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27 metros en tres segundos

La nueva modalidad de saltos extremos, desde una torre equivalente a un edificio de nueve pisos, aúna riesgo y espectáculo

Robert Álvarez

Son 120 escalones y 27 metros. Es el equivalente a un edificio de nueve pisos. Pero la construcción es de mecanotubo y está situada en el Moll de la Fusta, sobre las aguas del puerto de Barcelona. Desde la plataforma instalada a esa altura se lanzan los saltadores, con tanto coraje como técnica, para impactar en el agua a una velocidad de unos 90 kilómetros por hora tras haber efectuado sus correspondientes piruetas. Se precipitan en tres segundos y, tras diversos giros y carpados, deben recobrar la vertical para caer de pie, en la posición de lápiz, con el objetivo de minimizar el impacto. El más pequeño error puede conllevar una grave lesión.

“Lo que sentimos es una mezcla de adrenalina y de miedo”, explica el francés Cyril Oumedjkane, uno de los 19 saltadores, 14 hombres y cinco mujeres, que empiezan a competir hoy. “No tenía esa sensación desde la plataforma de 10 metros. Pero aquí parece que vueles. Se te encoge el corazón. La velocidad es tremenda en los últimos cinco metros”.

Salto de gran altura, la nueva disciplina

Por primera vez se incluye esta modalidad de saltos de gran altura o extremos entre las pruebas oficiales de los Mundiales de natación. Los directivos de la Federación Internacional (FINA) lo tienen claro. “Estamos en un mundo de deporte y negocio. Tenemos que mejorar el producto de forma constante. Nos interesamos por los saltos de gran altura porque se trata de una modalidad espectacular. Esperamos un gran impacto televisivo”, señala el director general, Cornel Marculescu.

Parece que vueles. Se te encoge el corazón. La velocidad es tremenda" Cyril Oumedjkane, uno de los saltadores

El vuelo es vertiginoso y el saltador entra en el agua con una fuerza equivalente a más del doble de su peso corporal. Orlando Duque, el rey de la especialidad, por ejemplo, se fracturó el coxis en 2002; hace dos años la clavícula; y en un par de ocasiones ha sufrido traumas craneales. La desaceleración en el agua, de esos 85 o 90 kilómetros por hora a cero, se produce en apenas un segundo y medio. Además de las embarcaciones de auxilio, bajo el agua se sitúan buzos atentos a actuar en el caso de que los competidores necesiten ayuda. Los hombres saltarán desde 27 metros; las mujeres, desde 20.

La FINA ha adoptado la nueva modalidad por el enorme éxito del circuito mundial que patrocina desde hace cuatro años una marca de bebidas energéticas. En algunas de las pruebas —esta temporada se disputan ocho— han llegado a congregarse más de 60.000 espectadores. Hoy se espera que acudan al Puerto de Barcelona unos 30.000, a pesar de que entre los participantes no hay ningún español. Las reglas son similares a las que rigen los saltos de trampolín en piscina. Entre los jueces que puntuarán en Barcelona se encuentra el legendario estadounidense Greg Louganis, ganador de cuatro medallas de oro en los Juegos de Los Ángeles 84 y Seúl 88. Entonces no se saltaba desde tan alto en grandes competiciones internacionales. Barcelona marcará un antes y un después.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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