La lección de la última curva
Jorge Lorenzo regresa al circuito de Brno, donde Dani Pedrosa le ganó hace un año el primer cuerpo a cuerpo
El domingo en que Marc Márquez adelantó con poco decoro a Jorge Lorenzo en el circuito de Jerez, en la cabeza del campeón del mundo despertaron viejos fantasmas. El debutante se atrevió con una maniobra similar a la que había firmado Rossi con Gibernau en el 2005. Era la última curva de la última vuelta. Y Lorenzo, que era segundo, por delante del de Honda, terminó saliéndose de la trazada tras el choque. Cruzó la meta 2,5 segundos después de Márquez. Su enfado era tremendo. Aunque nunca obvió que había cometido un error: le dejó espacio, le abrió la puerta. El mismo error por el que se lamentó el curso pasado con Pedrosa cuando ambos peleaban por la victoria. La lección de la última curva, esa que él mismo reconoce debió aprender hace unos años, vuelve a su memoria ahora, de regreso a Brno, el circuito en el que Pedrosa le ganó un duelo cuerpo a cuerpo por primera vez.
“No estoy contento”, dice el mallorquín, segundo en los ensayos tras Bradl
Entonces Lorenzo llegó a la última vuelta en segunda posición, dispuesto a lanzar el ataque en ese segundo tramo del circuito al que él y su Yamaha le tienen tomada la medida. Y en esa zona en la que se suceden dos curvas a la derecha primero y otras dos a la izquierda después logró colocarse en cabeza. Y se creyó vencedor. Pero el de Honda le persiguió hasta el final y al llegar a las últimas dos curvas aprovechó el fallo de su rival, que trazó como si no hubiera nadie tras él pisándole los talones. El catalán le tomó el interior y completó el adelantamiento en la última curva, por fuera.
Se ha preocupado tanto el mallorquín por perfeccionar sus líneas y ser delicado en su pilotaje, para ganar constancia y regularidad, que se ha olvidado por momentos de la lección que ya le enseñó Rossi en el 2009, en su segunda temporada en MotoGP. Lorenzo adelantó al italiano en la última vuelta. Pero el nueve veces campeón del mundo no desperdició el hueco que asomó a la llegada de ambos a la curva 13, allí donde su colega se creía ya seguro vencedor. No fue así. Él llegó antes a la última curva, pero Valentino salió primero. Y Lorenzo, que siempre dice que la moto es instinto, que ahí encima no se piensa, cruzó la meta 95 milésimas de segundo más tarde.
Lorenzo ahora tiene claro qué debe hacer, como podría en Brno, donde la última curva es un punto caliente para los adelantamientos
Pero la experiencia hace al deportista. Y ahora tiene claro qué debe hacer si el escenario se repite, como podría ocurrir este domingo en Brno, donde la última curva es un punto caliente para los adelantamientos: “Cerrar la puerta sería una buena idea. Aunque mejor escaparme y olvidarme de problemas”, decía con cierto sarcasmo. “Hay varias lecciones que aprender. La primera es utilizar en la última curva una trazada diferente a la que se ha utilizado durante toda la carrera para intentar tapar el hueco. Tendría que haberlo aprendido después de Montmeló 2009, pero me ha vuelto a pasar. La segunda lección es no fiarte de la distancia que crees tener con el de atrás. Como me pasó con Márquez en Jerez, creí que estaba más lejos. No hay que fiarse ni un pelo de esa distancia hasta que pases la línea de cuadros”, explica el de Yamaha, que cerró la jornada del viernes algo enfadado con su rendimiento en un circuito en el que se cree obligado a ganar.
Siempre se le dio bien y encaja a la perfección con su Yamaha por sus curvas enlazadas y rápidas y las escasas frenadas. Suyos son el récord de la pista (1,56’274s) y la vuelta más rápida dada al trazado (1,55’799s). Sin embargo, la vuelta rápida del viernes se la llevó Bradl (1,56’500s), con esa Honda que reduce distancias con la M1 hasta en los circuitos más proclives a un triunfo de la moto de los diapasones. Él, segundo, exigente consigo mismo, fue 38 milésimas más lento. Y se enfadó: “No estoy contento”, advirtió. Tras tres triunfos consecutivos de Márquez, tiene hambre de victoria.
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