“La marcha de Tito es un golpe muy duro”

Entraron todos los jugadores del Barça, cariacontecidos y en silencio, con la cabeza gacha, para situarse en las primeras filas de la sala de prensa de la ciudad deportiva. Les siguió la totalidad del cuerpo técnico y parte de la directiva. Aguardaban al presidente Sandro Rosell y al director deportivo Andoni Zubizarreta, que hicieron acto de presencia segundos después, con sudores y nerviosos, incómodos por los cuatro minutos que se avecinaban. Tito Vilanova no podía seguir siendo el entrenador del Barcelona. “Después de evaluar los resultados de las pruebas rutinarias de seguimiento realizadas a Tito, se ha presentado la opción de realizar otro tratamiento para controlar la enfermedad, que le hará incompatible la responsabilidad de ser entrenador del primer equipo”, anunció con pesar Rosell.

Nada más acabar la temporada anterior, Vilanova fue rotundo: “Lo puedo decir más alto, pero no más claro, seguiré entrenando al Barça. Los médicos me han dicho ‘tira para adelante’ y yo tiro para adelante”. De eso hace un mes y medio, además de una última prueba médica demoledora. Operado dos veces de un tumor en la glándula parótida, ahora necesita este tratamiento. Y se impone la pausa. Tito deja el banquillo del Barça. “Nunca me hubiese gustado dar esta noticia”, explicó Rosell; “es un golpe muy duro para el Barça, pero este club ha tenido muchos golpes y se ha sobrepuesto a todos. Esta vez no será una excepción”.

La primera intervención a Vilanova fue en noviembre de 2011 en el Hospital Vall d’Hebron por el equipo especializado en cirugía maxilofacial del centro médico. Cinco días después, recibió el alta para, un par de semanas más tarde, reincorporarse gradualmente a los entrenamientos del equipo. Hasta el 12 de mayo de 2012, cuando el doctor Pruna comunicó oficialmente que Tito estaba “bien curado y libre de enfermedad”. Pero todo se torció antes de la comida de navidad de 2012. Entonces, como ayer, se anunció una rueda de prensa de urgencia. Tito recaía en su enfermedad y se trataría en Nueva York, al tiempo que Jordi Roura, su segundo, se encargaba de dirigir al equipo durante dos meses. Contratiempos, en cualquier caso, que no impidieron que el equipo se alzara con la Liga de los 100 puntos, récord histórico azulgrana y de la Liga compartido con el Madrid, ni tampoco pudieron con la voluntad de Vilanova para seguir en el banquillo. “Me siento con fuerzas”, esgrimió. Ahora, sin embargo, le toca reponerse, pensar en sí mismo y no en azulgrana. “En su nombre y en el de su familia”, subrayó Rosell; “pedimos el máximo de respeto para su privacidad”.

Al tiempo, el presidente azulgrana anunció que el equipo no viajará mañana a Polonia para disputar el amistoso contra el Lechia Gdansk -“nos hemos reunido con todos los jugadores y hemos decidido que no vamos, que no tenemos ánimos”, por lo que el primer duelo de pretemporada será ante el Bayern en Múnich, el miércoles 24. Del mismo modo, Rosell aseguró que a principios de la semana que viene presentarían al nuevo entrenador. “La vida continúa y ahora hay que pensar primero en las personas y después en el club”.