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El Rayo se da una alegría

Falqué impulsa a los de Paco Jémez ante un Málaga que notó mucho las ausencias de sus jugadores más emblemáticos

Rafael Pineda
Los jugadores del Rayo celebran uno de los goles.
Los jugadores del Rayo celebran uno de los goles. Zipi (EFE)

Esconde el Rayo algún que otro tesoro. Uno de ellos cobra forma en la calidad de Falqué. Solo así se puede entender que un equipo en descenso tenga a futbolistas de la calidad del gallego, que se inventó dos golazos para descoser al Málaga. El primero, en especial, bien lo habría podido firmar uno de los grandes nombres de la Liga. Con actuaciones tan distinguidas, también se explica por qué Falqué ha jugado en clubes de la enjundia del Juventus o el Tottenham. Los regates, la aceleración y la definición de Falqué marcaron de forma definitiva un partido que comenzó igualado y que se decantó para los madrileños tras las genialidades de su extremo y la ingenuidad de Sergio Sánchez. El defensa catalán representó el papel del Málaga en Vallecas. Con una amarilla que pudo ser roja tras agarrón a Bueno, Sergio Sánchez cometió un claro penalti sobre Larrivey que el delantero argentino, muy activo, convirtió sin dudas. Fue el 3-0 al filo del descanso, el tanto que dinamitó cualquier esperanza de los andaluces.

RAYO; 4-MÁLAGA; 1

Rayo: Rubén; Arbilla, Zé Castro, Saúl, Nacho; Baena, Trashorras (Adrián, m. 57); Rochina (Lass, m. 57), Bueno, Falqué; y Larrivey (longo, m. 74). No utilizados: Cobeño; Galeano, Mójica y Embarba.

Málaga: Caballero; Angeleri, Sergio Sánchez, Flavio, Antunes; Camacho; Samu, Pablo Pérez (Darder, m. 46), Morales (Casado, m. 46), Amrabat; y Juanmi (Iakovenko, m. 68). No utilizados: Kameni; Portillo, Rescaldani y El Hamdaoui.

Goles: 1-0. M. 25. Falqué. 2-0. M. 27. Arbilla. 3-0. M. 45. Larrivey, de penalti. 4-0. M. 63. Falqué. 4-1. M. 72. Iakovenko.

Árbitro: Mateu Lahoz. Expulsó a Sergio Sánchez (m. 45). Amonestó a Antunes, Pablo Pérez, Camacho, Saúl, Nacho y Arbilla.

Vallecas. Unos 15.000 espectadores.

El triunfo permite al Rayo aferrarse a la vida. También devuelve la sonrisa a un equipo que solo había ganado dos partidos en su estadio en lo que iba de Liga. El Málaga tenía muchas esperanzas depositadas en este encuentro para no condenarse a pelear por el descenso. Llegaba a Vallecas con la confianza alta después de derrotar al Sevilla, pero se marcha con un millón de dudas en su cabeza. A Schuster le pesaron una enormidad las bajas de pilares como Gámez, Weligton, Eliseu, Duda y Santa Cruz. Todos estos jugadores aportan el obligado poso de aplomo y experiencia que necesita el equipo andaluz.

Huérfano de la asistencia de su guardia pretoriana, el Málaga apenas compitió. A Schuster y los suyos les toca pelear por el descenso, muy lejanos ya los tiempos de gloria. Desde la base que supone Caballero, tiene argumentos para no pasar demasiados apuros mientras algunos futbolistas, caso de Amrabat, muestran que pueden aportar a alcanzar la meta que pretende Schuster, que no es otra que lograr cuanto antes la permanencia para moverse luego con tranquilidad.

El Rayo, intenso y revitalizado, encontró premio a su habitual apuesta con tres goles en el primer tiempo. Experimentó, además, la tranquilidad de gozar del fútbol, con un segundo tiempo en el que tuvo tiempo, incluso, para gustarse. Momentos en los que combinó con rapidez y soltura, ante la rendición de un Málaga que tendrá que labrarse su futuro en otras plazas. Al menos, tuvo la dignidad de pelear con uno menos y evitar la previsible humillación que se le venía encima.

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