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FINAL DE LA LIGA ENDESA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El Barça hace aún más grande a Laso

Robert Álvarez
Los jugadores del Madrid celebran el título de Liga
Los jugadores del Madrid celebran el título de LigaÁlvaro García

“Lo que mola es ganar”. Esa fue la sentencia de Xavi Pascual tras la final de Copa que en febrero se adjudicó su equipo en Vitoria tras superar al Madrid en cuartos. Es una frase en la que, seguro, unos y otros deben estar de acuerdo. Ocurre que el Real Madrid llevaba mucho tiempo sin conquistar una Liga, desde 2007 con Joan Plaza, y llegó a entrar en una espiral entre el fatalismo, la impaciencia y la falta de convicción. Su proyecto fue dando bandazos. Creyó encontrar la piedra filosofal con la contratación de un técnico del prestigio de Ettore Messina, un reputado ganador con diferentes clubes. El entrenador italiano, sin embargo, acabó lanzando la toalla y se fue echando de menos el respaldo de “una gran entidad” y lamentando “la obligación de convivir con la anacrónica necesidad de la victoria”. La llegada de Pablo Laso en julio de 2011 provocó no pocas reticencias en el seno del propio club madridista, pese a que estuvo acompañada por las de Rudy Fernández, Carroll y Pocius. No era un entrenador contrastado en la élite. Uno de sus mayores aciertos estriba precisamente en la fe ciega que ha demostrado en los mejores y sobre todo en los peores momentos, en su idea de juego y en sus jugadores, en sus propias posibilidades como entrenador de primera fila, sin ningún tipo de complejo.

El intento de Navarro se quedó en eso. Se pareció más al vano deseo de Ginóbili en la final del Mundial de 2002

Laso transitó por la cornisa. La resolución de la pasada edición de la Liga fue un primer golpe en la línea de flotación. Aquella derrota ante el Barcelona, cuando el Madrid tuvo la serie en la mano (dominaba por 2-1 tras ganar el tercer partido por 26 puntos y el cuarto fue en el Palacio de Deportes), hizo mucho daño. La decepción ya aludida en la última Copa volvió a sacudir fuerte al Madrid y a aquellos que dudaban del proyecto en marcha. Se apaciguaron las críticas con el triunfo en la final four de Londres, una vez más ante el Barcelona de Pascual, ante la bestia negra del Madrid en los últimos años, aunque se volvió a las andadas con la final perdida ante el Olympiacos. Y la cosa se puso realmente peliaguda en este final de Liga, especialmente tras la derrota en el cuarto partido en el Palau.

El Barcelona trabajó a fondo la vertiente anímica del partido definitivo. Apeló a todos los estímulos psicológicos habidos y por haber a fin de preservar algunos principios mesiánicos: “Nada es imposible”, “créetelo”, etc. Preceptos que estimulan el ardor guerrero y refuerzan el espíritu colectivo. Los jugadores de Xavi Pascual vieron poco antes del envite un vídeo grabado desde Miami por su compañero Pete Mickeal, que trata de superar un tromboembolismo pulmonar. Xavi Pascual y Navarro convinieron que el capitán azulgrana iba a jugar a pesar de la rotura fibrilar que sufrió el domingo. Como si tratara de imitar la hazaña del legendario Willis Reed, aquel pívot de los Knicks que sorprendió a los Lakers jugando unos minutos del último partido de la final de la NBA en 1970 en un golpe de efecto determinante para el triunfo de los de Nueva York. El intento de Navarro se quedó en eso. Se pareció más al vano deseo de Ginóbili en la final del Mundial de 2002. También jugó lesionado el argentino aquel día pero no pudo anotar en 12 minutos y Argentina perdió ante Yugoslavia.

El técnico blanco ha mostrado una fe ciega, sobre todo en los peores momentos, en su idea y en sus jugadores

El propio Navarro ya jugó lesionado en un playoff de la Liga contra el Baskonia en 2011. Entonces salió bien; esta vez no. Bastaron tres minutos para confirmar que no se encontraba en condiciones y algo más para constatar que Oleson, Marcelinho y Lorbek no estaban al nivel superlativo que exigía la cita. Era previsible la embestida del Madrid. El Barcelona no estuvo a la altura en los primeros escarceos. Pero concluyó el primer cuarto y volvió a suceder lo que se ha repetido en muchas fases de esta intrigante final. Se atiende a la estadística y gana el Madrid. Se observa el juego y denota que el Barcelona, pese a ir a remolque, pese a verse sacudido por Carroll y Llull, se muestra amenazador, aplomado, respondón. Y así transcurrió el partido. Arreció el castigo que le infligía el Madrid a un rival deslavazado, con un triple por fin de Rudy. El Madrid se fue por 17 puntos. Pero el Barcelona nunca se dejó ir, volvió a amenazar, hasta el final.

Tuvo muchísimo mérito el Barcelona y eso engrandece todavía más el valor del logro de Laso y del Madrid.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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