“El portero debe ser amigo del error”
Nadie en los últimos 20 años se ha preocupado más de la portería de la selección española que José Manuel Ochotorena (San Sebastián, 1961). Como portero se forjó en las divisiones inferiores del Real Madrid, club en el que debutó en 1982 cuando una huelga de futbolistas le llevó del filial al primer equipo, al que entró a formar parte en 1984 y donde militó por cuatro temporadas, primero junto a Miguel Ángel, más tarde con Buyo. En esos cursos ganó tres Ligas, una Copa del Rey y dos Copas de la UEFA. Sus mejores años bajo los palos los vivió en el Valencia, donde alcanzó un Zamora en la campaña 1998-90 que le abrió las puertas de la internacionalidad y del Mundial 90. Tras militar en el Logroñés y en el Racing, volvió a Logroño, donde colgó los guantes. En 1999 fichó por el Valencia como entrenador de porteros, donde imparte todavía lecciones, tras ejercer cuatro temporadas en el Liverpool y, siempre, compaginándolo con la selección española. No decidirá quién juega en el debut ante Uruguay bajo los palos, porque, como ayer dijo Valdés, eso compete a Del Bosque. “Si juego, trataré de hacerlo lo mejor que pueda, y si no, seguiré poniendo mi granito de arena en el vestuario y en los entrenamientos con la ilusión de un niño, como he hecho desde el primer día que vine a la selección”, aseguró el catalán, un ejemplo de compañero. Bien lo sabe Ochotorena.
Pregunta. ¿Cómo eran los guantes cuando usted jugaba?
Respuesta. De lana, los compraba mi madre en un mercadillo. Eran lo máximo. Yo he jugado con guantes de jardinero, con puntitos negros… Ya no te digo nada cuando encontré unos con que venían de Holanda o de Alemania. Los primeros Hummel y Reusch para nosotros eran un mundo nuevo. Había dos tiendas en España que los tenían, en Madrid. Una, “Deportes Condor”, que estaba por Goya y la que abrió Juanito, “Olimpiada 72 o 76”, no recuerdo, donde hacíamos los pedidos. Los ibas a buscar y te encontrabas con el portero del Sevilla, al del Celta que iba a lo mismo que tú…
P. Los porteros locos...
R. No, estamos muy cuerdos. Es un puesto de tremenda responsabilidad. Pero han desmitificado el error porque han sabido desmitificarlo, convivir con él. El portero, si domina la confianza, es capaz de sentir cosas que desde fuera da miedo, es como el paracaidista o el que hace puenting. Los ves y dices: “Están chalados”. Pero no, viven el riesgo con naturalidad.
P. ¿Tenía algo que ver ser portero cuando usted jugaba con el papel que desempeñan ahora?
R. No, ha evolucionado mucho. Por las normas, por la utilización de los pies, pero también por la manera de jugar de los equipos, la necesidad de leer el juego, la inteligencia táctica. Antes vivíamos de las situaciones de portería, tiros, centros. Ahora la velocidad del juego no tiene nada que ver y en equipos como el nuestro, el portero interviene muy puntualmente bajo los palos, pero aporta muchísimo más al equipo. El propio entrenamiento ha cambiado, es mucho más táctico, antes vivías aislado, ahora participan en los rondos. El portero moderno domina muchas más facetas del juego que antes, es tácticamente más inteligente, lee mucho mejor. Nosotros no teníamos esa capacidad ni la exigía el juego, éramos muy físicos, nos bastaba con parar y con el control del juego aéreo. El portero sigue mandando a la defensa, pero ahora se implica en muchas más cosas. Por ejemplo, antes no salías del área pequeña y llegar al punto de penalti era como ver a un explorador en la selva… Era lo que había, pero la evolución es evidente y consciente. Ahora es uno más, antes era un aparte. Los mismos entrenamientos han cambiado. Es que antes no había ni entrenador de porteros, era el segundo que normalmente tiraba tiros frontales y centros y poco más, unos con más interés, otros menos, pero yo nunca tuve un entrenador de porteros, jamás.
