Alonso ya tiene coche
El asturiano logra su primera victoria, por delante de Raikkonen y Hamilton, con el bólido que lleva pidiendo desde que fichó por Ferrari
El nivel de excelencia que alcanzó la conducción de Fernando Alonso la temporada pasada coincidió ayer en China con una estrategia perfectamente diseñada y mejor ejecutada por Ferrari, una combinación inmejorable rematada con un bólido que finalmente parece tener el potencial necesario para ganar, y hacerlo sin depender de condicionantes externos. Este es el panorama que lleva reclamando desde que viste de rojo, y ahora habrá que ver si le basta con eso para proclamarse tricampeón.
La meteorología, por ejemplo, se alió con el asturiano en dos de los tres triunfos que consiguió en 2012. En Malasia, la lluvia desnaturalizó una cita que se convirtió en un correcalles, y en Valencia, una insoportable ola de calor fundió los plomos de los prototipos de los favoritos, que fueron abandonando sin remedio. Esta vez, en Shanghái, Alonso manejó el gran premio a su gusto, hizo y deshizo en todo momento y así, sin un solo pero, se fue directo hacia una victoria impoluta, la primera de este curso, la décima desde que compite enfundado en el mono de la Scuderia y la 31ª de su palmarés, una cifra que le empareja con Nigel Mansell como el cuarto piloto más fructífero de la historia en este apartado. Solo le superan Michael Schumacher (91), Alain Prost (51) y Ayrton Senna (41). Detrás del asturiano cruzaron la meta Kimi Raikkonen y Lewis Hamilton, mientras que Sebastian Vettel lo hizo el cuarto tras remontar cinco posiciones, un resultado que le mantiene al frente de la clasificación con un margen muy pequeño (tres puntos) sobre el finlandés de Lotus.
Con su 31ª victoria, iguala a Mansell y solo le superan Schumacher, Prost y Senna
Entre la estabilidad que impera en el reglamento y la mano de Pirelli, que decidió reblandecer sus neumáticos para terminar de animar un poco más el cotarro, la aerodinámica sigue desempeñando un papel decisivo pero un poco menos que hasta ahora. Y en ese punto cobra sentido la inexistente superioridad de Red Bull, que lo fía todo a su director técnico, Adrian Newey, el mago del viento, el lápiz y el papel, y que relativiza el impacto de otros elementos. O los de Mercedes, que cuenta con un coche que es una flecha pero que se queda sin suelas en un periquete. Hoy, el piloto no puede rodar a la velocidad que le ofrece su monoplaza sino al ritmo que le permiten unas gomas que parecen de mantequilla. Y en ese escenario, el buque insignia de Ferrari se mueve divinamente, encuentra el límite del material que maneja pero sin extralimitarse, esperando el instante para dar el estacazo.
En este caso no fue un momento sino que fueron dos: la arrancada y la quinta vuelta. Situado el tercero en la parrilla, el ovetense superó a Raikkonen, que se quedó congelado, y se colocó el segundo. Cinco giros después abrasó a Hamilton a final de recta cuando el británico ya había dejado los compuestos blandos para el arrastre. Alonso se colocó al frente del pelotón antes de la primera visita a los talleres, circunstancia que le hizo la vida más fácil porque pudo contemporizar y marcar el ritmo, que en el caso del F138 es buenísimo en las tandas largas y con los neumáticos más duros. Cuando se encuentra a gusto al volante, el campeón de 2005 y 2006 pone la directa y no hay forma de atarle en corto. Ni siquiera desde su propio garaje. “Les estás sacando tres décimas en cada sector, Fernando. No necesitamos que corras tanto”, le soltó Andrea Stella, su ingeniero de pista, el hombre que le guía desde el muro, a su paso por el 47º giro. “Si no estoy apretando”, le respondió, muestra de la autoridad exhibida.
Los cinco primeros en China fueron los cinco pilotos del Mundial que han sido campeones
Después del gatillazo que supuso el último abandono en Sepang, el voltaje había subido considerablemente en casa de il cavallino rampante, donde ahora respiran un poco más aliviados y así se embarcan rumbo a Bahréin, donde la semana que viene volverá a haber jarana. “La retirada que sufrimos hace tres semanas nos hizo llegar aquí con bastante presión. Pero lo hemos resuelto bien. En las dos pruebas terminadas hemos conseguido dos podios: en una fuimos segundos (Australia) y en la otra ganamos”, reflexionó el español, que después de cumplir con los compromisos con los periodistas, se puso a repasar la carrera.
Aunque difícilmente se repita el disparatado inicio del pasado Mundial, en el que siete protagonistas distintos se repartieron la gloria antes de que uno lograra repetir, el campeonato no podía haber comenzado mejor para aquellos a los que le guste la guerra. Hasta el momento han ganado Raikkonen, Vettel y Alonso, a la espera de que Hamilton se una a la fiesta más pronto que tarde y que McLaren emerja de las catacumbas en las que se encuentra.
Mientras, en China, una muestra del nivel de la carrera: los cinco primeros fueron los cinco de este Mundial que ya han sido campeones.
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