El enigma Messi
El nuevo plan de juego ha incidido en el rendimiento del delantero, introvertido, debilitado físicamente y saco de todos los golpes
“Estén tranquilos, Leo volverá”. El Barça aguarda a Messi, como si últimamente no jugara a fútbol, y hay competencia por ver quién anuncia antes qué día regresará, cosa que significa que de nuevo marcará goles, que recuperará el liderazgo del equipo que discutirá el pichichi con Cristiano Ronaldo y que se reivindicará como número uno. Ya se sabe qué se espera del 10 del Barça, y desde su padre a sus compañeros apuestan por que su reaparición será hoy contra el Milan, un adversario al que le ha colado seis goles en siete partidos, el último el pasado 22 de noviembre en San Siro.
Messi suma cuatro partidos de Liga sin marcar (Osasuna, Madrid, Celta y Espanyol) y también sin participar decisivamente en el juego del Barcelona. Hay una causa objetivable para explicar su rendimiento: “Todavía no estoy al 100% físicamente", se ha justificado, “pero a medida que pasen los partidos iré cogiendo el ritmo”. Que no está fino no solo se ha constatado en la cancha sino también en el rondo de los entrenamientos. A Messi nunca se le había visto tanto tiempo en el centro del círculo como si fuera un novato en busca de la pelota.
Al delantero le martiriza el recuerdo de la lesión del bíceps femoral que sufrió el 2 de abril en París. No ha jugado a gusto desde entonces y dejó de jugar partidos tan decisivos como el de Bayern en el Camp Nou el 1 de mayo. No debe ser fácil asumir cuatro lesiones en seis meses cuando se alineó de forma ininterrrumpida desde 2008 a 2012. No ha tenido continuidad, alternó buenas actuaciones con partidos reprobables y nunca se supo sobre la causa de su estado de forma.
Introvertido, Messi es un enigma en el vestuario del Camp Nou. No se sabe nada sobre sus cómplices y resulta difícil interpretar sus silencios, por más que su entrenador y los jugadores se llenen la boca en defensa del 10. “Aunque sufrió dos lesiones al inicio de temporada y perdió la forma, todo lo que hace durante el partido es decisivo”, recuerda Martino. “Quien critica a Leo es que no sabe lo que es el fútbol”, argumenta Montoya. Añade Alves: “Leo hace lo de siempre y sigue siendo nuestro jugador más decisivo”. Iniesta asegura que a Messi “no le pasa nada” y Piqué redobla: “Está bien. No hay otro ni habrá nunca en el mundo otro como Leo”. Hasta Allegri, técnico del Milan, se sumó al boato: “Messi sigue siendo el mejor del mundo; si no estamos atentos, lo pasaremos mal”.
El 10 evoca más al futbolista de la selección argentina que a la figura del Barça
Messi está preocupado por su salud, sus sensaciones son variables, a veces se siente bien y otras mal, necesita recuperar la seguridad de antes, la autoestima de siempre y sobre todo ser de nuevo importante, incluso que se vuelva a hablar de la messidependencia. No se sabe muy bien hasta qué punto ha influido en su delicado momento que no descansara en verano, la multa de Hacienda ni su condición de padre o si le importa mucho o poco que le cambien en los partidos. Hay quien sospecha que no se cuida tanto como antes y también quienes piensan que solo tiene en la cabeza el Mundial. Admiten de todas maneras en su entorno que está “preocupado e incómodo”.
El 10 ha perdido explosividad, decisiva para su fútbol, y al mismo tiempo el equipo ha variado su juego con Martino. Messi marca menos goles (12 en 14 partidos), interviene menos, remata menos y recibe menos faltas. Hay menos volumen de juego a su alrededor porque cae más a la banda derecha, se aleja del área y no se junta tanto con Xavi e Iniesta, también más desconectados del juego y en precaria situación física. El fútbol es más directo, ha perdido pausa, asociación y combinación, y normalmente se decanta más por la banda izquierda de Neymar. A veces, visto desde el punto de vista barcelonista, parece como si Messi jugara en el Barça como lo hace en Argentina. El problema es que no se sabe si tal circunstancia le preocupa.
Quizá el delantero debería tomar partido. Imprescindible cuando el Barça marcaba la diferencia a partir de la velocidad de la pelota, un ejercicio colectivo, s sus 25 años, Messi ha perdido protagonismo desde que se imponen las largas conducciones y se ha debilitado el juego de posición. A la espera de que se active, el 10 es el saco de los golpes y el paraguas de los que andan con problemas, no solo por su condición de mejor jugador sino también por su honestidad y transparencia. A pesar de sus desplantes en la cancha, propios de un niño, jamás culpó a nadie de su aislamiento. Puede que cuando sepa decir qué le duele se podrá curar su enfermedad.
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