El Mallorca sale vivo del Calderón
Los de Manzano lucharán por salvarse en casa la última jornada tras empatar (0-0) ante el Atlético
Uno por uno la hinchada del Atlético fue coreando la alineación de Diego Pablo Simeone. El mismo once que nueve días antes saltó al Santiago Bernabéu para darle la décima Copa del Rey a una afición que entonó el campeones, campeones según vio aparecer a sus jugadores en el calentamiento. Había en las caras y en las conversaciones de los seguidores rojiblancos la certeza de que de todos los últimos títulos el conquistado en la casa del vecino ha sido el más especial y gratificante. Uno a uno también fueron desfilando protagonistas de las nueve copas precedentes: Calleja, Collar, Adelardo, Ufarte, Gárate, Quique Ramos, Alfredo Santaelena, Tomás y Solozábal. Historia viva del Atlético coronada cuando Gabi encabezó la salida del equipo con la décima Copa, con el Mallorca haciéndole el pasillo.
ATLÉTICO, 0; MALLORCA, 0
Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Gabi (Adrián, m 60) , Mario; Koke (Cebolla Rodríguez, m. 87), Diego Costa, Arda (Óliver, m. 50); y Falcao. No utilizados: Asenjo; Tiago, Raúl García e Insúa
Mallorca: Aouate; Hutton, Geromel, Bigas, Luna; Martí (Alfaro, m. 73), Tissone; Giovani, Javi Márquez, Víctor (Pereira, m. 81) y Hemed (Nsue, m. 31). No utilizados: Miño; Nunes, Fontas y Ximo.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Diego Costa y Miranda, por parte del Atlético.
Unos 48.000 espectadores en el Vicente Calderón. El Mallorca hizo el pasillo al Atlético, campeón de la Copa del Rey.
El visitante traía consigo el contraste que escenificaban sus aficionados con el esperanzador “sí se puede” que emanaba de la esquina superior del fondo norte. Tuvo orden el equipo de Manzano, quizá demasiado. Nunca dio la sensación en ataque de estar con la soga al cuello. Durante muchos minutos fue equipo de Segunda División por los resultados que se daban en los otros campos donde se cocía el descenso. Lo mejor que hizo el Mallorca fue un disparo madrugador de Hemed, al que voló Courtois y un libre directo de Giovani al que también respondió el meta belga con otra estirada solvente. De todos, fue a Courtois al que los seguidores colchoneros regalaron más los oídos.
Dio la sensación el Mallorca de no querer destaparse demasiado para llegar vivo a la última jornada y poder jugársela en su casa. Un gol del Atlético podía mandarle directamente a Segunda, pero optó por atrincherarse. Recibió dos tantos que fueron anulados por fuera de juego, uno a Diego Costa y otro a Falcao. El de ayer pudo ser el último partido del colombiano en el Calderón. Su posible marcha al multimillonario Mónaco fue otro de los grandes temas de debate de una afición a la que le cuesta entender el destino elegido si finalmente se confirma que se va a un club recién ascendido que no se paseará por Europa. Tuvo un mano a mano con Aouate que hubiera sido un gran colofón para un futbolista que se ha ganado a la hinchada por todo lo que ha dado en goles y kilómetros. Salvo algunas declaraciones de su entorno, no ha tenido Falcao esos juegos de subasta que tuvieron algunos de sus predecesores. Si se va, que es la sensación que transmite el club, se marcha ya dentro del santoral rojiblanco. Simeone le aguantó todo el partido, por lo que no hubo gestos visibles de despedida. Si acaso, al final, solo los abrazos de algunos de sus compañeros fueron significativos.
Sin emplearse a fondo, el partido fue del Atlético. Primero por colocación y ambición, y después por manejo cuando entró Óliver Torres. Ayer fue el primer cambio y el chico volvió a enseñar que con él el equipo tiene un plus de más con la pelota. Si acaso, se le puede reprochar que se acerque demasiado al balón, pero eso a la vez produce una multitud de conexiones en corto que le dan otro aire al juego, más cadencioso y más afilado cuando los movimientos por delante de él se producen con sentido. Con Óliver liderando ese dominio final, el Atlético generó unas cuantas ocasiones, la más clara de Diego Costa, al que se le fue el balón tras sentar a Aouate para beneficio del Mallorca, que salió vivo de una fiesta que le pudo condenar por falta de ambición.
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