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Su nombre es Kevin Magnussen

El danés de McLaren, de 21 años y al que consideran el nuevo Hamilton, supera al británico como el mejor debutante de la historia del campeonato

Oriol Puigdemont
Kevin Magnussen celebra su primer podio en el Mundial.
Kevin Magnussen celebra su primer podio en el Mundial. Vladimir Rys Photography (Getty Images)

Con ustedes, Kevin Magnussen, el nuevo Lewis Hamilton, el diamante que McLaren ha ido puliendo en la sombra y que en Melbourne, siete años después de la estruendosa irrupción del primer piloto negro de la historia de la F-1, aún tuvo mayor impacto al terminar el segundo, una posición más arriba que su antecesor aunque beneficiado, eso sí, por la exclusión de Ricciardo por exceso de consumo de combustible. El chico es danés, tiene 21 años y es el hijo de Jan, un excorredor que a finales de la década de los noventa disputó 25 grandes premios que le reportaron un botín simbólico: un punto. La solvencia con la que su hijo Kevin libró su primera carrera en la F-1 al volante de un McLaren, causó un revuelo más que justificado dadas las circunstancias y la dificultad de la hazaña.

En este mismo escenario pero un 18 de marzo, Hamilton se presentó a lo grande, tanto al gran público como a Fernando Alonso, que además de su compañero en la escudería de Woking también era el hombre del momento, dos veces campeón del mundo con Renault (2005 y 2006). Aquel podio se convirtió en el mejor resultado conseguido nunca por un debutante, una plusmarca absoluta hasta la medianoche de ayer, cuando los comisarios anunciaron la descalificación del australiano de Red Bull.

Su padre Jan disputó 25 grandes premios en los noventa y logró solo un punto

“Simplemente no me lo creo. Aunque no sea una victoria sabe como tal. El equipo viene de un año muy duro y ha tenido que trabajar con alguien como yo, sin ninguna experiencia en la F-1. Pero la verdad es que me han facilitado muchísimo las cosas”, afirmaba ayer este chaval con pinta de matemático que se decidió por lucir el dorsal 20 al ser el mismo con el que el año pasado se proclamó campeón de las World Series con DAMS.

Lo suyo ha sido un doble salto mortal en toda regla, una pirueta que, sin embargo, en los despachos del Technology Center no generó el más mínimo resquicio de duda. Tanto es así que a nadie le tembló el pulso a la hora de deshacerse de Checo Pérez para meterle a él dentro del MP4-29. El personal de esta instalación más propia de una película del espacio que de una fábrica de coches llevaba monitorizando su trayectoria desde 2010, cuando le abrigó bajo su paraguas con un único propósito: esculpir al nuevo Hamilton.

“Es uno de esos pilotos que aprenden rápido”, dice de él Jenson Button

En noviembre de 2012, al finalizar su primera temporada en las World Series —séptimo con un triunfo en Spa—, McLaren le subió por primera vez a uno de sus bólidos. En aquellos ensayos de Abu Dabi, más de un ingeniero alucinó, tanto por su destreza al volante como por sus minuciosos análisis. “La F-1 ya sabía el talento que tenía Kevin antes de este fin de semana”, confesaba Jenson Button la noche del sábado. “A pesar de su inexperiencia es uno de esos tipos que aprenden rápido”, añadió el campeón del mundo de Frome, que finalmente completó el podio.

“A pesar de su juventud e inexperiencia ha conducido como si llevara 100 grandes premios a sus espaldas. Ha sido una carrera muy complicada, pero se las ha arreglado sin cometer ningún error”, le piropeó Eric Boullier, el nuevo director deportivo de McLaren.

Hace dos años, la segunda estructura más fructífera de la especialidad se sintió apuñalada cuando Lewis Hamilton, el hijo pródigo, dio un portazo y se fue a Mercedes, pero su versión mejorada perece haber llegado. Es danés y se llama Kevin Magnussen.

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