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“Los pilotos como Senna y Vettel son incapaces de seguir órdenes de equipo”

Oriol Puigdemont
Gerhard Berger.
Gerhard Berger.Cordon Press

Aunque él prefiera no entrar en detalles, las jugarretas que en su día le llegó a hacer Gerhard Berger (Worgl, Australia, 1959) a Ayrton Senna dan para escribir un libro. Una vez, en Adelaida, el austriaco llenó de ranas la cama del brasileño, que se pasó media noche espantándolas. En otra ocasión, sustituyó la foto del pasaporte de su compañero en McLaren por una de sus genitales, algo que hizo enfurecer al brasileño, que a consecuencia de ello se quedó bloqueado más de un día en Argentina, y que se vengó birlándole a su rival y amigo todas las tarjetas de crédito. Berger se retiró en 1997 con 10 victorias en su palmarés y después de haber corrido en cinco escuderías distintas (ATS, Arrows, Benetton, Ferrari y McLaren), y más adelante se hizo cargo de Toro Rosso, donde jugó un rol decisivo en el salto al estrellato de Sebastian Vettel.

Pregunta. ¿A qué se dedica ahora?

Respuesta. Me he alejado de la F-1 para centrarme en el negocio de la logística y la producción de remolques para camiones, en Austria. También ayudo a la federación internacional en su programa de desarrollo de pilotos, especialmente en la Fórmula 3. Eso en verano, porque el invierno me lo paso esquiando, me subo a un helicóptero y me tiro desde lo alto de las montañas.

P. Usted tuvo una relación de amistad muy estrecha con Ayrton Senna, y los que estaban en aquella época cuentan que se estaban haciendo la puñeta constantemente.

R. Es verdad que entre nosotros hubo muchas historias divertidas, pero en estos momentos no me acuerdo de ninguna \[se ríe\]. Éramos rivales muy duros en la pista pero, al mismo tiempo, muy amigos fuera. Nos íbamos juntos de vacaciones y sí, nos puteábamos mucho.

“Cuando Seb empezó en Toro Rosso no tenía ni 20 años, pero su cerebro era de 30”

P. Usted ganó el primer gran premio de la historia de Benetton, en 1986, y también el último, 11 temporadas más tarde. ¿Cómo recuerda aquella F-1?

R. Mi primera época en Benetton fue fantástica; la segunda, no. Principalmente por mi estado de ánimo. Era el final de mi carrera, estaba cansado y no me encontraba bien. Se había apagado la llama y tampoco había la armonía necesaria para que todo funcionara como debía.

P. De cualquier forma, ¿no echa de menos aquella F-1 más desenfadada, menos rígida y estirada que la de hoy en día?

R. El tiempo pasado nunca vuelve. Todo cambia, y esta es la F-1 que tenemos ahora. Claro que me gustaría ver algo más de emoción, pero nos encontramos en la era de los ordenadores y la telemetría.

P. Usted dejó Ferrari antes del fichaje de Michael Schumacher. ¿Cómo vio esa transformación?

R. La mayoría de la gente piensa que Schumacher fue el principal impulsor de aquella nueva era, pero el verdadero artífice del cambio fue Jean Todt. Él llegó un año antes y fue capaz de convertir Ferrari en un equipo moderno. Luego, con Ross Brawn, Rory Byrne y lógicamente Schumacher, la combinación terminó siendo fortísima.

P. ¿En qué punto ve a Ferrari este año?

R. Es una de las formaciones más fuertes, cuentan con un monoplaza considerablemente bueno y con Alonso, el mejor piloto de todos.

P. Usted fue una pieza clave en la progresión de Sebastian Vettel. Fue uno de los que apostó por él para que diera el salto a Toro Rosso. ¿Imaginó alguna vez que estaba delante de un futuro tricampeón?

R. Sin lugar a dudas. Cuando comenzó a trabajar con nosotros no había cumplido los 20 años pero su cerebro ya era el de un tío de 30. Pude identificar su talento, pero lo mejor era su inteligencia. Eso me llevó a pensar que llegaría a ganar títulos.

P. ¿Qué influencia real tuvo en su descubrimiento?

“Me gustaría ver más emoción en la F-1. Es la era de la telemetría y los ordenadores”

R. A Sebastian le conocía de cuando corría en karting, pero todo se precipitó un poco más tarde. Yo estaba en Toro Rosso y contábamos con dos pilotos que no nos terminaban de gustar, especialmente Scott Speed. Decidimos sustituirle y Seb formaba parte del programa de Red Bull. Era el mejor de todos y decidimos que lo probara, aunque tampoco sabíamos su potencial real. En el primer test nos convenció.

P. ¿Qué lectura hace de lo que pasó entre él y Webber en Malaisia?

R. Los pilotos como Senna, Schumacher y Vettel son incapaces de seguir esas directrices y órdenes de equipo. Quieren ganar cada carrera y cada campeonato en el que participan. Puedes hablar con ellos y decirles: “Bien, esto es lo que vamos a hacer”. Y ellos te contestan que estupendo. Pero después, llega el momento y su cerebro no lo procesa.

P. ¿Y qué le pareció la reacción de Vettel en China, donde atacó frontalmente a Webber y aseguró que si no había respetado el acuerdo una semana antes fue porque no se lo merecía?

R. Una pérdida de tiempo. Sebastian no tenía ninguna necesidad de justificarse, porque todo el mundo es consciente de su potencial. Él debe centrarse en correr y ganar, nada más. No le conviene hablar más de ello.

P. ¿Qué opina del arranque de temporada de Red Bull?

R. Creo que vuelve a ser la referencia de la parrilla, pero a la vez también pienso que el Ferrari está muy cerca del RB9. Si el rendimiento de Alonso es similar al que tuvo el año pasado será la principal amenaza para Red Bull.

P. Alonso fue muy claro al considerar que a los pilotos no les corresponde cuestionarse el venir a correr a Bahréin. ¿Qué opina?

R. Eso no es cosa nuestra ni tampoco de los corredores. En cualquier caso, yo vine hace un par de meses y di varias vueltas por la ciudad, y no vi ningún enfrentamiento ni nada que se le pareciera, a excepción de un par de jóvenes tratando de hacer algo de ruido. Creo que la prensa lo ha sobredimensionado todo y la realidad es que no pasó nada el año pasado y tampoco pasará nada en esta ocasión. He llegado a leer que la F-1 motiva la guerra en Bahréin, pero es que esto no es un país en guerra. Es un lugar en el que hay algunos conflictos, pero si nos opusiéramos a venir aquí tampoco tendríamos que ir a China o a países del estilo.

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