Higuaín llena la hucha del Madrid

Llegó desde el anonimato, vivió en la reivindicación y se marcha con discreción. Gonzalo Higuaín, de 25 años, se convirtió ayer en nuevo jugador del Nápoles de Rafa Benítez dejando atrás seis cursos y siete meses en el Real Madrid. Las cifras de la operación, 37 millones de euros, más tres adicionales en función de distintos objetivos, le convierten en el segundo traspaso más caro de la historia del conjunto blanco por detrás de Robinho, por el que el City pagó 42 millones en el verano de 2008. El delantero argentino, que firma por cuatro temporadas, se reencontrará en San Paolo con Albiol y Callejón, que llegaron hace unos días al conjunto napolitano tras abandonar como él la pretemporada del Madrid en Valdebebas. A los tres exmadridistas se unirá Pepe Reina que, tras concretar su cesión por un año, también pasó reconocimiento médico y volverá a ser, como ya ocurrió en 2005 en el Liverpool, el guardameta de confianza de Benítez. El técnico madrileño reproduce así en Italia la secuencia que llevó a cabo en Anfield, donde llegó a dirigir hasta nueve jugadores españoles en seis años.

Aurelio de Laurentiis, que hace una semana vio cómo el jeque catarí Nasser Al Khelaifi, propietario del PSG, seducía a golpe de talonario a su estrella, Edinson Cavani, ha enviado gran parte del cheque de 64 millones que recibió por la venta rumbo al Bernabéu: 10 millones por Callejón, 12 más por Albiol y 37 —que pueden llegar a 40— por Higuaín van a dejar en la hucha del Madrid 62 millones. Solo recaudó más Florentino Pérez en 2009. Aquel año, para mitigar el fastuoso desembolso que supusieron las contrataciones de Cristiano, Kaká y Benzema (194 millones entre los tres) con las que emprendió su segundo mandato, vendió por valor de 98. Esta temporada, Pérez ya ha gastado 80 millones en Carvajal, Casemiro, Isco e Illarramendi. En la presentación del mediocentro donostiarra, la parroquia interrumpió el discurso del presidente demandando el fichaje de Gareth Bale, del Tottenham, el anhelo que devolvería a los blancos la primacía en el mercado que tuvieron en los años galácticos, su gran objetivo ahora con los bolsillos llenos.

Momentáneamente, el Madrid reaccionó ampliando hasta 2017 el contrato de su canterano más rutilante, Jesé Rodríguez, que reforzará el frente de ataque del primer equipo a la espera de algún nueve —Luis Suárez encabeza el baile de nombres— que compense la maleta de goles que se lleva Higuaín inopinadamente rumbo a Nápoles.

“El año pasado me quedé por el público, por el míster y por mis compañeros. Pero este año cambié la decisión. Me voy. Toca cambiar de aires”, anunció El Pipita tras el último partido de la pasada Liga ante Osasuna. “Siempre tuve que pelear todo a morir. Me venderán por más de lo que me compraron y estadísticamente me voy contento. He ganado títulos, he sido capitán y han coreado mi nombre”, repasó. Los números refrendan sus palabras. Llegó con 19 años recién cumplidos por 12 millones y se marcha por 40, después de sumar 121 goles en 264 partidos oficiales, a una media de casi 0’50 por encuentro, y con tres Ligas, una Copa del Rey y dos Supercopas de España en su palmarés. Icono de la Liga de las remontadas con Capello en 2007 y autor del gol que valió el alirón en el Sadar en 2008, su talón de Aquiles estuvo en la Champions, donde solo anotó ocho tantos en 48 encuentros.

Rafa Benítez también recibirá al meta Reina, cedido por el Liverpool

Emparentó con Raúl por sangre, sudor y hambre; compitió sin desmerecer ni amilanarse con Van Nistelrooy, Ronaldo, Cassano, Saviola y Huntelaar; se repartió el podio goleador con Cristiano y Benzema en la histórica Liga de 2012, la de los 100 puntos y los 121 goles (46 de CR, 22 del Pipita y 21 de Karim); y se repartió minutos, banquillo y desencanto con el francés en el tardomourinhismo. Frente a la mística de Benzema, su estampa se asoció a la épica. Siempre sintió el desamparo de Florentino, cuya predilección por el francés fue manifiesta. Esperó en vano las ofertas del Juventus y el Arsenal y, finalmente, esclavo de sus palabras de despedida anticipada, se marcha al Nápoles tras su discurso sin vuelta atrás. Su último servicio por el Madrid, dejar llenas las arcas para que los blancos sigan agitando el mercado.