Más contragolpe que nunca
Ancelotti apuesta por la vieja guardia, con la única excepción de Bale, y diseña un plan para acuartelar el equipo en el área de Casillas ● El capitán, determinante con sus paradas
Un punto basta. La consigna resumió el espíritu con que el Madrid se presentó en el nuevo estadio del Juventus a falta de dos jornadas para la culminación de la fase de grupos. Consciente de que el empate clasificaba a su equipo, Carlo Ancelotti repitió su planteamiento frente al Barça en el Camp Nou y mandó a sus jugadores que esperasen replegados atrás. Incrustó a Xabi Alonso entre los centrales y lo escoltó con Modric y Khedira bien pegados a la línea de zagueros, sin permitirles licencias. Para Bale hubo órdenes especiales. El entrenador le pidió que cerrarse su banda, sea cual sea, pues se intercambió constantemente con Cristiano. La idea fue reprimir el 4-3-3 y formar un 4-4-2 con dos líneas de cuatro bien pegadas. Provocar el error del rival y contragolpearlo. Como en los viejos tiempos de Mourinho. Como si esta plantilla, llegados los partidos serios, no permitiera más alternativas tácticas.
Ancelotti pidió frío. Antonio Conte, el técnico del Juventus, reclamó calor. “El estadio tiene que bullir”, dijo la víspera. Así fue, dentro de lo que cabe. El nuevo recinto juventino cuyas gradas se levantan sobre las viejas pistas de atletismo de Delle Alpi, es una construcción soberbia. Un cráter de profundas gradas que descansan a escasos metros de la hierba, como corresponde a un estadio de fútbol. Los hinchas blanquinegros acudieron en masa y atestaron la curva sur de banderas italianas. La tricolor es la insignia que adorna la cubierta del campo y sus torres, señal de italianitá, de superación de los regionalismos tradicionales, de trascendencia. Cosas del relato juventino.
Paradojas del fútbol, la Juve, equipo de tradición contragolpeadora, se vio abocado al ataque estático para sacar los tres puntos imprescindibles para tener opciones de clasificación. Las estadísticas de la UEFA en la primera parte revelaron la dinámica: los jugadores locales, desesperados ante su situación, corrieron un kilómetro más de media que los visitantes, seguramente porque los visitantes apenas salieron de la caja.
“Cuando juegas cada dos semanas es difícil concentrarse”, dice el portero
El plan trazado por Ancelotti consistió en acuartelarse en el área de Casillas y en este escenario el portero se convirtió en una pieza fundamental para conseguir el objetivo. Debía mantener la puerta a cero. Así lo hizo durante buena parte del primer tiempo. Paró un potente disparo de Vidal desde la frontal, sacó con el pie un cabezazo a bocajarro de Marchisio, y tapó un remate de Pogba desde el costado. Cuando Varane le hizo penalti a Llorente, la euforia fue general. Conte cerró los puños y comenzó a dar gritos salvajes en la banda como si supiera que Vidal marcaría. Así fue. Un bombazo a media altura, pegado al poste izquierdo del portero. Inalcanzable.
“Jugar está muy caro, así que estoy contento”, dijo luego Casillas. “Hay que estar al máximo nivel cuando tienes la oportunidad para que el entrenador vea que puede confiar en ti. Cuando juegas cada dos semanas es difícil mantener la concentración. Pero con la ayuda de todos los compañeros es más fácil llevarlo bien”.
La muchedumbre se tiró la noche acordándose de la madre de Cristiano en un castellano de pronunciación tan perfecta que hizo pensar que el sueño de unidad cultural europea es un hecho. Cristiano respondió entusiasmado, adueñándose poco a poco de todas las jugadas relevantes de su equipo cada vez que atacaba. No desaprovechó el error de Cáceres, que le entregó una pelota a Benzema antes de que el francés se la pudiera en bandeja al ejecutor principal de su organización. Es decir, al propio Cristiano, que burló a Buffon, una vez más, como si regateara a su hijo en el salón de su casa. Una vez enviada la pelota a la red lo celebró volviéndose a la afición local para liberar su pasión con gestos de triunfo.
Si el plan de Ancelotti se desbarató con el gol de Vidal, el tanto de Cristiano convirtió al partido en un alboroto sin control. No fue lo que tenía pensado el entrenador madridista, que, una vez más, reveló sus verdaderas preferencias. Llegada la máxima exigencia, hace oídos sordos a las sugerencias provenientes de la presidencia y apuesta por la vieja guardia. Alonso por Illarra, y Modric por Isco, y Ramos por Carvajal en el lateral derecho. En Turín, el técnico solo accedió a poner a Bale en lugar de Di María, pero restableció al argentino cuando se propuso cerrar el partido para defender el 2-2.
El gol de Bale, después de otro error defensivo del Juventus, puso de manifiesto la habilidad del galés para correr al espacio tanto como el nerviosismo del equipo de Conte. El calor quemó, sobre todo, a sus hombres. En cuanto a Ancelotti, debió pensar que con atacantes como Cristiano y Bale no vale la pena detenerse a elaborar demasiado el juego. El razonamiento es lógico hasta cierto punto y le aproxima a su predecesor Mourinho pues ahora (se vio contra el Barça, el Sevilla y el Rayo) manda jugar al contragolpe más que nunca.
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