La factoría de los récords

No paran. Nadie les para. Ya son 31 victorias consecutivas sin fallo; 16-0 en la Liga. Otro récord del Madrid Invictus de Pablo Laso. El mejor inicio del campeonato en la era ACB (desde 1983) donde solo el conjunto blanco en la temporada 1987-88, con Lolo Sainz en el banquillo, pudo alcanzar las 15. Sucumbió en esta ocasión el Gipuzkoa (65-76) ante un equipo cada vez más firme y rocoso que despersonaliza a los rivales retándoles hasta sumirles en la impotencia. Lucieron Llull y Rudy, pero como siempre brillaron todos en un bloque que arrolla desde el altruismo. Son los mejores de punta a punta con el mejor ataque de España y de Europa, y su mejor defensa en 41 años (69 puntos encajados por partido).

“Estamos explorando un camino que no conocemos”, contaba la semana pasada Laso entre la ambición y la intriga. “Nadie había llegado a esta situación de tantas victorias en una temporada en la que jugaremos más de 70 partidos. Eso nos presenta un futuro abierto”, prosiguió en su relato. “¿Qué pasará cuando perdamos? ¿Qué pasará si seguimos ganando? ¿Vamos a probar a perder para ver cómo reaccionamos? No parece muy inteligente. ¿Seguir ganando puede ser malo? Yo prefiero este camino, sin duda. Tenemos que seguir haciendo nuestro trabajo. La clave es evolucionar e intentar ser mejores todavía. Querer crecer. Lo importante no es solo el resultado sino el crecimiento del grupo para llegar bien a los momentos decisivos”. A la espera de las batallas por la gloria, nadie había embellecido tanto el trayecto como este Madrid de época. De otra época. De otra galaxia. Los blancos no entienden de trámites, huyen de la molicie y han encontrado el gusto por el sacrificio (lideran las estadísticas de recuperaciones y asistencias; destacan en equipo).

Mientras incrementan su colección de récords con voluntad de numismático y voracidad de depredador, los blancos han situado su margen de evolución en el territorio de la solidez. De la espectacularidad a la solvencia, el Madrid ha transitado en su gira triunfal por todos los escenarios de la victoria y, tras casi cuatro meses de imbatibilidad, el equipo distingue cada vez con menos remilgos y más firmeza entre lo contingente y lo necesario.

Tras 31 triunfos, Laso admite que el equipo está explorando un camino desconocido

El líder de la Liga comenzó imponente en el pabellón multiusos de Illumbe para aplacar las ilusiones de su rival, forjadas en un meritorio inicio de temporada que tiene a los de Sito Alonso peleando por colarse en la excursión a la Copa. No hubo lugar a la sorpresa. Con Draper al mando, Llull de dos y Rudy de tres, el Madrid tensó su defensa y desató su ataque en un primer cuarto contundente (12-23, m. 10). La pujanza del base estadounidense con pasaporte croata está hormigonando a los de Laso con músculo y con tacto al tiempo que desplaza los minutos, el brío y los puntos de Llull al perímetro. Así fue ante el Gipuzkoa donde el menorquín anotó 11 de los primeros 21 puntos de su equipo, con un tres de cinco en triples. Quizá ahí acabó el partido.

En el horizonte están ahora los 34 partidos invicto que sumó el Joventut en el curso 1977-78

Faltaba por lesión en el Gipuzkoa el alero estadounidense Jason Robinson (su máximo anotador este curso con 16,6 puntos de media) y, para agarrarse al partido sin la aportación de su estrella, Sito Alonso reclamó agresividad a los suyos en defensa. Concluyeron el primer acto con tres de 15 en triples y una sola falta cometida para crispación del técnico. “Estamos bien en ataque, pero no nos vale; y menos hoy. Hay que ir a por ellos atrás”, apuntó en su arenga motivacional para que los suyos bajaran los riñones y apretaran las tuercas en su zona. Pero de eso también entiende este Madrid en el que, en los días de espesura y en los partidos ásperos, crece el protagonismo de los jugadores más abnegados. Draper, Darden, Slaughter y Bourousis no entienden de divismos y se aplican en su trabajo como la mejor forma de lucir protagonismo. Modus vivendi en el caso del capitán y principal ejemplo, Felipe Reyes. No participaron ni Carroll ni Dani Díez. No hubo malabares ni ataques en manada. Se equilibró el partido, pero no se resintió la fiabilidad de los blancos.

Se rearmó el Gipuzkoa con Doblas como espartano y Neto como artificiero, pero nunca le alcanzó (36-52, m. 26). Gestionó con tiento la ventaja el Madrid hasta que, con un parcial de 5-11, cerró el choque (60-74, m. 38). Que pase el siguiente.

En el horizonte de los récords está ahora el 34-0 que alcanzó el Joventut de Badalona hace 37 años, en la temporada 1977-78 con Antonio Serra en el banquillo (con 13 victorias de Liga, 12 de Copa y 9 de la Copa Korac). El jueves espera en Moscú el CSKA de Ettore Messina. ¿Se acuerdan?