P. Un alto porcentaje de aquellos porteros ahora no jugarían, ¿no?
R. Posiblemente no. Ahora se da muchísima importancia a cosas que antes no se imaginaban. Ahora es un jugador más, que tiene que intervenir en todo lo que representa el juego, que debe ser capaz de hacer muchas más cosas que despejar un remate, desde organizar la salida del juego, por ejemplo.
El arquero es capaz de sentir cosas que dan miedo. Viven el riesgo con naturalidad
P. ¿Arkonada sería el mejor ejemplo?
R. Desde el máximo respeto, claro, sería el ejemplo, seguramente de un gran portero distinto a los de ahora. Arkonada o Ablanedo eran gatos que sacaban remates a un metro, eran muy potentes. Pero ahora los partidos se juegan de otra manera y se resuelven en un desajuste, en situaciones de uno contra uno que antes no sabíamos lo que eran, que pasaban una vez cada 100 partidos. Por ejemplo, la manera en la que encima Valdés en París a Ribéry antes era impensable. Antes el portero se tiraba atrás y ahora da dos pasos adelante.
P. Antes el trabajo específico de portería incluía muchísimas repeticiones, el otro día no pasaba de tres con Iker, Valdés y Reina. ¿Por qué?
R. En el partido no hay una acción que dure 30 segundos para el portero. No hay seis tiros seguidos y dos centros. La competición requiere el entrenamiento, te exige 15 situaciones por partido de máximo rendimiento y eficacia. Hay mucha acción-reacción, dos estímulos en los que buscar un gesto corporal con una acción técnica. Hay muchos medios, vallas, balones de diferentes tamaños, materiales, pero los ejercicios siempre deben ir pensados al juego. El portero sabe que no tiene una segunda oportunidad, antes te chutaban y decías: “Vuelve a tirar por ahí que no he llegado por poco”. Ahora no, ahora saben que si no han llegado, no hay segunda oportunidad.
P. ¿Mentalmente el portero es el jugador más fuerte del equipo?
R. Debe de serlo. La responsabilidad del delantero tiene una incidencia directa en el resultado. Pero en un 0-0 falla el goleador y se empata el partido; con el error del portero lo pierdes. Y el portero lo sabe y se acostumbra a vivir con eso. Las respuestas del partido son decisivas, no vale con tres acciones buenas y una mala. Debes transmitir mucho más al equipo, se busca ese tipo de porteros.
P. ¿España ha sublimado ese tipo de porteros?
R. Absolutamente. El ejemplo de los tres porteros que tenemos aquí es ese. Son porteros que han evolucionado en el dominio del juego, de la implicación en el sistema de la personalidad. Cada uno con sus características, en un aspecto global, son tres porteros fuertes que influyen en sus equipos, que no se viene abajo en la presión y la exigencia. Porque están acostumbrados a vivir en esa exigencia y llevan haciéndolo durante muchos años. Son porteros del Liverpool, del Madrid y del Barcelona, con lo que eso implica. Sufren una presión tremenda y llevan así muchos años. Han alcanzado un momento no de tranquilidad, sino de conocimiento absoluto sobre ellos mismos que les hace asumir incluso sus puntos más débiles. El portero aprende a vivir del fracaso y del error y estos lo saben, saben vivir de sus errores antes que de sus aciertos porque conviven con eso desde hace muchos años. El portero que huya del error se aleja de la competición. El error debe ser el amigo de un portero. Pepe, Iker y Víctor ya no necesitan que nadie les diga que han fallado, lo asumen y crecen.
P. ¿A Iker le reconoce como más afortunado de los tres?
R. No me gusta eso, no existe. Desde fuera piensas que hay suerte pero yo no creo en eso. He oído mucho lo de que Iker tiene un punto de suerte superior a los demás, pero no lo creo. No es cierto además bajo mi punto de vista. Lo que para algunos es suerte, yo lo veo un recurso técnico o una capacidad física.
