Tiger pone el mantel
Woods, segundo a un golpe de la cabeza, está donde quería en su lucha por ganar su 15º grande y perseguir a Nicklaus
Lo que se esperaba sería un duelo entre dos generaciones por ser el mejor golfista de la actualidad se ha quedado sin uno de los contendientes. Rory McIlroy, número dos mundial, ha levantado la bandera blanca y ha abandonado el Open, fuera del corte, con 12 golpes sobre el par (ocho el primer día y cuatro el segundo). Tiger Woods, el número uno, no tendrá en el norirlandés un rival con el que pelear por su 15º grande y por acercarse a la marca de 18 de Jack Nicklaus.
El Tigre está ahora donde quería, con la mesa puesta para atacar el bocado el fin de semana, segundo a un golpe del líder, Jiménez. Y ello sin haber hecho hasta ahora nada del otro mundo, ninguna exhibición de las que antes solía echar mano. Dos abajo el primer día y el par en el segundo le han bastado a Woods para estar ya en el podio. Después de un tiempo de baja, desde el US Open, por una lesión en un codo, el californiano ha vuelto por lo suyo. "En los grandes me ha dado oportunidades de ganar, y eso es lo que pretende ahora", ha comentado, preguntado siempre por esos cinco años que lleva sin catar un grande.
La presión es cada vez mayor para Tiger. Cada gran torneo que pasa y que no gana es como la arena que se escurre en el reloj. Cada vez queda menos tiempo, cada vez se aleja más el récord de Nicklaus, el único objetivo que le queda y que le importa a Tiger. Su lucha es contra la historia, por ser el mejor de todos los tiempos. Un bogey en el ocho y otro en el 11 le dejaron el día cuesta arriba, pero Woods insistió hasta conseguir finalmente el premio en el último hoyo del día, un birdie en el 18 que le deja con todas las opciones para el sábado. Esta vez intenterá que la tercera ronda no se le atragante en Muirfield, como en 2002, cuando firmó 81 golpes.
No le esperará McIlroy, a quien el cambio de palos y material en diciembre pasado, de su habitual marca Titleist a la lujosa Nike, le ha dejado seco, sin sensaciones, como un golfista del montón. Los 250 millones de dólares por 10 años de contrato le han llenado los bolsillos de dinero, pero la mudanza le ha dejado vacío en su juego. Ningún triunfo este año y una participación vulgar en el Open (es la primera vez que no pasa el corte en el Británico) le dejan en el fondo del foso. El número dos no compite hoy ni de lejos con el número uno.
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