísimo futbolista que podía aportar muchas cosas al equipo siempre que no le presionaran más. Si le hacían sentir las enormes expectativas puestas sobre él corrían el riesgo de malograrlo, bloqueándole psicológicamente y haciendo que su rendimiento fuese nulo.

Ha metido 10 goles, algunos espléndidos, y es el máximo asistente de la Liga

Si hay alguien que ha sabido conducir a Bale hasta convertirlo en una pieza indiscutible dentro del equipo ese ha sido Ancelotti. De la mano del técnico, en los últimos meses el jugador ha ido sobrellevando sus altibajos físicos y superando sus aprensiones hasta integrarse en el funcionamiento del equipo. No solo ha metido algunos goles espléndidos (lleva 10 en Liga) sino que también se ha destacado por el último pase. Quizá el gran logro de Bale sean sus asistencias: es el máximo asistente de la Liga con 11 pases de gol (uno más que Cesc).

La pobre actuación de Bale en el último clásico confirmó la tesis de Ancelotti sobre su fiabilidad limitada. Entonces jugó de falso nueve, sufriendo contra los centrales. “Bale se ha acostumbrado a jugar en la banda”, comentó ayer Ancelotti. “En el Camp Nou jugó en punta cambiando la posición con Di María en el extremo derecha pero en este partido no haremos nada particular. Bale jugará en la banda. Está bien. Su condición física en este momento es muy buena y estoy seguro de que jugará un gran partido”.

Hombre reservado, o desconfiado, Bale habla poco en el trabajo. Posterga la vida social en beneficio de la vida familiar y dedica largas horas, mañana y tarde, a poner a punto su cuerpo para la competición. Los empleados de Valdebebas le contemplan ir y venir nervioso, con los ojos abiertos como platos, como si quisiera registrar cada detalle del extraño mundo al que le ha traído la profesión. Parece completamente consciente de que su precio le impone grandes responsabilidades y sus compañeros le ven consagrar sus partidos al gol como quien pretende emitir certificados de calidad. Si consigue ser resolutivo ante el Barça los fríos informes científicos y las previsiones realistas de Ancelotti tendrán un valor relativo. Con pasión los presupuestos cuadran mejor.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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