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Mariño sostiene al Valladolid

El portero detiene un penalti y salva un punto ante un Levante sin luces que desaprovecha una superioridad numérica en el segundo tiempo

Omar lucha por el balón con Diop
Omar lucha por el balón con Diop Gonzalo Arroyo (GETTY)

En el equilibrio, en la escasez, una acción puede resultar capital para el desenlace de un partido. El Levante se encontró con un penalti a favor y un jugador más en el último minuto de la primera mitad y con empate en el marcador. Y emergió Diego Mariño, inmenso hasta el punto de agigantarse y detener la pena máxima lanzada potente y esquinada por Ivanschitz, nada reprochable al austriaco. Y con toda la segunda mitad por delante con un efectivo más, al Levante le faltaron luces. Carente de fútbol, no le llegó el ánimo para derrotar a un Valladolid de inicio atrevido y que dedicó el segundo acto a contemplar cómo el Levante se peleaba con sus limitaciones.

LEVANTE, 1 - VALLADOLID, 1

Levante; Keylor Navas; Chris; Vyntra, David Navarro, Juanfran; Diop, Sergio Pinto; Xumetra (Pedro Ríos, m. 67), Ivanschitz (Barral, m. 55), Rubén; y Baba (Nong, m. 73). No utilizados: Javi Giménez; Héctor Rodas, Simao Mate y El Adoua.

Valladolid: Mariño; Rukavina, Jesús Rueda, Peña, Bergdich; Sastre, Baraja; Ebert, Osorio (Rossi, m. 56), Omar (Rama, m. 58); y Javi Guerra (Manucho, m. 71). No utilizados: Jaime; Veloz, Marc Valiente y Alcatraz.

Goles: 1-0. M. 36. Baba. 1-1. M. 42. Javi Guerra.

Árbitro: Hernández Hernández. Expulsó a Bergdich (m. 44). Amonestó a Rubén, Javi Guerra, Rama, Diop y Baraja.

12.000 espectadores en el Ciutat de València.

Juan Ignacio Martínez (JIM) renunció a su credo en su estancia en Valencia. En las dos temporadas en el Levante, el técnico alicantino dejó en barbecho su ideario para adaptarse a las características del conjunto granota. De regreso al Ciutat de València al frente del Valladolid, JIM mostró el pensamiento que prevalece en su mente: el esférico es el protagonista del juego y cuanto más pertenece a mi equipo, el éxito está más próximo. Y a ello se aplicó el Valladolid en la primera parte, dominador y elegante, pulcro en su puesta en escena, aunque apenas inquietante para el Levante.

Con Caparrós en el banquillo, el Levante amplifica los hábitos adquiridos en los últimos tiempos. Al contrario que el conjunto pucelano, piensa que la posesión no garantiza nada. Disfrazado de víctima, al Levante le cunde más la réplica que el discurso. Mientras el Valladolid acunaba el balón, de derecha a izquierda, de atrás hacia adelante, con escaso rédito atacante, el Levante se relamía oteando cómo coger desprevenido al rival. Interceptar y lanzar es su máxima opción ofensiva. Y no por sabida resulta más controlable para el contrario. Un robo en el centro del campo de Diop propició un contragolpe letal. Percutió por el costado izquierdo Juanfran, un chaval de 37 años, y su mal centro logró despistar a la defensa blanquivioleta, que se enredó a la hora de despejar. La pelota a los pies de Baba, la empujó a gol. El primero del senegalés vestido de azulgrana.

El arrebato se tradujo en eficacia para el Levante. Y con finura alcanzó el empate el Valladolid, tras un buen gesto técnico de Javi Guerra, que, rodeado de cuatro defensores, supo revolverse y alojar el esférico en la portería de Keylor Navas. Y a falta de un minuto para concluir el primer acto las circunstancias se aliaron con el Levante. Un forcejeo entre Bergdich y Xumetra fue decretado como penalti y expulsión del defensor vallisoletano. La pena máxima lanzada con potencia y colocación por Ivanschitz fue repelida con agilidad por Diego Mariño. El internacional sub21 formado en el Villarreal, que mantiene una opción de recompra, está mostrándose como un portero de gran potencial.

Al igual que le sucedió ante el Almería tres días atrás, el Levante tenía la misión de gestionar la superioridad numérica, la tercera en lo que va de Liga, con mucho camino por delante. Los esquemas se intercambiaron en los equipos. Al Levante le tocó llevar la iniciativa. Por falta de costumbre, no supo hacerlo.

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