Villa, de goleador a zapador
El ariete del Atlético destaca por su sentido colectivo en lugar de por su acierto en ataque
Sobre David Villa, de 32 años, se elaboran teorías que expliquen su sequía goleadora (su último tanto liguero es el 24 de noviembre al Getafe) y su escasa incidencia en el juego ofensivo del Atlético. El Calderón, como Diego Pablo Simeone, le valora el esfuerzo, pero desde su llegada su figura es cuestionada por algunos sectores de la prensa y también por algunos aficionados que esperaban una mayor producción goleadora.
Las razones que se argumentan para explicar a este Villa más colectivo y también más gris son diversas. Van desde la pérdida de chispa en el uno contra uno, el exceso de desgaste defensivo que le merma, o un equipo que ofensivamente, como ya sucedió en la segunda vuelta del curso pasado con Falcao, solo tiene ojos para Diego Costa. Y a este, por su manera de conducir el balón con la cabeza gacha, le cuesta ver los desmarques de Villa. Esto último lo descarta Diego Pablo Simeone, a pesar de que en el reciente partido disputado ante el Barcelona un par de movimientos de El Guaje no fueron atisbados por su pareja de ataque. O que entre ellos solo se hayan dado una asistencia de gol, y fue Villa el asistente. “No creo que sea una cuestión de Diego Costa, él tiene sus características, nos viene bien porque arrastra un montón de gente. En Málaga, por ejemplo, tiró hacia adelante con la cabeza gacha para que Villa pudiera hacer un movimiento y Koke [hizo gol] consecuentemente pudiera entrar con Adrián. Son sus características y eso le hace muy temible ofensivamente”.
A Diego Costa, que corre con la cabeza gacha, le cuesta ver los desmarques del Guaje
Sin embargo, el sábado se vio a Villa hacer aspavientos y gestos con los que demostraba que no entendía cómo en determinadas situaciones no recibió el balón. Será difícil escuchar una queja pública suya. Su gran aceptación en el vestuario tiene mucho que ver con esa transformación de goleador a zapador pese a que nadie en la caseta atesora su palmarés. “Es un currante”, le definió hace poco Tiago. En la competición liguera, por ejemplo, acumula 44 remates, dos asistencias y 25 recuperaciones de balón.
El Atlético juega esta noche en el Calderón la vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey (21.30, C+Liga; 1-1 en la ida) y por lo que ayer probó Simeone en el Cerro del Espino, Raúl García apunta a pareja de Diego Costa. Los oportunos goles del volante navarro (10 entre las tres competiciones) son la mayor amenaza de la titularidad de Villa (10 también incluyendo su diana en la Supercopa española, ocho de ellos en Liga), al que Simeone le sigue teniendo fe. Una de las preocupaciones del técnico argentino es la de sentirse justo ante sus futbolistas y en el caso de El Guaje siente que cumple al máximo su primera premisa de que “el esfuerzo no se negocia”. Físicamente Villa se encuentra bien. Recientemente, en su visita a Valencia para disputar el partido de ida, alguna de las amistades que allí conserva se quedó sorprendido por su fina y estilizada silueta. También le percibieron tranquilo y feliz con el club y su adaptación a Madrid.
Mientras que su entrenador perciba que Villa no baja los brazos y que el equipo sigue ganando, su puesto parece garantizado en la mayoría de los partidos que restan de campeonato. Simeone ha vuelto a insistir en que confecciona equipos “para ganar”, incluido el que disponga ante el Valencia, juegue o no Villa, y entre el recién fichado Sosa: “Desde chiquito, siempre he querido ganar. Hasta en el futbito, el futbolín o el ping-pong. La Copa es una competición que nos ha dado muchas alegrías y la respetamos como respetamos los amistosos en Perú y Argentina. Tenemos esa característica y ese deseo”.
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