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Una obra de autor

Aguirre exprime las mejores armas del Espanyol para desactivar a un Valencia sin cuajar

Jordi Quixano
Los jugadores del Espanyol festejan el gol de Stuani
Los jugadores del Espanyol festejan el gol de StuaniD. Ramos (Getty )

El intervencionismo de los entrenadores es exigido y, como tal, indescifrable hasta que la idea cobra cuajo. Guardado y Parejo tenían protagonismo con Valverde del mismo modo que Djukic entiende que Mathieu debe ser el lateral y Jonas actuar de extremo. También pide toque y paciencia, además de una salida limpia, todo un vaivén que aún no ha digerido el Valencia, que aceptó el regalo de Caballero para ganar al Málaga, pero que nada pudo hacer ante la obra de autor de Javier Aguirre. Sabe lo que tiene el técnico blanquiazul entre las manos y lo exprime de rechupete. Afilado en los ataques desde los costados y magnífico a balón parado, el Espanyol firmó un duelo de lo más completo, un triunfo sin reparos.

ESPANYOL, 3 – VALENCIA, 1

Espanyol: Casilla; Javi López, Colotto, Héctor Moreno, Fuentes; David López, Víctor Sánchez; Stuani (Lanzarote, m.78), Pizzi (Abraham, m.62) Simão; y Sergio García (Thievy, m.71). No utilizados: Germán; Raúl Rodríguez, Capdevila y Sidnei.

Valencia: Alves; João Pereira, Rami, Ricardo Costa, Mathieu (Guardado, m.83); Javi Fuego, Míchel (Bernat, m.64); Feghouli (Canales, m.70), Banega, Jonas; y Postiga. No utilizados: Guaita; Romeu, Parejo Joanthan Viera.

Goles: 0-1. M.9: Postiga. 1-1. M.31: David López. 2-1. M.47: Stuani. 3-1. M.88. Thievy.

Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a David López, Rami, Simão, Banega y R.Costa.

Cornellà-El Prat: 18.121 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por la muerte de Álvaro Bultó.

Lejos de atender a la condición presupuestaria o a las etiquetas, reclamó el protagonismo absoluto del balón el Espanyol, intérprete de un fútbol tan dinámico como persistente. Inmune al desaliento al acumular varapalos a modo de remates fallidos y al llegarle el gol rival en la única ocasión que tuvo, el equipo blanquiazul tuvo personalidad, presencia y el librillo bien aprendido, con un juego directo pero subrayado en las bandas, con Víctor Sánchez como timón, Pizzi como surtidor de centros y Sergio García como punto final. Mucho más que el Valencia, que tiene una idea que no sabe plasmar. Equipo en construcción y aún de fútbol anémico, todavía no se adecua a la exigencia de Djukic, que pretende llegar al área rival con delicadeza y no a mordiscos. Un proyecto que rechina en las botas de Rami y Fuego, que se prodigan en la destrucción al tiempo que no desatascan la raíz. Y circunstancia que repercute en Feghouli y Jonas, anónimos en Cornellà, además de un Banega intermitente y desatinado en los momentos decisivos, como en esa contra de cinco contra dos que ralentizó y acabó por desactivar al no atender al fuera de juego. Matices, en cualquier caso, que poco interesan a Postiga, anárquico por definición, buscavidas del remate profesional.

Autor de su obra, el Espanyol lo hizo todo. Incluso lo malo. Así, Héctor Moreno se despistó en una jugada y Jonas advirtió el desmarque de Postiga. Pase, remate y gol, bienvenida de lujo para el ariete portugués, que tiene la difícil tarea de reemplazar a Soldado, que ya tuvo que hacer las Américas tras la marcha de Villa. Un puesto de mucho pedigrí, pero un reto excelente para Postiga, punteador excepcional cuando le alimentan. Tuvo una y acertó. Pero solo una.

Feghouli y Jonas fueron anónimos en Cornellà, además de que Banega resultó tan intermitente como desatinado

Lo contrario hizo el Espanyol, que desde que se abriera el telón, a los 30 segundos, inició su asedio con una volea de Simão que le cuchicheó al palo por fuera. Todo estaba estudiado. La presión en las zonas calientes; la salida en tromba tras recuperar el balón; y la colocación de Stuani como enganche —para prolongar los pelotazos y llegar al remate de cabeza en el área—; además, de la definición de Pizzi como extremo, excepcional en el quiebro y centro. Pero gastó muchas monedas hasta llevarse el premio porque Sergio García no vio puerta como tampoco lo hizo Colotto cuando lo fácil era meterla.

Apocado ante la insistencia del Espanyol, Javi Fuego actuó de tercer central y el Valencia fue ese grande en el papel de pequeño. Lo pagó. Sobre todo a balón parado, la mejor de las suertes del equipo desde que llegara Aguirre. Primero centró Simão —a recriminarle un puñetazo sobre Rami que le abrió una brecha— y remató David López; y después colgó el cuero Fuentes para que Stuani la enviará al palo y a la red. Pretendió entonces Djukic retrasar a Banega para que conjugara el balón, al tiempo que Canales salió para dar colorido. Pero era tarde. Más que nada porque pocos le ganan a amor propio al Espanyol, toda vez que ya volteó el duelo ante el Celta, lo mismo que ante el Tottenham en pretemporada. Por lo que Thievy, después de un zigzagueo magnífico de Lanzarote, acabó la obra.

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