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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Compasión por los Timberwolves

Ricky Rubio, rodeado de jugadores de Houston
Ricky Rubio, rodeado de jugadores de HoustonPat Sullivan (AP)

Escribo desde Austin, Tejas, que albergó estas dos últimas semanas el South by Southwest, un festival de arte, música y cine que se ha convertido en cita obligada para todo aquel que afirme ser un entendido en música y en cultura tecnológica. He estado esperando con impaciencia mi viaje al festival durante meses; estoy aquí con mi encantadora novia, tengo amigos a los que ver, y abundan la cerveza, los grupos y las barbacoas. Es, en otras palabras, casi como el paraíso.

Menos por un problema: estoy enfermo. Me pasé la mayor parte de la tarde de un día en la cama, postrado por los escalofríos de la fiebre. La pasada noche, la garganta me dolía como si me hubiese explotado un petardo dentro y tenía la cabeza como un bombo.

Eso quiere decir que mi viaje al South by Southwest no ha salido exactamente como había planeado. Y es algo que se podría decir de un par de equipos de la NBA de este año: los Mavericks de Dallas, que han desperdiciado otro de los mejores años de Dirk Nowitzki, y ya le van quedando menos, y los Timberwolves de Minnesota, cuyas pequeñas posibilidades de éxito ya podrían estar desvaneciéndose.

Entre el frágil estado de Ricky, el hermano pequeño favorito que todos quieren, y la mala salud de Kevin Love...

Es difícil sentir demasiada pena por los Mavericks. Después de todo, ganaron un campeonato de la NBA hace solo dos cortos años. Y cualquiera que pensase que la combinación entre Chris Kaman, Elton Brand, Vince Carter y Shawn Marion podía funcionar debería hacerse examinar el cerebro por si tuviese parásitos.

Los Timberwolves, por otro lado, despiertan más compasión. En parte, naturalmente, debido al frágil estado del ligamento cruzado anterior del hermano pequeño favorito de todo el mundo, Ricky Rubio, y en parte por lo que parece casi una indiferencia deliberada por la salud de la mano de Kevin Love. Pero estos dos jugadores son jóvenes y los Timberwolves deberían poder volver a contar con ellos antes de que cualquiera de los dos se vaya.

El problema para los Timberwolves son sus jugadores de reparto. Se han vuelto demasiado buenos para que Minnesota se puedan permitir conservarlos, pero no lo suficientemente buenos por sí mismos para que la franquicia tenga alguna oportunidad en los playoffs. Lo que se suponía que sería un año emocionante que culminaría con una derrota sorpresa en primera ronda de los Clippers se ha convertido en una audición de un año para Luke Ridnour, Nikola Pekovic, Andrei Kirilenko y Alexey Shved.

Las oportunidades son breves para los equipos de la NBA de mercados pequeños que casualmente están en una de las ciudades más frías de EE UU. Es difícil atraer estrellas a esos lugares, y por eso tienen que depender de la evolución natural de un equipo. (De acuerdo, ese debería ser el objetivo de todas las franquicias de la NBA, pero dónde creemos que estamos, ¿en Disneyland?) Los Timberwolves estaban metidos de lleno en una de esas evoluciones, pero se fue al traste por las lesiones y, paradójicamente, por sus buenos resultados.

El mejor escenario para los Timberwolves sería el de una muestra de lealtad poco frecuente por parte de algunos de sus jugadores de reparto cuando otros equipos llamen a su puerta con grandes contratos y promesas de campeonatos.

En mi caso, por otra parte, hay esperanzas, porque a diferencia del optimismo momentáneo que caracteriza a un equipo de la NBA de mercado pequeño, con el South by Southwest, siempre hay un próximo año.

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