“La prepotencia te hace mejorar”
Al técnico serbio, cuyo discurso se resiente por el titubeante arranque de su equipo, se le nota feliz. Feliz de dirigir al Valencia
Llegaron los primeros palos a Miroslav Djukic (Serbia, 1966), cuyo sólido discurso se resiente porque el Valencia no arranca como pensaba: una victoria apurada al Málaga y una decepcionante derrota frente al Espanyol. Es alto y fino Djuka, con una cabeza prominente respecto al cuerpo. Y se le nota feliz, en cada pequeño gesto, de entrenar al Valencia que hoy se mide al Barça en Mestalla (21.00, Canal+ 1).
Pregunta. ¿Es demagógico salir en un vídeo conduciendo un tractor para pedir a los aficionados su apoyo?
Respuesta. Es sensibilizar a la gente de que, en un momento, cuando no ves la salida, puedes cambiar tu vida a través de la constancia. Yo he sido un simple trabajador y he conseguido una situación privilegiada.
P. ¿En qué ambiente se crió?
R. Mi padre recogía chatarra, la compraba. Teníamos un huerto, gallinas, cerdos… no comprábamos comida porque la teníamos en casa. La carne era para venderla y tener efectivo, no para consumirla… una familia muy pobre. Comíamos guisos, verduras. Mi hermano mayor era el que estudiaba, el biólogo, la inversión de la familia, y en una época hizo culturismo. Como necesitaba proteínas, era el único que comía carne. La madre la preparaba y los otros hermanos la robábamos, unas peleas tremendas: ‘que no he sido yo, ha sido el otro…’.
P. ¿Estudió?
R. Terminé los estudios esenciales de conductor de excavadoras y empecé a trabajar gracias al fútbol. Un equipo me ficha para que trabaje y juegue, pero yo era muy conocido en el pueblo [1.000 habitantes] como buen jugador. Antes jugaba arriba, de niño tenía mucho desborde. Y cuando pego el estirón, empiezan a meterme más atrás. Me llevaban a la ciudad a probar, pero era muy pequeñito y no me cogían.
El sistema llevó a engaño a mucha gente porque todos queremos vivir mejor"
P. ¿Cómo interpreta la crisis en España?
R. La peor maldición es que tengas y que te lo quiten. La burbuja inmobiliaria permitió a la gente vivir por encima de sus posibilidades y eso condujo a grandes ruinas. Uno debe saber dónde está, qué tiene y cuánto puede estirar el brazo. El sistema llevó a engaño a mucha gente porque todos queremos vivir mejor y dar un futuro mejor a nuestros hijos.
P. ¿Cómo explica la guerra de la antigua Yugoslavia [entre 1991 y 2001]?
R. Siempre culpo a los políticos por no ser capaces de llegar a un acuerdo. La política es compromiso para no llevar a los pueblos a las guerras y a los odios. Una guerra es una desgracia tremenda. Muy evitable.
P. ¿Por qué huye del victimismo?
R. Todos, lo primero que quieren es cubrirse la espalda con el Madrid y el Barcelona. Pero estamos en un gran club, tengo un gran equipo y quiero exigir al máximo, primero a mí mismo y después a los jugadores. A base de humildad, porque el más humilde soy yo. No estamos en club cualquiera, estoy orgullosísimo de pertenecer al Valencia, quiero luchar codo a codo con Madrid, Barça, los Manchester. Podemos tener la deuda que quieras y vender al mejor jugador, pero sigue siendo el Valencia, un club enorme. Yo no odio al Madrid y al Barcelona por creerme inferior. Envidio su mentalidad.
P. En su época de jugador sí compitió con ellos.
R. En mi época teníamos mucha menos calidad individual, pero fuimos mucho más equipo. El concepto de equipo es concienciarse, sacrificar la individualidad, aceptar ser secundario. Porque muchos se creen por encima del equipo: ¡Mentira! Las diferencias económicas son insalvables, pero vamos a intentar recortarlas. El Atlético dio la muestra. El 70% de los equipos vive del error del contrario; solo el 30% produce, genera y lleva el peso. Lo más difícil en fútbol es elaborar, para eso hace falta la calidad.
