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Un tiesto con muchas flores

Cancellara gana, Nibali es líder, Pozzolivo sorprende y Valverde encandila en una contrarreloj que se lleva por delante a Purito

Fabian Cancellara sube el puerto del Moncayo.
Fabian Cancellara sube el puerto del Moncayo.Javier Lizón (EFE)

Había varias ecuaciones a resolver en la contrarreloj individual de Tarazona, una especie de examen de selectividad antes de los Pirineos pero con una sola asignatura: cómo navegar en seco y en solitario durante 38 kilómetros con el Alto del Moncayo de por medio y el cierzo soplando leve y favorable, echando una mano al sillín y no al cuello. Una ecuación estaba resuelta de antemano: la contrarreloj ajustaría las tuercas de la clasificación general. Dejando a unos en el tamaño de un pañuelo y a otro grupo, en el de un mantón de Manila.

La ecuación del ganador de la etapa se resolvió a las 15.45, cuando pisó la raya de meta Fabian Cancellara. El ajuste de cuentas era entre Tony Martin y él. El resto eran jueces de paz que libraban otra batalla. Cancellara, más potente, le arrancó 37s al alemán, al que quizás se le hizo corta la galopada después de la exhibición sin premio de Cáceres donde anduvo escapado toda la etapa menos 10 metros. Ayer tan largo llegó que superó la zona de frenada, pasó el cordón de la prensa y siguió corriendo por la carretera con la moto de la guardia civil siguiendo su rueda en espera de su media vuelta. Le costaba parar, pero llegó Cancellara y mandó parar. El suizo es más poderoso en este tipo de trazado, exigente y cambiante como las buenas novelas. Tan poderoso que “incluso subiendo el puerto gané a los que suben mejor que yo”, dijo en la meta tras la larga espera de más dos horas desde que llegó hasta que subió al podio. “Fue una espera muy larga que habitualmente utilizas para recuperarte en el hotel. Pero esperar por la victoria es más llevadero”, dijo el suizo, que le ganó a Martin la previa del mundial contrarreloj de Florencia.

Resuelta la ecuación del triunfo de etapa quedaba la hipótesis de los favoritos. Ni Cancellara ni Martin iban más allá del disfrute momentáneo. Esa fue una ecuación más compleja de resolver. Si Cancellara ganó la Copa, los demás se jugaban la Liga y es difícil saber cuál fue el mejor examen de Tarazona. Nibali fue el mejor de los mejores y se vistió de líder. Eso es indiscutible, pero su examen no fue mejor que el del Doctor Pozzolivo, como le conocen en el pelotón por su licenciatura en Económicas y su tesis sobre las políticas de los gobiernos italianos en el sur de italia desde la Unidad del país. El italiano del Ag2R francés fue el mejor de la etapa tras los mejores y ahora está inscrito entre los del mantón de Manila de la General a 2,44 de Nibali. Pero el examen de Valverde, séptimo en la etapa, tuvo añadidos dos premios: el de la desgracia (pinchó en el kilómetro 7 cuando iba empacado con la bicicleta) y, por ende, el de la combatividad, porque se rehízo, apretó los dientes y supo olvidar el “accidente”. Acostumbrado está el murciano a que siempre ocurra algo que le saque de sus casillas.

También fue un bello examen el de Samuel Sánchez, décimo en la etapa que rescató sus mejores momentos en el momento más oportuno. O el de Roche, regular como el segundero de un reloj para seguir estando ahí, entre los del pañuelo. Porque en ese pañuelo que se cosió en Tarazona están ahora Nibali, Roccde, Valverde y Horner en 46 segundos desde el primero, el italiano, al cuarto, el estadounidense. El segundo paquete, el del mantón de Manila, es más amplio, encabezado por el gran derrotado de ayer, Purito Rodríguez, que se dejó 3 minutos en la jeta respecto a Cancellara pero fue superado por todos sus rivales en mayor o menor medida. No fue su día, irregular en un recorrido, en un examen, que a priori se adecuaba a sus posibilidades. Pero el catalán se atascó, sin pillarle el truco a la carretera y cediendo en todos los terrenos, los iniciales ascendentes y los finales descendentes. Sí, fue el perdedor oficial, por encima de Horner, el estadounidense que sufre más hablando español que cabalgando en la bici y que perdió el maillot que asegura que volverá a lucir pronto.

Demasiadas cosas en 38 kilómetros para llegar a una misma conclusión: la Vuelta debe llegar viva a los últimos días y la Vuelta va a llegar viva a los últimos días, a los altos asturianos donde el Naranco y El Angliru elegirán a los alumnos aventajados. A Nibali, el nuevo líder, lo que más le preocupó fue la picadura de una abeja el día de descanso, cuando reconocía la crono. El bicho se hartó y le medio cerró los ojos por la hinchazón, “menos mal que no era alérgico”, dijo tras la etapa. Aún con la mirada caída, a lo Humphrey Bogart, hizo una crono de alto nivel y ahora es el rey del mambo, aunque el maillot rojo se haya convertido en algo así como el juego de las sillas en las que solo se sienta el más rápido o el mejor colocado. Así que en la ecuación múltiple, que cada cual elija el resultado. El tiesto tiene muchas flores.

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