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“Ona debe aprovechar y disfrutar del camino que abrimos a codazos”

La exnadadora se multiplica en el Palau Sant Jordi, el escenario donde hace diez años irrumpió en la élite de la natación sincronizada

Robert Álvarez
Gemma Mengual, en el Palau Sant Jordi
Gemma Mengual, en el Palau Sant JordiVicens Gimenez

Gemma Mengual se multiplica en el Palau Sant Jordi, el escenario donde hace diez años irrumpió en la élite de la natación sincronizada e instaló a España en el podio de una especialidad hasta entonces tan minoritaria como desconocida. Después de retirarse con una colección de 39 medallas en las máximas competiciones internacionales, incluidas una de oro en el Mundial de 2009 en Roma y dos de plata en los los Juegos de Pekín en 2008, Gemma (Barcelona, 1977) comenta la competición para Televisión Española y asesora al equipo español que persevera en su empeño de mantener o mejorar su legado, algo que logró con Andrea Fuentes y que ahora está en vías de certificar de la mano de Ona Carbonell y sus compañeras de equipo.

Pregunta. ¿Qué recuerdos le trae aquél Mundial de 2003?

Tiene carácter ganador, talento y le gusta ser líder. Eso se lleva dentro”

Respuesta. Hubo un antes y un después. Sí, había gente que sabía algo porque veníamos de hacer algún buen resultado en el Europeo. Pero hasta aquél Mundial no cogimos las primeras medallas importantes. Fue un boom. De repente, iba por la calle y todo el mundo me conocía, trescientas mil entrevistas… Todo el mundo quería saber sobre este deporte. El cambio fue brutal.

P. ¿Esperaban algo así?

R. Pensábamos que sí, que podía caer alguna medalla. Pero era la primera vez. Era soñar. Pero, soñando, soñando… Cayeron tres de las cuatro posibles. Veníamos de ser cuartas, quintas. Subir al podio fue un paso muy bestia. El trayecto previo ya había sido muy duro. Ibas compitiendo y dando pequeños saltos, de novenas a séptimas, a quintas...

P. Su mérito fue excepcional.

R. No solo fui yo. Fuimos todas. Yo destacaba más porque nadaba las pruebas individuales pero sin el apoyo del equipo… Eso sí, tenía una mentalidad ganadora. Yo desde que era pequeña tenía claro que sería nadadora olímpica y que conseguiría cosas. No sé, lo sabía. Yo veía las competiciones y pensaba ‘yo algún día estaré aquí’. Y en Barcelona me emocioné mucho. Fue un triunfo de los que marcan un antes y un después: de aquí para arriba.

P. Le quedó el regusto de no ganar el oro olímpico.

R. Sí. La medalla de oro fue en el Mundial de Roma, en el combo, y porque Rusia no participó. No me pongo medallas que no son. Mi mayor mérito fue que gané a la rusa, aunque con la mala suerte de que fue en un Europeo en lugar de un Mundial. En aquel momento, entre 2007 y 2009, sí estábamos muy cerca de Rusia y en el dúo con Andrea, también. Nada de dos puntos como antes o ahora. En Pekín nos quedamos a medio punto.

P. ¿Cuál es su legado?

R. He abierto camino. He dejado la ilusión, el creer que se puede estar allí arriba. Todas las nadadoras que quieren llegar a la selección ya pueden soñar que es posible. Hace 20 años cuando yo empezaba ninguna soñaba en una medalla olímpica. Ni se nos pasaba por la cabeza. Y ahora es algo real. Nos ha pasado a nosotras y, además, los relevos se han ido manteniendo.

Yo era más alocada, me dejaba ir más en el agua. Ella está aprendiendo a hacerlo”

P. ¿Cómo ve a Ona Carbonell?

R. Tiene mucho talento, un carácter ganador y es muy ambiciosa. Y en el fondo le gusta ser la líder, la mejor del equipo. Eso se lleva dentro.

P. ¿Se le parece en algo?

R. Sí que veo cositas. Me recuerda a mí en algunos aspectos. Cómo se pica ella misma cuando sabe que la están mirando, cómo le sale una energía extra. Te sale un no sé qué, algo extra que hace que te salgas un poco más.

P. ¿Y las diferencias?

R. Yo soy más alocada. Ella es más responsable. Por eso yo, en mi forma de nadar, me dejaba ir más. Ella está aprendiendo a dejarse ir más ahora. Es muy trabajadora. A veces nos parecemos un poco en que ‘ay, me hace daño aquí me hace daño allá’. Nos gusta que estén por nosotras, que nos mimen un poco. Ella se ha encontrado con toda esa situación, y con la suerte de que tiene el camino abierto siendo mucho más joven. Yo tuve que ir poniendo codos y ella se lo ha encontrado más hecho. Tiene que aprovecharlo y disfrutarlo.

P. ¿Podrá hacer resultados parecidos a los suyos?

R. ¡Sí! No sé cuántos años aguantará, si tantos como yo. Ya lleva dos o tres años consiguiendo éxitos.

P. ¿Resulta duro competir en tantas pruebas, aspirar a siete medallas?

R. Lo hice durante muchos años y quema, pero si te gusta ser la mejor del equipo, lo asumes. A Ona le gusta hacerlo todo, saber que cuentan con ella. Quema, pero si te gusta ser la mejor, aguantas.

P. ¿Y la presión?

R. Yo, con la presión, me he crecido. Andrea y Ona también la han sabido gestionar. No sé si al final va por dentro, pero la impresión que da Ona es de serenidad, de pensar ‘bueno, aquí estoy. Voy a hacer lo que sé hacer. Y estoy segura de que lo haré más o menos bien’. Al menos, eso es lo que transmite y eso es lo importante.

Tras todo lo que pasó, las chicas dirán: ahora, aquí, las que valemos somos nosotras”

P. ¿Cuál es su misión en el equipo?

R. Este año no ha habido una cosa muy definida. Yo he estado allí cuando he podido. He ayudado en el solo de Ona, eso sí. Y cuando he estado en la piscina y se me ha necesitado, he estado. Mi cargo es el de asesora artística pero estuve embarazada y para la la coreografía del equipo ya están Esther Jaumà, Anna Vives, la ‘Mayo’ (Fujiki).

P. El incremento de practicantes de la sincro es exponencial.

R. Ahora hay miles de niñas que se quieren dedicar, una pasada. No damos abasto. Hay bastantes clubes y escuelas de sincro y faltan técnicas, entrenadoras e infraestructara para acoger esta vorágine. Está muy bien. Cuanta más base, mejor.

P. Las denuncias contra Anna Tarrés y su traumático despido, su retirada, la de Andrea Fuentes, el deterioro de su relación con Tarrés. ¿Va a pesar eso en el equipo?

R. Seguramente todo eso ha creado un poco de presión en el equipo a lo largo del año, en la manera de entrenar. Pero, compitiendo, deben pensar: ‘ahora, aquí, tenemos que demostrar que las que valemos somos nosotras’. Ellas lo deben pensar. Nosotras no sacamos el tema. Seguro que dentro de ellas hay un poco de eso, es normal. Pero hemos dicho basta y página nueva. Tenemos una energía muy positiva, muy buena y hemos de tirar de ella.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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