Leo puede con todos

Algún infantil marca un gol a cada partido; jugador que se disputan el Barça, el Madrid y, en tiempos de balón globalizado, las mejores canteras del mundo. Escasos lo hacen en cadetes, fijos en las internacionales inferiores. Casi ninguno en División de Honor, futbolista que ya flirtea con Primera. Y solo uno lo consigue en la élite, Lionel Messi, el mejor, el único en la historia en marcar durante 19 jornadas seguidas, en destripar a todos los rivales que le ha salido al paso en esta vuelta.

Con el cartel titilante del PSG en la acera de enfrente, el Barça se midió al Celta con un equipo inédito, toda vez que solo Alves y Piqué —exigidos por las bajas—, además de Messi actuaron frente al Milan, el duelo más capital del curso hasta la fecha. Pero Leo, único en poder decidir si figura en la alineación, jugó porque entiende el fútbol como una diversión, quizá porque nadie le echa el lazo. “Hay que disfrutarlo”, explicó Roura; “debemos darnos cuenta de su grandeza porque con el tiempo todavía se valorará más lo que hace, que es increíble”. Recogió el testigo Leo: “Los récords no importan; tuve la suerte de convertir y ayudar al equipo para que sacáramos los partidos, pero aquí ha sido lo de menos porque queríamos ganar”.

Hace unas semanas le cuestionaron en Barça TV sobre si necesitaba descanso. “Pseeeee…”, se arrancó, como si debiera pensar una respuesta que Guardiola le facilitó hace tiempo y que ahora hace suya. “Me va bien acumular minutos porque así no pierdo el ritmo y me encuentro mejor”, completó el 10. Por eso, cuando concluyó el martes el encuentro ante Bolivia, cuando varios jugadores se agarraban al botellín de oxígeno para recuperar el aliento por la exigencia de altitud, Messi atendió a un reportero a pie de césped. “No, bien… Estoy cansado, pero lo normal”, soltó, lacónico y travieso, pues no contemplaba perderse el duelo ante el Celta. Así lo aclaró en Balaídos tras el partido: “Estaba para jugar, como todos los que entrenamos”. Quería ganar para mantener o ampliar los puntos con el Madrid —13—, acaso firmar su red, puesto que da la sensación de que en ocasiones, tan holgado como va, disputa su propia competición, una paralela a la del Barça que casi siempre es compatible.

“No le doy valor al récord porque no pudimos ganar”, explicó La Pulga

Pero parecía tenerle tomada la medida el Celta porque solo le había marcado un tanto, allá en 2007, cuando su amigo Pinto estaba bajo los palos. Pero hay una profecía que en tan buen lugar deja al aficionado vacilón en el campo o en la barra del bar, en casa o en la Conchinchina: “Falta el gol de Messi”. Y llegó, claro.

Lo probó con dos faltas —uno a la barrera; otro a las manoplas de Varas—, también con un penalti que le hizo Demidov y que el colegiado ignoró. Así, lejos del gol, decidió situarse lejos de la portería para repartir juego. Demandaba el partido vitamina porque se adelantó el Celta y Leo sacó la escuadra para dejar a Tello ante Varas —que definió al más puro estilo Henry, de perfil—, y para dársela en profundidad después, balón que hizo la goma porque La Pulga puso el pie y envió el cuero a gol. 19 veces Messi —más bien 30, que son los goles que suma en esta vuelta—; gesta igualada por Mariano Martín (1942-43) y César (1950-51), que también batieron a todos los rivales en una Liga. Pero Messi los ha hecho de forma consecutiva. “Un récord inaudito. Eso indica lo grande que es”, incidió Roura.

Leo, capitán anoche por primera vez en un partido oficial hasta que le cedió el brazalete a Iniesta, ya toca su tercera Bota de Oro, con 56 goles (43 en la Liga) en 84 remates, además de participar en 79 dianas de 136. Pero cuando Messi, saciada su sed de gol, se destensó, también lo hizo el Barça, que concedió el empate. “Al empatar, no le doy valor al récord”, subrayó Leo. Así que Messi igualó el partido con la elástica del Barça y ganó su competición con la camiseta de Leo.