Salom, a la pata coja
El mallorquín defiende su liderato con otro de sus habituales ataques en las últimas curvas pese a correr lesionado
Anda con muletas, pero corre sin ellas. Luis Salom, el líder de Moto3, el rey de la última vuelta, se apoyaba en ellas para caminar y solo las soltaba para subirse a la moto. También lo hizo para subir al podio, claro, para poder levantar con las dos manos el trofeo de campeón y poder también descorchar el champán. Regresó de Indianápolis con un pie dos veces el suyo, tan inflamado estaba que no le cabía en la bota. Y aunque sufrió de lo lindo por competir con un pie totalmente dormido a consecuencia de los calmantes y de la infiltración en una zona repleta de terminaciones nerviosas, hubiera sido imposible sin ellos, explicaba ahora. Una semana después, ya en Brno, sí que lo intentó: sin calmantes, pese a la duda de si tendrá que pasar por el quirófano cuando regrese a Palma –y eso depende de si la fractura que tiene en el talón es desplazada–. Pese al dolor, mucho, confesó, el resultado no pudo ser mejor.
Salom aguardó paciente escondido en el grupo de cabeza para lanzar el ataque a falta de dos giros para el final. Y como hay pocos que puedan con él, agresivo y atrevido, en los últimos compases de una carrera, tuvo recompensa a tanto esfuerzo. Salom ganó en Brno como ganan los campeones, malherido, en inferioridad de condiciones. Y así, con arrojo y contundencia defendió el liderato de Moto3 con uñas y dientes.
Y eso que los últimos cuatro giros fueron de infarto: Rins rodaba en cabeza, demostrando por qué había sido el más rápido del fin de semana. Había adelantado a Viñales a final de recta, aunque el de Roses se la devolvió y tuvo que volvérsela a jugar en otra apurada de frenada. Tras ellos: Àlex Márquez, que había mantenido su ritmo y rodado segundo a rueda de Viñales durante unas cuantas vueltas, metía la rueda en cada hueco libre y añadía aditivos a una ya de por sí animada pelea por el título; Luis Salom, que estudiaba sus opciones, calibraba su estado de forma, y mientras tanto se iba acercando más y más a la primera posición; y Jonas Folger, paciente, expectante, sabedor de que tarde o temprano volvería a tener una oportunidad de colarse en el podio. En cuatro giros pudo pasar de todo y lo único que no hubo fue accidentes. Salom empezó a remontar posiciones. Márquez andaba loco a cada frenada, buscando su sitio. Rins y Viñales se esforzaban por no perder una posición que creían propia, la del líder de la prueba. Hubo adelantamientos de todo tipo, toques entre compañeros de equipo, y llegar a final de la recta de meta y trincar los frenos era una auténtica lotería.
Al final, Salom salió vencedor y se convirtió en el héroe de una película que ya ha visto muchas veces este año. Viñales –el único que todavía no ha faltado a su cita con el podio– tiró de oficio para preservar esa segunda posición. Y Folger aceptó con agrado el regalo de los Àlex, Rins y Márquez, quienes enzarzados en una pelea fratricida por alcanzar el podio se quedaron ambos sin premio. El ambiente en el taller subió de temperatura cuando Rins regresó con su moto de la pista. Estaba hecho una furia. Después de dos victorias seguidas quedaba fuera del podio y algo más lejos de Salom (a 28 puntos) en la clasificación general.
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