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El Athletic borra al Villarreal

El equipo rojiblanco se da un baño de tranquilidad ante un rival directo

Aduriz abraza a Mikel Rico tras el gol de este.
Aduriz abraza a Mikel Rico tras el gol de este.Alfredo Aldai (EFE)

Los árbitros están para que se les critique, para darles con la regla en las uñas aunque no les duela, para silbar aunque no oigan, para protestar aunque no escuchen. Pero, también están para despertar los partidos, para agitar la contienda, para revolverlos. Poco se imaginaba José Antonio Teixeira que un par de faltitas lejos de la zona de minas iban a ser tan determinantes en el despertar turbulento de un equipo dormido, en este caso el Athletic, anestesiado por el orden pretoriano del Villarreal. Era todo tan plano que lo cambio Vitienes en dos cuestiones intrascendentes: señaló una falta de Aduriz, que no era, en una jugada baladí y un minuto después otra, que tampoco era, de Balenciaga en un costado insulso del campo. Y el Athletic se encabritó. El fútbol que no tenía se convirtió en desahogo y al minuto siguiente de la segunda falta, el enésimo centro de Iraola lo enganchó con la cabeza Mikel Rico, un futbolista inesperado en el área salvo en los casos de salvamento y socorrismo. Y dos minutos después, Musacchio, supuestamente un baluarte, arrió bandera en un despeje de cadetes (o lo que fuera lo que quisiera hacer, que eso solo lo sabe él) y le dejó el balón a Aduriz, con Asenjo como único contrincante de su paseo. San Mamés enmudeció y esperó la carrera del guipuzcoano, que estaba más seco que un arenque de vacaciones. Pero Aduriz la enchufó, porque el regalo de Musacchio no merecía un desprecio.

ATHLETIC, 2; VILLARREAL, 0

Athletic: Iraizoz; Iraola, Gurpegui, Laporte, Balenziaga; Iturraspe (San José, m. 73), Mikel Rico (Beñat, m. 79); Susaeta, De Marcos, Muniain; y Aduriz. (Toquero, m. 87) No utilizados: Herrerín, Herrera, Albisua y Guillermo.

Villarreal: Asenjo; Mario, Musacchio, Dorado, Jaume Costa; Bruno, Pina, Aquino (Trigueros, m. 45), Cani; Jonathan Pereira (Moi Gómez, m. 45) y Gionani (Uche, m. 63). No utilizados: Juan Carlos, Pantic, Pablo y Perbet.

Goles: 1-0. M. 32. Rico. 2-0. M. 34. Aduriz.

Árbitro: Teixeira Vitienes II. Expulsó a Bruno (m. 45 por doble amarilla) y monestó a a Iturraspe, Iraola,. Mikel Rico, Cani y Jonathan Pereira, Susaeta, Trigueros, San José.

Unos 35.000 espectadores en San Mamés.

Y todo había ocurrido porque sí, porque Teixeira había cambiado los análisis de partido y el Athletic había demostrado que solo reacciona en el nuevo San Mamés cuando le dan en el morrillo (siempre empezaba perdiendo) y como el Villarreal era más académico que una cumbre de embajadores, pues dos rejonazos insulsos encelaron al toro y durmieron al torero.

Porque el Villarreal era pura ortodoxia, sangre fría, pero fría, fría hasta el punto de que Giovani parecía un meritorio asustado, perdido, olvidado. Un par de pases de Cani, lejos, muy lejos del ruedo, casi en el burladero y antes de salir el toro.

No era el Villarreal un equipo jugón sino con más aire de jugadillero frente a un Athletic que había dejado a sus jugones en el banquillo (Beñat, Herrera) por distintas razones. El factor sorpresa era Mikel Rico, el supuesto medio escoba, la aspiradora del medio campo, el mediocentro que ve más a sus defensas que a sus delanteros. Pero era una trampa. Valverde le adelantó 10 metros sin que desatendiera los diez metros por detrás y descabalgó al Villarreal, que quizás se esperaba otra cosa. Pero lo cierto es que un presunto secundario se comió la película él solito. Ni Pina ni Aquino ni Bruno (mientras estuvo en el campo, antes de ser expulsado al borde del descanso) pudieron entender qué hacía ese chico calvo y poderoso que se enfrentaba por igual a los medios, a los defensas y a los delanteros. Menos aún le entendieron cuando hizo el primer gol, llegando de la estepa, tras auxiliar a sus compañeros, primero, para recuperar el balón, y después para abrir el regalo de su compañero Iraola. Rico le explicó al Villarreal que no hay decreto alguno en el fútbol que prohíba al mediocentro pisar el área contraria, que los sueños son libres.

Luego el regalo lo hizo Musacchio, equivocando el destinatario, lo que Aduriz agradeció como solo un goleador agradece que le abran el grifo cuando le carraspea la garganta. En ese momento murió el Villarreal. El último estertor lo dio cuando Bruno fue expulsado al borde del descanso por acumulación de tarjetas amarillas.

De no haber sido por la voracidad del Athletic, ansioso, enamorado de su primera superioridad en el marcador en el nuevo San Mamés y por la inferioridad numérica del rival, el partido se hubiera convertido en una lluvia de otoño, fina y seca, más llorosa que insolente.

Valverde sigue explorando los recursos ajeno a las críticas a sus variantes

Quería el Athletic engrandecerse, autoestimarse tras muchos sacrificios, darse un atracón antes del postre ante un rival que perdió la fe en el descanso, aunque Marcelino le puso penicilina metiendo a Uche y a Trigueros, porque la ambición de ganar es siempre menos dolorosa, pase lo que pase, que asumir la derrota pequeña como un mal menor. Y con diez, y perdiendo 2-0, el Villarreal le exigió el sueldo a Iraizoz por primera vez en el minuto 62 cuando tuvo que desviar un disparo con la pierna. Y ya pasado el minuto 80 probó sus reflejos en un libre directo que le permitió al guardameta reclamar su vela en la tarta.

Resulta que el castigo era el examen. Y el Athletic lo aprobó antes, con una nota elevada por la variedad de sus recursos, que Valverde sigue explorando ajeno a las críticas a sus variantes. El submarino, en cambio, esta vez no flotó. Ni por encima ni por debajo.

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