Un empate con miedo
Valladolid y Betis firman tablas sin goles y siguen hundidos en la parte baja de la clasificación
Hay empates que tiene que ver con la falta de pegada, otros con el acierto, el del Valladolid y el Betis tiene que ver con el miedo, con la desgana, con la falta de intensidad, de fútbol y de ganas. En una tarde fría, un campo pesado, el Betis hizo una exposición completa de las razones de su situación, de porque solo ha ganado dos partidos y de porque la solución a sus problemas resulta un trabajo casi inalcanzable. El Betis tuvo fútbol cuando Verdú estuvo metido en el lio, cuando Juan Carlos galopó por su banda, pero la desconexión entre futbolistas es exagerada para sobrevivir a la lucha por el descenso.
VALLADOLID, 0; BETIS, 0
Valladolid: Mariño; Rukavina, Valiente, Rueda, Peña; Álvaro Rubio, Rossi (Rama, m. 93); Larsson (Manucho, m. 82), Víctor Pérez, Omar (Óscar, m. 75); y Guerra. No utilizados: Jaime, Osorio, Baraja, Rama, Bergdich.
Betis: Sara; Chica, Paulao, Amaya, Dídac; Lolo Reyes, Matilla (Salva Sevilla, m. 49); Verdú (Nono, m. 75), Juan Carlos; Jorge Molina y Rubén Castro (Chuli, m. 86). No utilizados: Andersen, Steinhöfer, Nacho, Jordi.
Árbitro: Velasco Carballo. Mostró tarjeta amarilla a Álvaro Rubio,
Unos 14.000 espectadores en Zorrilla.
Sorprendido por la actitud del Betis, metido atrás, encerrado en su campo y con pocas ganas de balón, el Valladolid se destensó, no había ningún sufrimiento, ninguna discusión sobre el control del partido, casi ningún problema atrás aparte de un despeje de Valiente que estuvo a punto de irse a la red. La única vía era la paciencia, esperar para encontrar un camino para arrimar el juego al área de Sara, pero sin Ebert, sin Óscar, sin imaginación el Valladolid es inofensivo, tiene una plantilla con poco fútbol, las bandas, el lugar donde suele crear superioridad, estaban lentas, pusilánimes, con poca intención. JIM se inventó a Víctor Pérez, medio centro habitual, como enganche y el experimentó, como casi todo, resultó un fiasco. El Betis, aburrido de esperar, se organizó en torno a Verdú y a la velocidad de Juan Carlos en la banda, en dos acelerones bloqueó a los centrales, abrió huecos y consiguió probar las manoplas de Mariño.
El alboroto apenas duró diez minutos, el resto fue una colección de errores, pases perdidos, balonazos absurdos, Verdú desparecido, Óscar esperando turno en el banquillo, el partido era un espanto. JIM esperó casi hasta el final para mover sus piezas y poner algo de fútbol con Óscar y algo de energía con Manucho, pero el choque estaba tan enterrado que solo un disparo cruzado de Juan Carlos pudo haber cambiado el final del aburrimiento.
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