P. ¿El Atlético pertenece al 70%?
R. El Atlético se defiende bien y sale a las contras, no gana a través del dominio. Y para ganarle…, tela, es muy rocoso. Su entrenador ha conseguido tener a todo el mundo detrás del balón para salir a la contra. Yo quiero que mi equipo elabore y lleve el peso, pero quiero este dominio para hacer daño, con profundidad.
P. Explique su código de mensajes con los jugadores.
R. Un contrario con o sin balón siempre emite señales: a un rival de espaldas, hay que presionarlo para que no se gire; a un contrario con pase, debes reducirle el espacio a tu espalda. A cada movimiento de balón debes responder con un movimiento.
El concepto de equipo es concienciarse, aceptar ser secundario. Porque muchos se creen por encima del equipo: ¡Mentira!"
P. ¿Cuáles son sus fuentes?
R. Siempre he querido ser yo y hacer camino particular, ser un entrenador equilibrado: buena dosis de trabajo defensivo, tener el balón… El entrenador transmite la personalidad al equipo, que es fiel reflejo de lo que tú quieres. Ahí radica el éxito, si eres capaz de transmitirlo.
P. Siempre siguió su camino, como cuando se enfrentó a su compañero y portero Cañizares…
R. Fui bastante individualista. No suelo asociarme en un grupo, pero cuando en algo pienso que tengo razón, voy hasta el final. Tuvimos un conflicto y lo hablamos en la última cena mía como jugador del Valencia. Nos reconciliamos, pero el club nunca sufrió el conflicto, porque para los dos el equipo estaba por encima, fuimos dos grandes profesionales.
P. ¿Qué personalidad quiere en el campo?
R. Tener presencia, no tener miedo de nadie, ser protagonistas. Les contaba a mis jugadores que, cuando jugaba en el Depor, y era un equipo pequeño, teníamos miedo del Madrid y el Barça. Luego el Depor fichó a grandes futbolistas y cuando los tenías al lado decías, hostia, pero si es igual que yo, es bueno, pero igual que yo. La diferencia primordial es la mentalidad. Cuando pisas los vestuarios de Madrid o Barça adquieres esa grandeza o prepotencia que te ayuda a creer en ti mismo.
P. ¿Como en la final de Champions que perdió con el Valencia ante el Madrid en 2000 en París?
R. Ellos jugaban finales y salían como a un partido más, la rutina. Para nosotros era todo. La experiencia de las finales les ha servido para ganar. Si ahora traes aquí a Pepe, es bueno, pero igual que Rami o cualquier otro. Ellos se lo creen y confían en sí mismos. Una dosis de prepotencia es buena para mejorar porque te obliga a ir a más.
La diferencia es la mentalidad. Cuando pisas los vestuarios de Madrid o Barça adquieres esa grandeza o prepotencia que te ayuda a creer en ti mismo"
P. Usted jugó grandes partidos contra el Barça. ¿Recuerda la chilena de Rivaldo?
R. Recuerdo más el 3-4 en Camp Nou, perdíamos 3-0 y remontamos. Era la época en la que Piojo López los volvía locos. Este Barça tiene mucho más sacrificio y, por lo visto, ha recuperado la reacción tras pérdida de balón.
P. ¿Prepara algo para Messi?
R. Estaremos atentos por las zonas por donde se mueve, pero nadie ha descubierto el antídoto.
P. ¿Quién es Fede [fuera de la convocatoria por lesión]?
R. Lo conocí de niño porque jugaba con mi hijo en juveniles en Torre Levante. Me percibe como padre de su amigo, y un día me dice: ‘¡Estás loco, Djukic!’. No ha hecho nada, pero ha nacido para ser futbolista, se ve en cada cosa que hace con el balón.
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