P. ¿Que necesita el portero de España?
R. Ser muy completo y con mucha personalidad, con bagaje, con aceptación de la presión añadida, capaz de superar situaciones que otro no asimilaría. Y los tres que tenemos aquí son así, no tengo duda. Además, históricamente los porteros que han estado en la selección han puesto un nivel muy alto, porque han marcado época y eso de por sí ya es una presión para el que viene. Iribar, Arkonada, Miguel Ángel, Zubi, Iker, marcan una trayectoria que impide aceptar que el portero de España no marque época. Nos hemos acostumbrado a eso.
P. ¿Cuatro meses sin competir son muchos incluso para un fenómeno natural como Iker? ¿Se nota?
Iker, Víctor y Pepe no necesitan que les digan que han fallado. Lo asumen y crecen
R. Sí, son muchos meses, pero no se le nota, al menos entrenando. Claro que en el entrenamiento se nota menos. Hablamos de un portero que jugaba tres partidos a la semana. Un portero necesita el partido de la competición, por mucho que en los entrenamientos busque esas situaciones de partido, no es lo mismo. Pero entrenando no se le nota. Estoy convencido de que el portero que no juega se entrena más, para convencer al entrenador y porque, por ejemplo, la víspera del partido el que sabe que va a jugar baja la intensidad, no le interesa pasarse de rosca. Cuando no juegas, te entrenas más. Yo a Iker no le he notado la diferencia, pero eso se nota más en los partidos que en los entrenamientos, en los entrenamientos se nota el afán por demostrar que estás bien.
P. ¿Entiende que Valdés haya decidido dejar el Barcelona?
R. Desde fuera a todo el mundo nos extrañó pero hay que ponerse en la piel de cada uno y ser respetuoso y aceptar su decisión. Él lo ha explicado y le entiendo. De Valdés no se duda porque ha demostrado una profesional intachable desde el día que dijo que no renovaría el año que viene. Ha sido ejemplar la manera en la que ha mantenido el nivel, incluso extraña, para bien, que después de esa decisión haya seguido jugando con ese nivel de concentración y ese rendimiento, pese al runrún exterior. No le he visto ninguna afectación durante estos meses. Ha demostrado saber soportar esa presión.
P. Reina ha sabido hacer oídos sordos a críticas durísimas. ¿Eso habla de portero grande?
R. Exactamente. En ese sentido, Iker está obligado a fortalecerse de la situación por la que ha pasado. Sí, el ejemplo de Pepe es muy válido, porque ha sido capaz de sobreponerse de comentarios muy injustos.
P. ¿Quién va a jugar de titular?
R. No lo sé, la decisión compete al entrenador. Yo estaría muy tranquilo. Puede jugar cualquiera de los tres y el equipo tendrá lo que necesita. Estoy de acuerdo con Del Bosque, elija a quien elija no se equivocará, los tres han demostrado que son una garantía. Lo hemos visto. Ves jugar a uno y piensas: “Podría estar el otro perfectamente”. Han sabido vivir en una situación que no es fácil porque son porteros que serían titulares en la selección campeona del mundo, o sea, en España. Juegue quien juegue, solo queda, a mí por lo menos, disfrutar de ellos y aprender. Y eso hago. Debe decidirlo Del Bosque y no se equivocará, será tan justo con el que juegue como inmerecido será que no jueguen los otros, pero solo puede jugar un portero. Y eso lo sabemos todos desde que te pones por vez primera bajo los palos.
P. ¿Puede haber rotación en la portería?
R. No lo sé, no lo creo…
P. ¿Están preparados Iker, Pepe y Víctor para sumir la decisión de Del Bosque?
R. Seguro, como siempre. Siempre lo han estado. Lo han demostrado.
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