¿Órdenes a ‘monsieur’ Dakar?

En 1989 Jean Todt lanzó una moneda al aire para decidir quién ganaría el Dakar. Era el jefe del equipo Peugeot y tenía en sus filas a Ari Vatanen y Jacky Ickx. Ambos llegaron a las últimas etapas con opciones, así que Todt buscó la manera de evitar que la rivalidad entre ambos diese al traste con los deseos del equipo. El azar decidió que Vatanen sería el elegido. Y lo fue. A pesar de que se perdió en la penúltima etapa, lo que permitió a Ickx sacarle ventaja. Al día siguiente su compañero acató las órdenes, se paró en medio del camino y cedió el paso al finlandés, que ganaría el segundo de sus cuatro Dakar. En Antofagasta, hace unas noches, nadie lanzó una moneda al aire. Pero se acordó quién sería el ganador de este Dakar. Pero, a falta de una última etapa, nadie sabe con quién será. ¿A quién se le ocurre darle órdenes a monsieur Dakar?

La noche del miércoles el director del Mini X-Raid, Sven Quandt, se decidió por Nani Roma. Y así se lo comunicó a Stephàne Peterhansel, 11 veces ganador del Dakar (seis en moto), a quien le pidió que respetara la clasificación general. Roma debía ser el ganador y Mini coparía el podio (con Al-Attiyah tercero). No le importó a Quandt que el francés, segundo, estuviera a punto de culminar una remontada genial y se hubiera colocado a dos minutos de su compañero. Quizás porque el español todavía no ha ganado en coches, quizás porque Peterhansel se marcha del equipo con el que ha ganado las últimas dos ediciones en esta categoría.

Peterhansel recibió órdenes de equipo por primera vez en su carrera. Y pareció acatarlas. A su manera. No antes de anunciar que si el jueves no era más rápido que Roma no sería porque no quisiera, sino porque se lo habían prohibido. Era su manera de rebelarse: hacer saber que podría ganar, pero que no lo intentaría. Roma, líder desde la tercera etapa, había admitido tener pánico de perder su amplia ventaja con más pinchazos, había asegurado que pilotaba incómodo y reconocido que se quedó clavado en la duna más fácil de su carrera: la confianza le había abandonado. Y finalizada la jornada, aunque su colega terminó respetando las órdenes, se mostraba malhumorado porque no se lo había puesto nada fácil.

Menos fácil se lo puso Peterhansel ayer, un viernes de miradas furtivas, cargado el ambiente de desconfianza y recelo. Salió lanzado el francés: cubrió cada punto de paso con mejores tiempos que Roma, que había salido antes. Hasta que, llegados a los kilómetros de dunas (el último tercio de la especial) le alcanzó y le adelantó. Roma, que había pinchado en el kilómetro 20, se quedó luego encallado en una duna. Y su compañero dio media vuelta. Quiso cederle el paso y que fuera él quien siguiera abriendo pista.

Pero el catalán no quiso: “No quería pasar delante y tomar riesgos, prefería que los asumiera él”, explicó. Y monsieur Dakar siguió a lo suyo. Peterhansel ganó la etapa y le sacó seis minutos. Terminó la jornada como líder con seis segundos de ventaja. Las órdenes de equipo se habían roto. La voluntad de Quandt no se había cumplido. El francés, sin embargo, asumió al terminar que si la consigna del equipo sigue siendo esa: garantizar la victoria de Nani Roma, él, que tiene una cláusula en su contrato que así lo exige, seguirá el plan establecido: “Esperaré a Nani y le daré la primera posición. Tener 11 o 12 victorias en el Dakar no cambiará mi vida. No quiero romper mi amistad con Nani ni crearle ninguna frustración”.