_
_
_
_
_

Perdón y castigo para el Athletic

Errores clamorosos en el remate evitan que el equipo vasco certifique la permanencia

Muniaín conduce el balón ante Jony.
Muniaín conduce el balón ante Jony.Salvador Sas (EFE)

Dijo que tenía una cuenta pendiente y empieza a pagarla. Iago Aspas cruzó un remate a la red, se llevó la mano al escudo que defiende desde que echaba los dientes y sintió que había empezado a liquidar la deuda que contrajo en Riazor, aquella noche que clavó su frente sobre la de Marchena. Su gol supuso para el Celta su séptimo punto de nueve posibles, una muesca más en el complicado camino de la salvación. Supone también que el Athletic tenga que seguir remando porque 38 puntos no le llegan para tocar la meta. La rozó, pero se le escapó. Perdonó de manera tan pertinaz que resultaba obvio que el canon se iba a cumplir, que habría castigo. Y lo hubo.

CELTA, 1; ATHLETIC, 1

Celta: Javi Varas; Jonny, Jonathan Vila, Túñez, Bellvís; Borja Oubiña, Madinda; Augusto (Toni, m. 76), Álex López (Orellana, m. 61), Krohn-Dehli (Bermejo, m. 67); y Iago Aspas. No utilizados: Rubén Blanco, Demidov, Pranjic y De Lucas.

Athletic: Iraizoz; Iraola, Ekiza, San José, Aurtenetxe; Iturraspe (Ibai, m. 58), Gurpegi, De Marcos; Susaeta, Aduriz (Llorente, m. 76) y Muniain. No utilizados: Raúl, Ramalho, Castillo, Toquero e Ismael López.

Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Jonathan Vila, Gurpegi, Iraola, Aurtenetxe y De Marcos

Goles: 0-1. M. 42. De Marcos. 1-1. M. 83. Iago Aspas.

Incidencias: 24.824 espectadores en Balaídos.

El fútbol se decanta en un suspiro, es como una metáfora de la vida. Un parpadeo a destiempo y todo cambia, todo el esfuerzo acumulado se derrumba. Por eso tantos entrenadores se desvelan por la solidez, uno de esos valores no muy tangibles, pero al que se identifica como la pócima del éxito. A Vigo llegó Abel Resino para ayudar al Celta a encontrarla, para que aquel equipo alegre y productivo ante el área rival consiguiera cerrar la propia. A veces es una cuestión más de sensaciones que de realidades porque el Celta ha encajado menos goles en lo que va de Liga que Valencia, Betis, Rayo, Getafe o Sevilla, equipos que pelean por entrar en Europa, menos, desde luego, que el tan vistoso como poroso Athletic. Pero hay algo en la escuadra celeste que remite a la blandura. Por eso lamentó durante minutos un gol que llegó justo cuando su rival estaba en problemas, gestado en uno de esos momentos que dañan: justo antes del descanso. Fue un centelleo, cuatro toques para un gol que fue pura geometría, un tiralíneas a la espalda del central Jonathan Vila para que rematara De Marcos a la red, pero también una clamorosa desatención del Celta.

El Athletic, que comenzó mandón, pronto pasó a sometido. Entró mejor en el partido, amparado en el toque, en los apoyos, con jerarquía, bien construido a partir de Gurpegi, que desplazó a Iturraspe a posiciones de interior para suplir la ausencia del sancionado Herrera. Fueron ellos quienes dirigieron una presión que incomodó al Celta, huérfano de balón, bloqueado y, sobre todo, desconectado de Álex López y Iago Aspas, sus futbolistas más talentosos. Fue en ese inicio cuando evidenció otro de los defectos del Celta, su displicencia para defender las acciones a balón parado. Así pudo marcar San José tras un saque de esquina que estrelló con un testarazo en el larguero.

Pero los caminos del gol se le cerraron al Athletic en cuanto Aspas comenzó a mostrarse. Pidió la pelota al piso y, en cuanto se la dieron, San José y Ekiza comenzaron a sufrir. Con Aspas llegó Álex López, en lo combinativo y en lo estratégico. Olfateó dos goles el mediapunta del Celta, pero sobre todo ayudó a que su equipo tuviera salidas, nada sencillo en unos minutos en los que hasta siete compañeros jugaban por detrás de la pelota.

El Athletic palideció y alertó entonces que la clasificación pocas veces miente. Equipo agradable de ver, atraviesa raptos de decaimiento. Se rebela a base de fútbol. Así respondió a los embates del Celta. Primero explotó sus errores, luego los generó. Y erró de manera increíble ante la meta. Dos veces lo hizo Aduriz. Lo hizo Ibai también en otra dadivosa llegada, oxígeno para el arreón final del Celta, ya sin la sutileza de Álex López, pero con el aguijón de Bermejo. El cántabro tuvo el empate en un remate de cabeza. Se desató el Celta y el Athletic desapareció, mustio, en el recuerdo de esos goles que trabajó y no marcó.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_