Una ‘pole’ con gripe y sin dormir

La edad es, seguramente, uno de los parámetros más recurrentes a la hora de valorar las hazañas de los deportistas en general, y la fórmula 1 no queda al margen de ello. Sebastian Vettel es el piloto de moda en estos momentos porque no deja de romper todas las plusmarcas de precocidad que otros lograron antes que él. En la parrilla actual, Vettel coincide con dos rivales que en su día también fueron considerados fenómenos: Lewis Hamilton y Fernando Alonso. Si el alemán se dio a conocer al mundo con aquella pole position que consiguió en el Gran Premio de Italia de 2008, en Monza con 21 años y 72 días, bajo la lluvia y al volante de un Toro Rosso, este fin de semana se cumple una década de la primera que logró Alonso, en el Gran Premio de Malasia de 2003, con 21 años y 237 días, y que por aquel entonces le convirtió en el más joven en lograrlo.

Aquella temporada, el español volvía a correr, ya con Renault y después de haberse pasado un año como probador de la escudería francesa. “Fue como debutar de nuevo”, reconoce ahora. “El objetivo que tenía el equipo era crecer y luchar por subir al podio. En la segunda prueba hice la pole, algo que no nos esperábamos ni de lejos. Aquella noche apenas dormí, por los nervios y porque me encontraba fatal”, recuerda el asturiano, que se pasó la noche sudando en su habitación del hotel Pan Pacific, a tiro de piedra de Sepang. “Tenía de todo: fiebre, gripe, fricción de oído. Aguantar ese gran premio fue terrible físicamente”, rememora el chico de Oviedo, que en aquella carrera cruzó la meta el tercero, detrás de Kimi Raikkonen y de Felipe Massa, el que a día de hoy es su compañero en Ferrari.

Aquella pole fue la primera de las 22 que acumula hasta ahora, una cifra que le sitúa como el tercer miembro de la parrilla en número, por detrás de Vettel (37) y de Lewis Hamilton (26). Si el chico de Heppenheim las logra como quien se peina por las mañanas, no hay quien las rentabilice como Alonso. De esas 22 veces que ha arrancado el primero, solo en una, en el Gran Premio de Hungría de 2009, no terminó subido al cajón. Eso supone un porcentaje del 95%, mientras que la proporción de victorias (14) también es altísima: el 63%. Esas cifras superan a las de Vettel (79% y 51% respectivamente), y avalan a los que defienden que el actual buque insignia de Ferrari optimiza como nadie los recursos que tiene a su alcance. “Son 10 años que me producen un gran orgullo. Nunca esperé llegar a la F-1 y permanecer tanto tiempo”, reflexiona acerca de su trayectoria.

Estadísticas al margen, al bicampeón del mundo (2005 y 2006) le gustan los sábados, aunque también los ha tenido movidos. Como aquel de 2006, en Mónaco, en que Michael Schumacher aparcó su Ferrari en la Rascasse cuando él llegaba por detrás con el mejor tiempo. La tarde terminó con una sanción al Kaiser y la pole para él. O el inacabable Gran Premio de Hungría de 2007 en que salió a la luz de forma descontrolada el mal rollo que imperaba en McLaren. Alonso, que debía salir el primero, fue sancionado por la FIA con cinco puestos de retraso por retener a Hamilton en el taller, en el cambio de ruedas, impidiéndole de esta forma realizar una última intentona de vuelta rápida. Poco antes, Hamilton no había querido cederle el paso en la pista cuando la escudería de Woking así lo había establecido previamente. “No tengo ninguna duda de que el equipo quiere que él esté delante”, soltó nada más bajarse del coche, en una declaración que permitía adivinar que sus días en McLaren comenzaban a agotarse.