Duchas de agua fría, lavar la ropa y guardarla al aire libre...
El Villarreal comunicó a espectadores y trabajadores un protocolo para atenuar los efectos del gas después del partido
La explosión de una bomba de gas lacrimógeno durante el Villarreal-Celta (0-2), similar a las que utilizan las fuerzas de seguridad el estado, produjo rápidamente efectos nocivos en los allí presentes: futbolistas, árbitros y 16.000 espectadores, que abandonaron el campo ordenadamente. Con más o menos incidencia según la exposición al contenido del artefacto, el picor de ojos y la irritabilidad de garganta fueron los síntomas más extendidos, que llegaron hasta el extremo de la sensación de ahogo en el caso del meta del Celta Yoel, que fue el primero que se expuso al gas al encontrarse en la portería del fondo donde cayó el bote de humo. Posteriormente, Jonathan Pereira, delantero del Villarreal, le dio una patada y alejó el artefacto del terreno de juego.
Ya en la sala de prensa, una vez concluido el partido, el club comunicó a los allí presentes el protocolo de actuación en el caso de haber sido víctimas del gas: enjuagarse abundantemente las áreas afectadas con agua fría y sin frotar; darse una ducha de agua fría de entre tres y cinco minutos y luego continuar con un baño rutinario con jabón evitando el agua caliente, ya que esta abre los poros y podría permitir el paso del gas al organismo; y colocar las prendas de ropa al aire libre para luego ser lavadas por separado también con agua fría.
Las recomendaciones, que forman parte de las normas básicas de los servicios de emergencia para casos parecidos, se comunicaron también a los espectadores que se acercaron al centro médico instalado en los aledaños del estadio.
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