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El Atlético no para de crecer

El equipo de Simeone se impone al Zenit primero por juego y después por fe

Ladislao J. Moñino
Miranda anota el primer gol del Atlético.
Miranda anota el primer gol del Atlético. Alberto Martín (EFE)

En su regreso a la Liga de Campeones, el Atlético no defraudó. No se llenó el estadio, lo que sorprendió, pero el equipo fue capaz de transmitir en el mayor de los escaparates esa creencia indestructible en la victoria que le ha sacado de la clase media del fútbol europeo. Tuvo que rearmarse la tropa de Simeone de un partido del que pareció marcharse en los pocos minutos que el Zenit se exhibió. Se rehízo con la lucha de Arda para buscar por dos veces un rechace y a trompicones cargados de fe introducir la pelota en el marco de Lodygin.

No desperdicia nada el equipo de Simeone por ese sentido de trascendencia que le da a cada pelota que queda suelta. No hay conjunto que acuda a los rechaces o a las jugadas a balón parado con más carga emocional y guerrillera. El partido dejó constancia de que este grupo de futbolistas entregado a la pasión de su entrenador continúa con su mensaje de crecimiento continuo, propagado hasta en la pizarra de Spalletti. Quizá harto de que las inversiones millonarias que hacen sus patronos se le despilfarren en la Champions por grietas de la ingenuidad, dispuso una defensa de cinco, le entregó la pelota al Atlético y esperó a que Hulk, Danny o Kerzhakov justificaran el cartel de amenazas con el que llegaban. Nada de eso sucedió hasta el segundo tiempo, cuando vista la planicie en que convirtió el juego de equipo decidió desmontar la defensa de cinco. Entonces sí apareció el mejor Zenit durante unos minutos. Suficientes para que Kerzhakov con un remate picado le hiciera enseñar a Courtois las mejores de sus virtudes: su rapidez de movimientos pese a su envergadura, que le permitió meter una mano prodigiosa abajo. Lo siguiente fue un latigazo de Hulk, que ha convertido en costumbre firmar goles rompedores en el Calderón. De nuevo fue un zurdazo contundente que reventó la escuadra derecha de Courtois.

ATLÉTICO, 3 - ZENIT, 1

Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Gabi, Mario Suárez; Turan (Raúl García, m.87), Koke (Cristian Rodríguez, m.89), Adrián (Baptistao, m.79); y Villa. No utilizados: Aranzubia, Insúa, Alderweireld y Guilavogui.

Zenit: Lodygin; Smolnikov, Lombaerts, Luís Neto (Shatov, m.46), Hubocan, Ansaldi; Zyryanov (Arshavin, m.75), Witsel; Hulk (Bystrov, m.85), Kerzhakov y Danny. No utilizados: Yegor, Lukovic, Fayzulin y Tymoschuk.

Goles: 1-0. M. 40. Miranda. 1-1. M. 58. Hulk. 2-1. M. 64. Arda Turan. 3-1. M. 80. Leo Baptistao.

Árbitro: W. Collum (Esc). Amonestó a Godín, Lombaerts, Smolnikov, Hubocan y Hulk.

Unos 40.000 espectadores en el Calderón.

El tanto pareció doblar las piernas del Atlético, noqueado durante unos minutos por todo lo que había capado Spalletti en el primer tiempo. Tres delanteros que hacen daño con la pelota, que la necesitan más de lo que el dibujo de su entrenador se la ofreció y el Atlético le dejó.

Ese paso atrás inicial del técnico del Zenit puso al equipo de Simeone ante un paisaje por el que no acostumbra a tramitar los partidos. Tuvo que manejar el balón y el peso del juego. Y lo tuvo que hacer sin las revoluciones de Diego Costa. No pudo hacer mucho daño, pero en ese crecimiento incesante enseñó que intenta aprender a manejar también esos registros. Fue hasta académico en toda su interpretación de ese dominio en el que no se siente tan cómodo. La ortodoxia comenzó por la contundencia de sus centrales, atentos siempre para cortar cualquier intento de contra. En campo contrario, no paró el Atlético de buscar agujeros por derecha, por izquierda, con sus dos laterales ejerciendo como dos extremos, con los regates de Arda, el dinamismo de Koke con adornos como un sombrero. Juega mucho Simeone con las posiciones de Arda y Koke. Los coloca según intuye los partidos primero y varía su posición según ve si hacen daño o no.

Nadie acude a los rechaces con la carga guerrillera y emocional de los rojiblancos

Los desmarques y las combinaciones de Villa y Adrián también formaron parte de esa intentona de encontrarle espacios al Zenit. Adrián, caído a la izquierda, casi como quinto centrocampista, estuvo entonado con alguna carrera y primeros toques que ayudaron a minar a la defensa del Zenit, que se rajó en una jugada a balón parado, una marca definitiva en este Atlético. El córner lo había provocado Gabi, que fue a pelear la pelota en otro de esos actos de fe que tantos réditos futbolísticos como emocionales generan al colectivo. Se fue Miranda al primer palo haciéndose el despistado, mirando con el rabillo del ojo que Koke volviera a enseñar su guante, como así fue. El cabezazo fue contundente. Uno de esos testarazos de central de toda la vida, imponente y revientaredes.

El conjunto ruso solo inquietó cuando su técnico fue algo atrevido

Hubo justicia en el tanto de Miranda porque no había más equipo en el campo. Por la ambición mostrada desde el pitido inicial que solo se quebró en ese inicio eléctrico del segundo tiempo que hizo el Zenit. Fue víctima el equipo ruso de ese mensaje cobarde de su entrenador visto lo que pareció poner sobre la hierba en esos primeros minutos de la reanudación. Se cayó con ese empuje de Arda en la búsqueda de un tercer remate y fue rematado por Baptistao, que culminó por abajo un pase de Arda con dirección a Villa. Cortó la trayectoria de la pelota y a la defensa del Zenit por el medio para certificar que el Atlético no para de crecer desde su fe.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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