Osasuna se queda a lo grande
Los navarros derrotan a un Sevilla gaseoso y certifican la permanecia
El ansia, la precipitación y la falta de oxígeno forman una combinación que no mezcla con nada. Solo sirve de empuje circunstancial para tirar hacia adelante, como quien quiere comerse el cielo a mordiscos.
Pero, la ilusión, la fe, y hasta la oración, funcionan como una pila con dos polos positivos que se encarga de apartar la fatiga cuando esta empieza a crecer por las piernas. Así lleva funcionando Osasuna toda la temporada, enganchado a ese torbellino emocional que lo mismo le ahoga que le da alas. Ante el Sevilla le impulsó con dos goles soberbios, que le convalidaron un año más en Primera, como quien paga la matrícula fuera de plazo pero con billetes de 500.
OSASUNA, 2 - SEVILLA, 1
Osasuna: Andrés Fernández; Marc Bertrán, Rubén, Arribas, Damiá; Puñal, Silva; Masoud (Joseba Llorente, m. 55), Armenteros, De las Cuevas (Cejudo, m. 73) y Kike Sola (Oier, m. 83). No utilizados: Riesgo, Timor, Onwu y Raoul Loé.
Sevilla: Beto; Coke (Cicinho, m. 45), Cala, Botía (Israel Puerto, m. 67), Navarro; Medel, Kondogbia, Rakitic; Navas, Perotti (Babá, m. 75) y Negredo. No utilizados: Julián, Stevanovic, Maduro y Manu del Moral.
Goles: 0-1. M. 50. Negredo. 1-1. M. 63. Puñal. 2-1. M. 79. Cejudo, de falta.
Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Navarro, Botía, Kondogbia, Damiá, Arribas.
Reyno de Navarra, 19.800 espectadores.
De las botas de Masoud salieron las jugadas más elegantes, aunque más cerca del gol estuvo De las Cuevas con un remate de cabeza al poste. El Sevilla, por su parte, se agarró a las piernas de Navas, que se multiplicaron a cada paso y a la silueta de Negredo, enorme cuando se trata de acariciar el balón con la bota izquierda. Lo hizo con delicadeza tras recibir un pase al hueco de Navas, y con una arrastrada tiró al suelo a Andrés y a Rubén, en una jugada propia de un partido de exhibición sobre parqué. Pero ahí acabo todo el repertorio andaluz, irregular a lo largo de todo el curso, incapaz de encontrar su punto de estabilidad.
Al tanto sevillista, lento y estiloso, respondió Puñal con un zapatazo, veloz y vociferante desde la frontal del área que clavó su pupila en la escuadra de Beto. Pero de pupilas entendió también Cejudo, y con un golpeo de falta volvió a colocar el balón en el palo izquierdo del portero portugués.
En una temporada en la que resulta caro encontrar dos tantos más espectaculares, Osasuna los marcó cuando se jugaba la vida y la sangre. Porque para eso le sobran las agallas.
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