Márquez nunca falla
El de Honda aprovecha la ausencia de Pedrosa y Lorenzo para ganar en Alemania y recuperar el liderato de MotoGP
Marc Márquez nunca falla. Siempre responde a las expectativas. No sabe lo que es apocarse. No le abruman los halagos. Ni conoce la presión. Y si Lorenzo se marcha de vuelta al quirófano con la clavícula dañada y Pedrosa no corre pues no puede ni mantenerse en pie, él sabe que es su día, que tiene que ganar y que si lo hace será, de nuevo, el líder del Mundial de MotoGP en el año de su debut. Y se tira de cabeza a la piscina. Tiene la pole y quiere la victoria. Será una carrera más, se dice. Y eso significa salir a por todas desde el principio. Para poder cruzar el primero la meta después de 30 vueltas y brindarle al público un caballito.
No entraba en sus planes hacer una salida mala, malísima, como las que firmaba al principio del campeonato porque aún no controlaba bien esa máquina de 1.000Cc. Y no tenía ninguna intención de tener que jugársela en un cuerpo a cuerpo con Rossi, ¡ni con nadie más! “Este circuito no es de los mejores para adelantar”, había confesado el día antes. Pero como salió mal, tan mal como su colega Crutchlow, a quien se reencontraría en el podio, tuvo que lanzarse al ataque en cuanto tuvo a tiro a sus víctimas.
Es la segunda victoria, pero no tiene nada que ver con Austin, sin ellos [Lorenzo y Pedrosa] no es lo mismo"
Cuando el semáforo se apagó Márquez cayó a la cuarta posición, Stefan Bradl, el ídolo local, se colocaba en cabeza y Valentino Rossi le perseguía. Entre el italiano y el de Honda: otro español: Aleix Espargaró, que con su CRT Aprilia del equipo Aspar apenas resistió un par de vueltas con los mejores –terminó octavo. Así que el de Cervera tuvo que vérselas con este trío para ponerse delante. Le bastaron cinco vueltas. En la primera adelantó a Espargaró, que pese a contar con una máquina inferior se defiende la mar de bien en las curvas; en la cuarta, tras respirar durante un par de giros sobre la nuca de Rossi, aprovechó el tobogán de Sachsenring para adelantarle con un interior y por un hueco minúsculo. Y en ese mismo punto, esa penúltima curva a la izquierda en la que se decidieron tantas carreras este domingo, adelantaría también al alemán una vuelta más tarde. Primero les sacó tres décimas, luego siete y tras diez giros ya había superado la barrera psicológica del segundo.
Así es como debía ganar. Sobre todo en días como este en el que se sabía más rápido que sus rivales. Sobre todo en circuitos como este, con tantas frenadas y aceleraciones, tan ideal para su Honda. Confiaba en abrir una pequeña ventaja con sus perseguidores. Y aunque prefiere más batalla durante la carrera, más juego, se congratuló por haber llevado el peso por vez primera en una prueba en la que echó de menos a Pedrosa y a Lorenzo. “Es la segunda victoria, pero no tiene nada que ver con Austin, sin ellos no es lo mismo”, declaró.
Y mientras el chico de Cervera iba aumentando la ventaja con sus rivales, Bradl sucumbía primero ante el empuje de Rossi y luego al coraje de Crutchlow. Y mientras el debutante seguía aumentando las distancias, el británico se acercaba más a Rossi. Fue exactamente al superar la 15ª vuelta, justo en el ecuador de la carrera, cuando el del Tech3 sorprendió al italiano con una apurada de frenada fantástica, un adelantamiento agresivo, de los que enardece a la grada y a los seguidores frente al televisor. Se animó tanto el inglés, con el cuerpo abrasado y lleno de heridas por la caída sufrida el viernes, que quiso alcanzar también a Márquez. Estaba a 2,8 segundos y se acercó a 1,5, pero no a más. Cuando el joven aspirante al título de MotoGP observó que su equipo le mostraba en la pizarra que esa Yamaha le perseguía con ganas se concentró en no bajar el ritmo ni un solo momento. Y lo consiguió, como venía haciendo desde que marcó la vuelta rápida (1m,22'0s) a la octava vuelta: entre su mejor y su peor tiempo de carrera no hubo una diferencia en ningún momento superior a las seis décimas de segundo. La concentración era máxima. Quería ganar. Tenía que ganar. Era lo que se esperaba de él. Sería, de nuevo, el líder de MotoGP. Y lo hizo. Nunca falla.
Hoy, un novato domina el Mundial con 2 puntos de ventaja sobre el segundo, Pedrosa, y 11 más que el campeón, Lorenzo. Además, solo 37 puntos separan al primero del quinto clasificado, Rossi. Un Mundial a punto de caramelo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.