¡Vaya dos!
Sergio Sánchez y Alemayehu Bezabeh, eliminados en las series de 5.000 m
Sergio Sánchez, leonés de comarca minera, es un hombre drástico que para para curarse del miedo a volar en avión se sacó el título de piloto de avioneta. Alemayehu Bezabeh, etíope de Addis Abeba, español de Consejo de Ministros desde 2008, es un superviviente que no ha encontrado solución a su principal problema: con calor no rinde. Como ambos son los representantes de España en la prueba de 5.000 m, sus pasos se encontraron esta mañana en el soleado Luzniki, cuya pista azul tan elástica les condenó al mismo destino, la eliminación. No hay hueco para los españoles en el espacio de Mo Farah y Bernard Lagat. Por tercera vez en la historia de los Mundiales, y por primera desde Helsinki 2005, no habrá camisetas rojas de España (y se nota la ausencia del habitual y fiable Jesús España, lesionado) en una final de 5.000 m.
Hace un par de años, cuando Bezabeh había regresado a Etiopía para cumplir una sanción de dos años por su implicación en la Operación Galgo, Sánchez, drástico y con un tono que podía entenderse como racista, declaró en una radio que era una vergüenza que en España se nacionalizara tan fácilmente a los atletas africanos, que quitaban el puesto a los españoles. “Pero no soy racista”, añadió. “De hecho, mi novia es marroquí”. Y para aclararlo más aún, en Moscú, en el gigantesco hotel Cosmos, su compañero de habitación es el mismo Bezabeh. “Hemos hablado, lo hemos aclarado todo, nos llevamos perfectamente, muy bien. Es un chaval muy noble que ha pagado el pato por todos. Y ya le he dicho que ahora que se viene a vivir a España con su familia que se venga a entrenar a León conmigo, que yo le ayudaré en lo que haga falta”.
Con lo que no ayudó mucho a Bezabeh en Moscú Sánchez fue con sus problemas de sueño, a los que achaca fundamentalmente una actuación mala (14º, 13m 52,05s) que no esperaba y que concuerda con su última actuación mundialista, en Berlín 2009. “Aunque parezca que no, las dos horas de diferencia con España me han afectado mucho. Me he podido echar siestas de tres horas, pero por la noche no dormía. Hoy antes de la carrera me he activado como he podido, con una inyección de vitamina C, con varios cafés… Y al principio de la carrera sentía un poco de flaqueza, pero pensé que lo superaría. Sin embargo, a ters vueltas del final ya me sentí vacío del todo”.
Bezabeh volvía a competir con España después de cumplir sanción por la Operación Galgo, y si hubiera leído a Fray Luis podría haber declarado en la zona mixta, “como decíamos ayer…”, pues él también cayó a la primera en su último Mundial, Berlín 2009. Pero mucho más escueto, casi silente y susurrantes, solo dijo una palabra, “Calor”, para justificar su inesperado noveno puesto en la serie (13m 34,68s). Un poco más tarde explicó que nunca corre bien con calor (21 grados y mucho sol a las 11 de la mañana en Moscú, cuando compitió, 60% de humedad) y que sí, que había sido muy duro ser el único sancionado por la Operación Galgo, pero que también era el único que seguía en la selección de todos los implicados.
Ni para Sánchez ni para Bezabeh el futuro sigue pasando por el 5.000 m. “Mi objetivo es el Europeo de cross, en invierno. Fui el mejor europeo en el último Mundial y creo que puedo decir algo”, dijo el leonés que, antes de ver la luz a los mandos de una avioneta, había renunciado a participar en alguna competición a última hora víctima del pánico en el aeropuerto. “Si no lo supero, ni salgo ya de León. Ahora mi ilusión es que el piloto de Iberia me deje estar en la cabina durante el aterrizaje en el viaje de vuelta”. El futuro de Bezabeh no pasa por convertirse en viajero de la avioneta de Sánchez, sino por trarse a su mujer y a su hija desde Etiopía, quedarse a vivir en España y correr maratones. “Este otoño correré el primero”, dijo. “Ya puedo decir adiós a la pista”.
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