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FÚTBOL | LIGA DE CAMPEONES IDA DE CUARTOS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ante la delicadeza, contundencia

El talento ofensivo del París Saint Germain, líder de la Liga francesa, contrasta con su dificultad para defender el juego entre líneas, el territorio preferido de Messi

Ibrahimovic y Lavezzi celebran un gol
Ibrahimovic y Lavezzi celebran un golREUTERS

El París Saint Germain se presenta como un rival de mucho cuidado para el Barça. Individualmente, el equipo francés dispone de un plantel estupendo y su entrenador, Carlo Ancelotti, es un experto en la Champions, dos circunstancias importantes para disimular la falta de oficio del club en Europa. Limitados en defensa, los azulgrana necesitarán de su mejor versión. Los errores penalizan en la Liga de Campeones, como ya se vio en la ida de octavos en Milán.

LOS ESPACIOS ENTRE LÍNEAS

A pesar del gran trabajo de Ancelotti para organizar tácticamente a un equipo con problemas de equilibrio por el talento ofensivo que acumula, el PSG no ha alcanzado todavía la madurez defensiva. El líder del campeonato francés se siente cómodo abrigado en su campo, dispuesto a aprovechar las recuperaciones como origen de salidas rápidas con espacios por delante y con atacantes con mucho desequilibrio individual, pero le falta ajustar algunos matices que lo pueden hacer vulnerable. Desde la llegada de Moura en el mercado de invierno, el técnico ha renunciado a sus tradicionales convicciones de componer un centro del campo con tres hombres para delegar esa responsabilidad en un doble pivote muy competente formado por Verratti y Matuidi. Ambos son tan capaces de proteger a los centrales como de conectar con el talento de los delanteros, aunque su agresividad e intensidad no está bien acompañada por la línea defensiva. Hay mediocentros que se sienten fuertes en la espera y otros, como en este caso, que necesitan presionar e ir a buscar al rival. Tanto unos como otros pueden ser efectivos; sólo se trata de una elección en la expresión, pero es imprescindible que su personalidad cuente con la complicidad del resto del equipo. Y si ellos son expansivos, los delanteros deberían asumir la primera presión y los defensas están obligados a dar el paso adelante para reducir los espacios entre líneas. El Barça puede encontrar petróleo entre líneas, donde se siente especialmente cómodo en la combinación y donde el rol de Messi como falso 9 adquiere una dimensión mayúscula. Sobre todo, porque, a diferencia de Thiago Silva, tan imponente en la anticipación como en la corrección, Alex prefiere el recogimiento al atrevimiento. Eso provoca que la línea no se sienta segura en el paso adelante, absolutamente imprescindible para que no se abran grandes espacios entre líneas, ya que los mediocentros no negocian su despliegue ni los delanteros presionan de manera colectiva. Y si Alex se expone, su espalda queda muy desnuda porque su velocidad de reacción es limitada. Si Ancelotti no encuentra alguna solución a este comportamiento natural, la versión más delicada del Barcelona puede abrir una gran herida en la estructura defensiva francesa.

Ancelotti y Lucas Moura
Ancelotti y Lucas MouraReuters

LUCAS MOURA Y PASTORE

La pareja atacante formada por Ibrahimovic y Lavezzi, muy capaz de ser autosuficiente en la producción ofensiva, disfruta de una fuente de alimentación privilegiada. Lucas Moura (20 años) y Pastore (23 años) ocupan las bandas del equipo francés, a pesar de que interpretan su posición de manera absolutamente opuesta, lo que enriquece el manual de desequilibrio. Si el argentino sale desde la izquierda para invadir todo el frente del ataque como enlace con los delanteros en el pase profundo, como socio en la combinación con una complicidad particular con Lavezzi, como luz en la transición o como freno y acelerador para dar sentido a la acción colectiva, el brasileño va en dirección contraria. Es decir, Pastore juega de fuera para adentro de manera tan descarada que acostumbra a recibir de espaldas en la línea lateral para proteger el balón y salir bien perfilado en la trayectoria interior. En cambio, Lucas Moura juega para fuera porque se siente cómodo alejado de las zonas de mucho tránsito para explotar su capacidad de desborde. Es un jugador especial por su explosión física, su cambio de ritmo y de dirección, su potencia y velocidad, su habilidad para inyectar pausa a sus aventuras individuales, su naturaleza profunda y un talento impagable para acabar bien la jugada en el último pase o con una contundencia sorprendente en el remate. Además, a pesar de no ser alto, su fuerza en el tren inferior lo ha convertido en el destino de la salida en largo del París Saint Germain con el balonazo de Sirigu para que él lo descuelgue. Y eso, en un equipo que cuenta con Ibrahimovic, todavía le da más valor.

BALÓN PARADO

Si hay una asignatura donde el PSG es muy superior al Barça, se trata del juego aéreo. A las habituales dificultades del equipo de Vilanova en el balón parado, por la naturaleza física de sus jugadores, se suma el potencial ilimitado del conjunto de Ancelotti en este apartado del juego. Los dos centrales son imponentes e inflexibles por arriba, tanto en la defensa de los balones laterales como en el ataque de los centros, pero se ha de añadir la envergadura de Ibrahimovic, la intuición y dominio del cuerpo a cuerpo de Lavezzi en los balones sueltos o el tacto delicado de Pastore y Maxwell en la invitación al remate sin olvidar la incontrolable potencia física de Lucas Moura. El Barça conoce la mejor manera de defenderse de este peligro, pues ya se ha encontrado en los últimos años rivales inalcanzables en este tipo de duelos. Defensivamente, el Barça debe esforzarse en evitar los córners y sobre todo, medir su agresividad en el último tercio de campo, pues Ibrahimovic también marca diferencias con su salvaje latigazo en las faltas desde la frontal, ya sea a media o larga distancia. Y en ataque, recurrir a fórmulas imaginativas trabajadas en el laboratorio y explotar el dos contra dos o tres contra tres en el córner en corto antes de sortear un saque de esquina largo con mínimas posibilidades de ser rematado. La concentración y el rigor en los detalles serán los mejores compañeros de viaje del Barça para reducir su desventaja en este rincón de la eliminatoria.

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