Bale contra Cristiano
El Madrid está dispuesto a subir su oferta hasta los 100 millones de euros por el galés ante el temor de que su gran estrella se niegue a ampliar su contrato más allá de 2015
Las complicaciones en el proceso de renovación de Cristiano Ronaldo empujaron a Florentino Pérez hacia una senda escabrosa y tornadiza. En su doble condición de presidente del Madrid y máximo estratega deportivo, Pérez se vio en la necesidad de buscar alternativas “ilusionantes”, como él dice, por si la estrella portuguesa no aceptaba sus condiciones. Emprendió primero una decidida españolización de la plantilla; luego mandó encuestar a los socios y los sondeos le revelaron que la masa social no considera a Illarramendi, Isco, Morata y Jesé más que complementos. Finalmente, ante el temor de que Cristiano rechace su oferta, el mandatario resolvió alcanzar la cota de los 100 millones de euros para firmar a Gareth Bale. De momento, todas las vías parecen taponadas porque el Tottenham reclama 150 millones por el goleador galés y Cristiano, a quien Pérez sigue sin pedir audiencia, quiere 20 millones netos por temporada.
El Madrid planifica la contratación de Bale desde hace meses pero su valorización ha subido vertiginosamente desde enero, cuando en el club lo tasaban en 50 millones. Según fuentes de las oficinas del Bernabéu, el fichaje de Neymar por el Barcelona forzó a los dirigentes a replantearse los esfuerzos y Pérez puso el tope en 80 millones. Entre mayo y junio el director general corporativo madridista, José Ángel Sánchez, contactó al presidente del Tottenham, Daniel Levy, para expresarle su interés por el goleador, y el dueño del club londinense le explicó que él no hablaba con subalternos. Fue una manera cortante de decirle que rompía el protocolo.
El portugués se reunió con el Manchester United y tomó nota del interés inglés
Cuando Florentino Pérez se entrevistó con Levy, el empresario inglés le trasladó su profundo malestar por el daño que había causado a su club el proceder del Madrid durante el fichaje de Luka Modric, hace un año, invitándole a declararse en rebeldía cuando tenía contrato en vigor, y a ir traspasado por un precio, 40 millones, muy inferior a los 55 que le había ofrecido el Chelsea en 2011. Levy entendió que esa práctica era poco ética y lamentó que el Madrid ahora se interesase por otro jugador del Tottenham. Según fuentes madridistas, Levy pidió 120 millones innegociables y aclaró que se trataba de un sobreprecio que aplicaría exclusivamente al Madrid por los daños causados. Ante tamaña postura, Pérez dio a Bale prácticamente por perdido y deslizó, por medio de Sánchez, una oferta de renovación a Jorge Mendes, el agente de Cristiano, que hasta ahora ha sido la única propuesta que ha hecho el Madrid al portugués: prolongar el contrato hasta 2018 a razón de 14 millones netos por temporada.
Ni Mendes ni Cristiano respondieron nada. Tampoco solicitaron una cita. Cristiano se fue de vacaciones. Estaba en un barco cuando el Manchester United le solicitó celebrar una reunión para ofrecerle un contrato. Mendes proyectó el encuentro más discreto que pudo organizar. Tuvo lugar hace un mes en Singapur, en una casa propiedad del magnate Peter Lim, que, además de poseer un porcentaje de la escudería McLaren, es socio del Manchester en un negocio de franquicias en Oceanía. El Manchester se presentó con tres ejecutivos y un abogado dispuesto a firmar el contrato que hiciera falta.
Cristiano se quedó encantado con el respeto y el afecto que le dispensaron los británicos. Según fuentes de Gestifute, la empresa que dirige Mendes, le expresaron que, tras la marcha de Alex Ferguson, necesitaban ocupar el vacío con un nombre adorado por la afición, y que nadie reunía sus condiciones futbolísticas y humanas. Le plantearon que si se quedaba libre en el Madrid en 2015 le pagarían 50 millones en concepto de prima de traspaso, más 17 millones netos por temporada. Cristiano les respondió que su intención, si no renovaba, era cumplir el contrato que le une al Madrid hasta 2015. También les aclaró que estaría muy bien en Madrid de no ser porque su relación con Pérez era mala y veía difícil solucionarlo. Les explicó que las cuestiones económicas le preocupaban menos que las personales, y que Pérez ni le respetaba ni le trataba con franqueza. Los gestores ingleses le preguntaron que qué plazo se daba para decidir y el futbolista les habló de dos meses. Cristiano les dio su palabra de que antes de firmar cualquier cosa con el Madrid los primeros que tendrían la noticia serían ellos.
Al jugador le duele sobre todo la falta de aprecio que siente de Florentino Pérez
Al salir de la reunión Cristiano le dijo a Mendes que si Florentino Pérez pretendía renovarle, antes debería someterse a una dura filípica. Cristiano sostiene que el presidente le tendrá que escuchar un sermón sin rechistar, porque de otro modo no seguirá en el Madrid. En Gestifute aseguran que lo que más le duele al jugador es el desprecio con el que le trató Pérez el año pasado y la falta de atención que ha demostrado desde entonces, evitándole por todos los medios para no tener que pedirle disculpas.
Pérez sabe que si se encierra a hablar con Cristiano le aguarda un rato desagradable porque ha sondeado al portugués a través de personas interpuestas. El presidente es pesimista. Siente que si Cristiano rechaza su oferta y la prensa se entera, su imagen de administrador impecable quedará dañada. Tenía pensado citar a Cristiano durante la gira por Estados Unidos, que comienza hoy, pero preferiría tener algo atado antes de pasar por el embudo. Algo como un sustituto, un escudo, un sucedáneo de ídolo capaz de ilusionar a la afición y compensar el disgusto que implicaría la negativa de Cristiano a seguir más allá de 2015. Algo que, según los informes técnicos, costaría mucho más de lo recomendable. Se llama Gareth Bale y este fin de semana, en el entorno del Tottenham, lo tasaban en 150 millones de euros. Innegociables.
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