Guardiola rectifica a tiempo
El Bayern se impone (0-2) a un Arsenal superior de inicio tras reubicar a Lahm en el medio
Intenso, profundo y valiente, el Arsenal le metió tralla al partido de anoche contra el Bayern Múnich nada más empezar y si los alemanes sobrevieron fue por oficio y un punto de suerte. Nunca le gustó a Guardiola el cruce de octavos y seguro que el partido de anoche al norte de Londres, donde nunca ganó con el Barcelona, lo recordará de mala gana. Más allá del zapatazo de Kroos —excelente toda la noche— que abrió el partido, y seguramente la eliminatoria, encauzada con el tanto de Müller.
El Bayern aguantó el tipo como buenamente pudo al entrar al campo y salió vivo gracias a que Neuer le paró un penalti a Özil. Lejos de achantarse, se fue de cara el Bayern, con más ganas que criterio. Por algo se desesperó Guardiola, que no sabía cómo explicarle a sus centrales de qué iba la vaina y que lamentó, como los más de 5.000 seguidores del Bayern, el penalti fallado por Alaba. Sucedió tras una jugada tan trascendente que dejó con diez al Arsenal al ser expulsado su portero Szczesny. Pudo significar la puntilla al encuentro, solo que quedó en anécdota por el fallo del jugador austriaco, que estrelló el balón en un poste.
ARSENAL, 0 - BAYERN, 2
Arsenal: Szczesny; Sagna, Mertesacker, Koscielny, Gibbs (Monreal, m. 30); Flamini, Wilshere; Oxlade-Chamberlain, Özil, Cazorla (Fabianski, m. 38); y Sanogo. No utilizados: Genabry, Jenkinson, Rosicky, Podolski y Giroud.
Bayern Múnich: Neuer; Lahm, Boateng (Rafinha, m. 46), Dante, Alaba; Javi Martínez; Robben, Thiago Alcántara (Pizarro, m. 78), Kroos, Götze; y Mandzukic (Müller, m. 64). No utilizados: Starke; Van Buyten, Contento y Schweinsteiger.
Goles: 0-1. M. 54. Kroos. 0-2. M. 87. Müller.
Árbitro: Nicola Rizzoli (Italia). Expulsó a Szczesny con tarjeta roja directa (m. 37) y amonestó a Boateng, Sanogo y Rosicky.
Unos 60.000 espectadores en el Emirates Stadium.
El partido empezó jugándose al límite, adelantada hasta el centro del ampo la zaga del Bayern, con el cuchillo entre los dientes el Arsenal. A Guardiola, atormentado en la banda, no le gustaba nada lo que veía. Tenía motivos sobrados. Los centrales no entendieron el partido, en especial Boateng, que las rifó todas y no encontró el momento, ni al cerrar ni al salir. Bien hizo el técnico catalán al sustituirle en el descanso por Rafinha y preferir ubicar a Javi Martínez como central. Con el relevo, Lahm, el capitán del equipo muniqués, pasó a ser medio centro. Así se impulsó el Bayern y el Arsenal pasó a sufrir un calvario.
La trascendencia de Lahm es tal que durante el primer tiempo, como lateral, estiró al equipo por la banda derecha para encontrarse con Robben y mandar en el juego desde la banda. Después, como pivote le supo dar criterio al juego. A partir de su diminuta figura creció siempre el Bayern, que se hizo grande en el partido, muy cómodo desde que la expulsión del guardameta Szczesny, probablemente exagerada, mandó a Cazorla al banco.
Resulta probablemente injusto, pero no le bastó a los gunners la generosidad de Sanogo, tremendo en el arranque, siempre presente, porque Lahm, sutil y elegante, supo sacar de la cueva a su equipo en los peores momentos. Al encontrar a Thiago le dio luz a los que ayer vestían de azul en medio de las tinieblas.
Castigado Robben con el desprecio más absoluto por la hinchada local, que entendió que había fingido en la jugada del penalti, el holandés creció en el segundo tiempo y de sus botas salió lo mejor de un partido que finalmente selló Müller. Ganó Guardiola al norte de Londres a Wenger, una sensación que nunca cató. Y, de paso, la Champions cerró su cuarto partido consecutivo de octavos con victoria visitante y ni un solo gol local.
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