Íñigo Martínez supera cada golpe
En cuatro años, el joven central de la Real Sociedad ha sacado el grado de figura del fútbol y es codiciado por los grandes clubes
La vida futbolística ha ido deprisa para Íñigo Martínez (Ondarroa, Bizkaia; 22 años). Hace apenas cuatro temporadas jugaba en la Real B y disfrutaba de un ascenso a Segunda B, y ahora es titular y gerifalte de la Real Sociedad, campeón de Europa sub-21 con España y miembro de la lista de Del Bosque para los dos próximos amistosos de La Roja, con el sueño del Mundial en la almohada.
Cuatro años que han sido una licenciatura, un grado en fútbol, en la que ha habido de todo: asignaturas dulces, como el debut en Primera frente al Sporting en el Molinón en agosto de 2011, la clasificación para la Champions la pasada temporada, el título europeo con la sub-21 y los dos golazos de hace dos cursos al Athletic y el Betis golpeando el balón desde su propio campo. Fueron notas sobresalientes para un chico aplicado que sin embargo encontró algunos huesos en su carrera: en abril del pasado año, el esguince de rodilla y fractura de menisco tras un choque con Diego Costa (cuando el hispanobrasileño jugaba en el Rayo) le enseñó los dientes de la competición. Ahora ambos serán compañeros de selección. La alegría de disputar los Juegos Olímpicos de Londres en 2012 fue efímera: expulsado en su primer partido, ya no volvió a pisar el césped. Finalmente, el gol en propia puerta marcado frente al Manchester United en la Champions fue como una espina atravesada en la garganta.
Pero Íñigo Martínez tiene un antibiótico permanente. “No me arrugo ante nadie ni ante nada”, decía en una entrevista publicada en este periódico hace dos años, en la cresta de la ola tras los dos golazos que hicieron de su pierna izquierda un objeto de culto. También servía para los sinsabores. Descartado para el Mundial sub-20, fue convocado para los Juegos y ahora por Del Bosque. Nada de arrugarse cuando se está comenzando una carrera, ni cuando el destino te depara una jugarreta como la de Old Trafford. O cuando el Barça, con la Real en baja forma, le endosó cuatro goles en el Camp Nou, y ante las críticas recibidas, escribió en su cuenta de Twitter: “Qué bonito y fácil se ve todo por la tele”, tras reconocer en esa misma red social que “es casi imposible por no decir imposible hacer frente al Barça”.
El Barça lo ha tenido en su agenda, como el Madrid y el Bayern Múnich
Un Barça que siempre lo ha tenido en la agenda en su permanente sondeo de defensas centrales, como lo tuvo y lo tiene el Real Madrid y como se lo planteó el Bayern Múnich. En todos los casos, su elevada cláusula de rescisión (30 millones) y un contrato hasta 2017 con la Real han actuado como un muro para las ambiciones de los grandes clubes que quizás la han considerado excesiva para un defensa central siempre menos aparente que un delantero centro. Pero a la Real le recorre un sudor frío cada vez que el nombre de Íñigo Martínez sale a la palestra no del rumor, sino del éxito. Tras Illarramendi, el joven defensa central es la nueva joya de la corona de un equipo que cuenta con muchas tentaciones en su plantilla (Vela, Griezmann, Rubén Pardo). Es el precio del éxito.
Ahora, en el Bernabéu tiene otro examen que superar. Le espera un tridente con la escopeta cargada: Bale, Benzema, Cristiano Ronaldo frente a un muchacho que no se arruga ante nada ni ante nadie y que alterna sus goles sorprendentes con otros típicos de central, de cabeza en las jugadas a balón parado. Enfrente (en el césped o en el banquillo) estará Illarramendi, el futbolista con el que quizás más veces ha combinado a la hora de sacar jugado el balón desde la defensa. Algo así como su primer socio en la Real, el primero al que veía la cara cuando avanzaba hacia el medio campo con el balón pegado al pie izquierdo.
Luego vendrán las citas con la selección y quién sabe si más adelante el foco del Mundial de Brasil y quizás después una nueva ruleta de rumores que le pongan piso en quién sabe qué ciudad europea. A ser posible con playa porque el mar y la arena forman parte del territorio de sus sueños. No en vano nació en Ondarroa, pueblo vizcaíno de pescadores.
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