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Adam Scott tenía un destino

El primer australiano que gana el Masters venga los tres segundos puestos de su compatriota Greg Norman y su cruel derrota en el pasado Open Británico

Juan Morenilla
Adam Scott, con la chaqueta verde que le distingue como ganador del Masters.
Adam Scott, con la chaqueta verde que le distingue como ganador del Masters.PHIL NOBLE (REUTERS)

Había mucha historia escondida en ese último putt de Adam Scott para ganar el Masters. La suya propia, la de una leyenda y la de todo un país. Scott se convirtió, a los 32 años, en el primer australiano que vence en Augusta, vengó los tres segundos puestos del hombre que le inspiró, Greg Norman, especialmente cruel el de 1996, y enterró la pesadilla del Open Británico que perdió en 2012. El aussie habló del “destino” para que se cumpliera todo eso, y sería el destino el que no quiso que entrara la bola de Ángel Cabrera en el desempate que decidió la chaqueta verde.

La clasificación

Campeón: Adam Scott (Australia), 279 golpes, nueve bajo par.

2º. Á. Cabrera (Argentina), 279. Scott gana el desempate tras dos hoyos.

3º. J. Day (Australia), 281.

4º. T. Woods (EE UU) y M. Leishman (Australia), 283.

6º. T. Olesen (Dinamarca) y B. Snedeker (EE UU), 284.

8º. Sergio García, M. Kuchar (EE UU) y L. Westwood (Inglaterra), 285.

20º. Gonzalo Fernández-Castaño, 289.

25º. R. McIlroy (Irlanda del Norte), 290.

50º. José María Olazábal, 285.

58º. Guan Tianlan (China), 300.

Fue un final de Masters apoteósico. El argentino Cabrera tuvo el mundo en la mano cuando lideraba por dos golpes la tabla al inicio de la segunda vuelta. El también australiano Jason Day irrumpió en escena con tres birdies y entonces parecía que el triunfo era suyo. Pero entre ambos se coló Scott para reclamar que el destino le había elegido. Empatados a 279 golpes, nueve bajo par, Scott y Cabrera disputaron el desempate. Y ahí quedó claro que la chaqueta ya tenía medidas. El argentino se quedó a un centímetro del birdie en el hoyo 18 y luego en el 10. Scott ya no dejó pasar el tren y con un putt de cuatro metros cerró muchas heridas.

La suya estaba abierta desde el Open Británico de 2012. Con cuatro golpes de ventaja sobre Ernie Els cuando faltaban cuatro hoyos por jugarse, la Jarra de Plata tenía dueño. Increíblemente, no fue así: cuatro bogeys en esos cuatro hoyos y el grande para Els por un golpe. Era otra vez la maldición australiana que había condenado a Greg Norman en el Masters de 1996. El Tiburón Blanco comenzó la última ronda con seis golpes de ventaja sobre Nick Faldo y dilapidó su renta. Norman estaba maldito en Augusta, tres veces segundo, un puesto cuya amargura saboreó también dos veces en el PGA y otras dos en el US Open —la miel la probó con dos Open Británicos—. Así que en ese último putt de Scott había demasiada cuenta pendiente como para no entrar. Cuando la bola rodó dentro, el australiano suturó su recuerdo del Open de Royal Lytham, vengó a Norman y dio a Australia su primer domingo ganador en Augusta. Scott se fundió con Steve Williams, excaddie de Tiger. Y Waltzing Matilda, la canción popular aussie, resonó en su honor y el de Day y Leishman, tercero y cuarto.

Sergio García volvió a sentir el vértigo al verse el primer día en lo más alto

“Norman inspiró a todo un país de golfistas. Era el mejor jugador del mundo y un icono en Australia, un modelo de conducta. Él podía haber ganado la chaqueta verde, y parte de esto es para él porque me ha servido de inspiración”, comentó Scott vestido de verde. “Los australianos somos un pueblo muy orgulloso deportivamente. Queremos pensar que somos los mejores en todo, así que es increíble que mi destino haya sido ser el primer australiano en ganar el Masters”. “Esto significa todo para mí”, comentó Norman desde su casa en Florida.

Scott, hijo de golfistas, con domicilio en Suiza, se metió en el bolsillo de la chaqueta 1,4 millones de dólares (1,07 millones de euros). Fue el triunfador de un Masters con mucha sustancia. Tiger fue cuarto en un grande que no olvidará. Llegó señalado como el favorito y se marchó señalado por no retirarse después de un dropaje ilegal en el hoyo 15 el viernes. Al final se quedó sin grande y sin dar ejemplo de lo que se supone que es el golf. Los aplausos se los llevó Tianlang Guan, el fenómeno chino de 14 años, mejor amateur, un filón mediático al que ahora se rifan aunque él deba volver al colegio. En cuanto a los españoles, Sergio García volvió a padecer el vértigo al verse en las alturas el primer día, Gonzalo Fernández-Castaño hizo méritos para obtener la tarjeta estadounidense y Chema Olazábal disfrutó de una buena semana de golf.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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