La Real derriba el muro del Calderón

Una contra de manual, el arma con el que el equipo de Simeone habitualmente castiga a sus rivales, supuso la primera derrota en Liga del Atlético en el Calderón tras 14 victorias consecutivas. El traspié, con la victoria del Madrid en Vigo, fue doloroso. Se ha puesto el vecino por arriba en la tabla, un golpe para la hinchada rojiblanca que apenas vio al equipo eléctrico que la tiene enganchada y envalentonada.

Nunca dio sensación el Atlético de peligro en toda la primera mitad. Se ha instalado en un fútbol en el que la pausa le hace daño. O juega con el turbo desde el minuto uno o se gripa en la frontal del área. En ese ritmo de medio tiempo se aplana. Necesita agitación y no siempre puede ser Diego Costa el que solucione los partidos. Ante la Real, lo mismo defendía un córner, que robaba un balón, montaba la contra y todavía tiraba el último desmarque. No le permitió la Real al Atlético que le robara la pelota cerca de su área porque jugó mucho a la patada larga de Bravo. Fue un equipo ordenado el de Montanier y de buenas maneras en las pocas veces que salió a maniobrar a campo contrario. Siempre mirando la movilidad de Vela con el rabillo del ojo. Le dio problemas el mexicano a Miranda y a Juanfran cuando lograban conectar con él.

Se fijó la Real en el campo con Illarramendi y Markel Bergara en el medio y sus dos centrales no sucumbieron ante la pelea de Falcao y Costa. No perdieron nunca la posición los dos medios blanquiazules y suyo fue el ritmo del juego. La posición de Gabi, más retrasado que Koke, su pareja en el corazón del juego, hizo perder el valor del capitán en la búsqueda de la presión arriba. Empezó certero Gabi con los desplazamientos largos a los costados. Le daban a su equipo cierto aire académico, esos balones a las bandas, igual que transmitían la sensación de previsibilidad. No le ha funcionado demasiado a Simeone en ataque el poner a Cebolla Rodríguez en la derecha. Ni en Málaga ni tampoco anoche. Tampoco le funcionó el uruguayo cuando le metió al medio. No llega a la línea de fondo porque es zurdo cerrado ni tampoco se prodigó en el disparo lejano, que en teoría es el gran fin de que juegue a pierna cambiada. Ese fue el arma más recurrente del Atlético. Lo intentaron Koke, Arda y Gabi sin inquietar a Bravo.

Vivió cómoda la Real en esa inoperancia ofensiva del Atlético. Arda lleva unos partidos que aguanta el balón bien o zigzaguea, pero no descubre un pasillo ni un desmarque.

La falta de último pase ha sido una constante en algunos de los partidos más grises de los rojiblancos. El único futbolista con esa característica como primera virtud es Oliver, pero Simeone aun no le considera preparado. El recuerdo de Diego también es inevitable. La falta de claridad que tuvo el Atlético le sobró a la Real cuando lograba desplegarse. Antes del gol ya había salido un par de veces cargada de intención. Una con un pase directo por debajo de Iñigo Martínez a Vela y otra similar con De la Bella también proyectándose por la izquierda hasta enganchar también con el mexicano. Tocó pocas pelotas, pero fue un incordio. Recibía de espaldas, protegía, se giraba y salía. Hace muy bien de nueve mentiroso. Tiene cierto aire a Romario en la silueta, piernas y tronco corto, pero explosivo cuando encara. Fue una amenaza que no logró cortar la defensa del Atlético.

Los de Simeone se han instalado en un ritmo en el que la pausa le hace daño

En el propio Vela nació la contra que supuso el gol. Porfió, robó y tocó para Griezmann, que atisbó el despliegue en solitario por la derecha de Xabi Prieto, que arrancó en posición antirreglamentaria. No había tocado apenas la pelota el fino centrocampista realista, pero en el tanto fue sobrado de clase. Corrió con la cabeza erguida hasta plantarse ante Courtois que quiso tapar portería abriéndose de brazos y piernas. Prieto no dudó, vio un portalón y marcó con un túnel majestuoso.

El gol aceleró algo al Atlético, pero no encontró juego suficiente. Un rechazo de Miranda en una jugada a balón parado que sacó Bravo desde el suelo, un cabezazo de Godín y la única noticia de Falcao, un disparo que rozó el larguero fueron la descarga final del Atlético, en uno peores de los segundos tiempos que se le recuerdan. Tanto que Falcao se desquició y vio una amarilla y Costa volvió a enseñar malas artes con un pisotón.