Mitos de ida y vuelta
Federer y Djokovic compitieron en California sin la ayuda de Edberg y Becker, sus nuevos técnicos
Son mitos de quita y pon. Roger Federer y Novak Djokovic se enfrentaron anoche en la final de Indian Wells, el primer Masters 1000 de la temporada. El suizo y el serbio, sin embargo, concedieron permiso para ausentarse a sus dos empleados más reputados permiso para ausentarse. Después de señalar a Stefan Edberg como una de las claves para su triunfo en Dubái, Federer permitió al sueco, su técnico, que se marchara de Indian Wells a Estocolmo para jugar un lucrativo torneo del circuito de veteranos. Y después de firmar su peor arranque de curso desde 2006, sin siquiera una final en el bolsillo, Djokovic siguió al pie de la letra el contrato que le une con Boris Becker y se hizo acompañar en California por su mentor de siempre, Marian Vajda. Las dos míticas raquetas no se sentaron en el banquillo y dejaron sin escudo a sus pupilos, igual que Ivan Lendl había hecho con Andy Murray. Justo cuando ambos celebraban el primer trimestre trabajando con sus nuevos entrenadores, Federer y Djokovic se vieron obligados a explicarse sin intermediarios. Y así lo hicieron.
El suizo, que fue quien puso de moda los contratos por semanas en el circuito, habló de una espalda sin dolores, que le permite moverse con más soltura que en 2013; de la calma que le aporta Edberg; y de la nueva raqueta, como claves de su plácido caminar en el principio del curso. Djokovic admitió que la confusión mental derivada de los cambios de posición que impulsa Becker y de la falta de triunfos explica cosas como que sacara dos veces por el pase a la final (contra Isner) y que las dos perdiera su servicio.
“La raqueta me ha dado potencia extra, potencia más fácil, y me facilita jugar: tengo agresividad y control al mismo tiempo”, dijo el suizo, de vuelta al top-5 con su resultado californiano, y listo para reunirse durante la semana con quienes hacen su raqueta para ver si cambian la distribución de pesos. A un paso de los 33 años, Federer, campeón de 17 grandes, parece dispuesto a todo con tal de defender su puesto en la elite. Para empezar, se ha atrevido a cambiar la tensión de su cordaje, que en un tenista es como cambiar de modelo de volante para un automovilista (cuestión de sensibilidad), pasando de 22 a 26 kilos de tensión. “Un éxito”, explicó, porque se siente capaz de controlar mejor el revés, tan atacable el pasado año, lo que le ha permitido sumar ya tantas victorias contra top-10 como en 2013 (cuatro). “En la pista, me siento zen”, describió la calma que le ha aportado la influencia de Edberg, un tipo analítico y tranquilo con el que ha extendido su primer acuerdo.
¿Y Djokovic? Djokovic tiene más sinsabores que éxitos que explicar, y la lengua más afilada para hacerlo.
“Es solo el principio de mi relación con Boris”, explicó el serbio del alemán, que intenta que tenga una posición de pista más agresiva. “Necesitamos tiempo para entendernos y que él comprenda cómo soy como jugador y persona. Hemos mejorado. Hablamos mucho”, contó para restarle importancia a la ausencia del técnico en California. “Confío en que esta relación, y su justo entendimiento con Marian Vajda, nos traerá éxitos”, añadió. “Mis sentimientos esta temporada son diferentes. Gané el Abierto de Australia tres años seguidos y eso afectó significativamente a mi nivel de confianza en los siguientes torneos. Este año ese no es el caso (…)”, prosigue. “He reconocido las cosas en las que debo trabajar, no solo en el juego, sino también mentalmente, en cómo afronto ciertos momentos en un partido. Ser capaz de reconocerlo [el problema] es estar a medio camino de resolverlo”, cierra Nole, que ya perdió contra Federer en las semifinales de Dubái.
En EEUU, donde la semana que viene arranca Miami, Djokovic busca respuestas sin Becker, igual que Federer lo hace sin Edberg.
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