Djokovic frustra a Del Potro
El serbio llega a semifinales (6-3, 3-6 y 6-3) y obliga al argentino a jugarse la otra plaza en un cara o cruz con Federer
Sobre el alambre, el mejor equilibrista. El serbio Novak Djokovic sobrevive 6-3, 3-6 y 6-3 a un estupendo Juan Martín del Potro, firma su 19ª victoria seguida y se clasifica para las semifinales de la Copa de Maestros como primero del Grupo B. El resultado tiene otra consecuencia: el argentino y Roger Federer se enfrentarán mañana sabiendo que quien se imponga en el encuentro avanzará hasta la penúltima ronda. Antes, una lucha a brazo partido.
Del Potro empieza el partido con dos bolas de break y un par de resbalones. Es todo un aviso de lo que está por venir. Djokovic nunca le deja golpear dos pelotas seguidas parado. El serbio jamás le permite tirar en situación de ventaja. El argentino es un gigante a la carrera, moviendo su corpachón de lado a lado de la pista y sometiendo a su armadura a tremendas penalidades, porque hay que gastar mucha gasolina para mover esa percha de 1,98m. Como el número cinco tiene recursos, es capaz de sacar la cabeza durante los primeros minutos, repartiendo derechazos que quitan el hipo. Visto que Nole falla sus primeros reveses, el tenista de Tandil le busca por ese ala. Pronto se queda sin huecos. Con una solidez granítica, el número dos mundial crece desde el fondo de la pista hasta dominar todas las facetas del juego. Hasta dispara más aces (10 por 7).
Del Potro, en cualquier caso, no es un pechofrío. No se arruga fácilmente un tenista que no recuerda las derrotas importantes como una cicatriz, sino como una espuela para buscar la revancha. Bajo las luces azul zafiro del O2 Arena, el campeón del Abierto de EE UU 2009 vuelve a plantear un inicio de segunda manga para fuertes (2-4). En un suspiro devora el parcial, se lo traga y engulle, y pone el duelo en la tercera manga, donde sigue con las fauces abiertas, hambriento, sin sentirse saciado. Suyas son las dos primeras bolas de break. Quiere saber cuánto de verdad hay en inmaculado rush de final de curso del serbio (19-0, tres títulos), cuánta sustancia tiene un sprint que a veces parece sostenerse más en el dorsal que en la raqueta. Nole, con él el mejor tenista de final de curso, pronto le despeja las dudas. Borra esas dos bolas de rotura en contra con un ace y una subida a la red que nubla a Delpo.
El serbio, que castiga sus segundos saques (suma el 56% de esos intercambios), está de dulce. Se mueve con la facilidad del que ha nacido para cazar pelotas y pega con la presteza del que no tiene miedo a las consecuencias. "Delboy!", gritan las gargantas inglesas, convocando a un superhéroe, que, sin embargo, ya ha encontrado a su kripotnita: la solidez de Djokovic y su capacidad para cargarse el partido a las espaldas y seguirse moviendo como si no le pesara nada.
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