Kvitova apea a Suárez
La canaria pierde por 7-6 y 6-3 en su enfrentamiento contra la vencedora del torneo de hace dos años
El punto de inflexión llegó con dos dobles faltas. Apretaba el sol y Carla Suárez se trabajaba su suerte contra Petra Kvitova, la campeona de 2011. La checa sirvió por el primer set (6-5) y la española le rompió el saque en blanco. Se llegó entonces al desempate. Muerte súbita. Momento de nervios. Kvitova cometió una doble falta que dejó a Suárez con 4-3 y dos saques suyos que le llevaban a las puertas del set. Inmediatamente, sin aprovechar la ventaja emocional que le concedía el fallo de su contraria, la canaria devolvió la doble falta cometiendo otra. 4-4. Kvitova chilló. Kvitova gritó, con ese tono agudo tan suyo. Kvitova ya no miró atrás. De palo en palo, se llevó la primera manga, y con ella el partido de octavos (7-6 y 6-3), primero que disputa una española en Wimbledon desde 2001 (Conchita Martínez).
Fue un duelo de contrastes. La campeona de 2011 y de la Copa de Maestras, contra una tenista que nunca ha ganado un título. La checa, que mide 1,83m, contra la española, que no se levanta más de 1,62m del suelo. Zurda contra diestra. Revés a dos manos contra revés a una mano. A ese cruce de opuestos se enfrentó la canaria convencida de que la escuela española le había dado las herramientas necesarias.
En la hierba de Wimbledon, que todo lo acelera y lo complica, porque la pelota resbala y pica bajo, el saque de Suárez hace más daño que en ningún otro sitio, pasa de ser un golpe atacable a ser un arma. Su patrón de juego, lleno de cambios de ritmo y de ángulos, tiene premio en una superficie donde los agarres son casi inexistentes, los resbalones continuos y el castigo para las articulaciones frecuente. Kvitova compitió con la pierna izquierda hecha un cromo, vendada del tobillo al peroneo. Suárez, con el tobillo derecho rodeado de esparadrapo.
El pulso siempre estuvo en la raqueta de la checa y dominado por la española. Eso se explica porque Kvitova fue lanzando un golpetazo tas otro, sin más objetivo que el de ganar el punto a la primera o no verse castigada por un peloteo. Suárez, en ocasiones, no fue más que una observadora de las decisiones de su contraria. Tuvo bola de break en los dos primeros juegos al servicio de Kvitova. Dos saques de zurdo, abierto para desplazarla de la pista, cargados de malicia, neutralizaron la posibilidad del peloteo. A partir de ahí, la checa empezó a crecer con el partido. Su figura de gigante su fue imponiendo mientras sus pelotas limpiaban las líneas. Suárez afrontó el tiroteo sin torcer el gesto. De cara. Buscando el cuerpo a cuerpo. El encuentro se le escapó en los detalles (las bolas de break del inicio; la doble falta del tie-break), que al menos pudo sacar la conclusión de lo que le falta: un paso adelante en decisión para que su tenis de chispazos se llene de truenos.
"Dudé"
“No jugué los puntos importantes lo suficientemente bien. Dudé un poco. Eso lo explica”. Habla Serena Williams, la campeona de Roland Garros 2013, la número uno, la mujer de las 34 victorias seguidas, que defendía el título, y lo hace justo después de que esa racha quede rota (6-2, 1-6 y 6-4 en octavos de Wimbledon para Lisicki). Sus palabras tienen la mezcla justa de autocrítica y alabanza hacia su contraria. “Debí arriesgar más en algunos tiros. Tengo mucho margen de mejora, pero Sabine es una gran jugadora sobre hierba, le encantan los grandes escenarios y siempre compite bien en Wimbledon”.
El final del partido retrata los nervios de Serena. Lisicki rompe en 4-4, lo que le deja sirviendo por la victoria. De ahí en adelante, la número uno, conocida por su potencia y su capacidad de decisión, por su habilidad para acertar en el riesgo, solo se dedica a pasar la pelota, sin buscar tiros con el más mínimo picante. La estadounidense, que gana más puntos que su contraria (99-96) se despide señalando a su compatriota Sloane Stephens como su favorita para el título y dejando descabezado al torneo: apenas quedan tenistas reconocibles, de las que conoce el gran público.
Se despide Serena, y no será porque no fuera sobre aviso: en sus últimas cuatro participaciones en Wimbledon, Lisicki había ganado a la tenista que jugaba en Londres como campeona de Roland Garros. “Tiene un saque impresionante y fue superagresiva”, resumió, derrotada, la ganadora de 16 grandes.
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