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Repentinamente, Gareth Bale

El atacante del Madrid sorprende a los técnicos por la velocidad para finalizar las jugadas cuando le dan espacio

Diego Torres
Bale celebra su gol al Juventus.
Bale celebra su gol al Juventus.antonio calanni (ap)

Los grandes defensores son los primeros en husmear el peligro. Manolo Sanchis, el capitán madridista que levantó la séptima y la octava, cruzó los Alpes hasta Turín a bordo de un Bombardier para ver el Juventus-Madrid y regresó con una impresión viva. “Bale arma el disparo en una baldosa”, dijo.

Gareth Bale se agiganta cerca de la raya que indica el fin del campo, quizá porque el límite advierte que solo se puede avanzar hacia el medio. Como referencia en punta, bajo la vigilancia de los centrales, sufre como un preso. Cuando le marcan con ayudas le cuesta conducir el balón pegado al pie. Sufre para irse de su defensor si no es con un regate largo. Sin espacios parece desgarbado y con espacios por delante sus movimientos se agilizan con garbo majestuoso. Algo parecido señalaron los técnicos del Madrid que elaboraron los informes sobre el galés cuando jugaba en el Tottenham. También apuntaron que poseía la extraña cualidad de finalizar las jugadas ahorrando gestos ya que el suyo era el don de la productividad en el tiempo más breve posible. Eso valoró Sanchis: que en las inmediaciones del área su zurda se carga automáticamente, como si su cuerpo siempre estuviese perfilado y listo en relación al balón.

Ancelotti cree que el equipo se parte con el galés, Benzema y Cristiano juntos

El gol de Bale al Juventus permitió al Madrid ganar el punto que lo clasifica virtualmente para octavos de la Champions y reforzó la posición del jugador dentro del club cuando más lo necesita. La presión que soporta tras haberse convertido en el fichaje más caro de la historia, en palabras de su agente, Jonathan Barnett, se multiplicó debido a los problemas físicos que le mantuvieron casi inactivo tres semanas. Solo el respaldo del presidente, Florentino Pérez, su gran valedor, le permitió ganarse la titularidad sin prácticamente haber competido por el puesto. El técnico, Carlo Ancelotti, prefería a Di María porque el argentino maneja conceptos de centrocampista, combina mejor con los volantes, y, sobre todo, sabe ayudar en defensa.

Ancelotti sigue sin convencerse de la viabilidad de un equipo que juega con Bale, Benzema y Cristiano en el frente de ataque porque cree que solo entienden el fútbol en sentido vertical. El entrenador siente que necesita compensar esta carencia acorazando el centro del campo con volantes con oficio y resistencia física, y es consciente de que este tipo de futbolistas no siempre son los más lúcidos para administrar la pelota. No es casual que en partidos de gran trascendencia valore alinear a Khedira, Ramos o Pepe, para ayudar a Alonso. Dice Ancelotti en la caseta que el equipo se parte porque juegan Bale, Benzema y Cristiano, que son muy directos, y no queda más remedio que reforzar el medio campo con gente fuerte antes que sutil, cosa que, paradójicamente, acaba condicionando al equipo a partirse más todavía y a elaborar menos. Ese 4-3-3 explica la marginación de Illarramendi, Isco o Carvajal ante rivales grandes.

“Bale arma el disparo en una baldosa”, dice Sanchis tras el encuentro ante la Juve

Bale, de 24 años, necesita maximizar sus apariciones para compensar lo que, para Ancelotti, es un riesgo alarmante de desequilibrio. Contra el Sevilla, contra el Rayo y frente al Juventus lo ha logrado. Sus últimos días fueron un resumen fabuloso de intervenciones tan esporádicas como resolutivas: dos goles y dos asistencias ante el Sevilla, dos asistencias contra el Rayo, y un gol frente a la Juve que fue la síntesis de la obra colectiva de la delantera del Madrid. Primero un desmarque de Cristiano que se va de Cáceres para recibir el pase largo de Marcelo; después Barzagli que intenta cerrar al portugués pero que no impide su centro; luego Benzema arrastrando a Bonucci y abriendo un hueco para la irrupción del extremo desde el otro lado. Finalmente Bale, mano a mano con Asamoah, controlando el balón, haciendo un par de recortes y soltando el zurdazo a la base del primer palo.

Siempre con espacios y frente a defensas descolocadas por el contrapié. Aprovechando el enorme talento de sus compañeros para fabricar espacios y ocasiones. Ahí, Bale arrasa. En la intimidad del vestuario Ancelotti se pregunta qué pasará cuando se topen con defensas cerradas. ¿Encontrará Bale el camino? El futuro aclarará el enigma.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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