Fútbol con mayúsculas
El Madrid, intenso y pasional, abruma durante la primera parte, pero el Manchester United amenaza con Van Persie después
No habrá tregua en Old Trafford, no la suele haber en la Copa de Europa. Y menos cuando se retan dos colosos, dos clubes que han contribuido como muy pocos a la mística de este gran torneo. Madrid y United cerraron en Chamartín un primer asalto que comenzó con un contendiente local desatado, con mando en plaza y por momentos apabullantes. Enfrente, un United muy chato, hasta con Rooney en la trinchera. El guion dio un vuelco tras el descanso y ahora uno y otro tendrán que ir al límite en Manchester. Pese a lo que pueda parecer el resultado no condena al Madrid. Recursos tiene para todo; el United tendrá que decidir si frena o acelera.
R. MADRID, 1 - M. UNITED, 1
Real Madrid: Diego López; Arbeloa, Sergio Ramos, Varane, Coentrão; Xabi Alonso (Pepe, m. 83), Khedira; Di María (Modric, m. 75), Özil, Cristiano Ronaldo; y Benzema (Higuaín, m. 59). No utilizados: Adán; Carvalho, Kaká y Essien.
Manchester United: De Gea; Rafael, Ferdinand, Evans, Evra; Carrick, Jones; Kagawa (Giggs, m. 63), Rooney (Anderson, m. 84), Welbeck (Valencia, m. 73); y Van Persie. No utilizados: Lindegaard; Smalling, Cleverley y Chicharito.
Goles: 0-1. M. 20. Welbeck. 1-1. M. 30. Cristiano Ronaldo.
Árbitro: Félix Brych (Alemania). Amonestó a Van Persie, Rafael y Valencia.
Unos 80.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.
El duelo despertó con Ronaldo al frente del cartel, síntoma inequívoco del poderío inicial de los madridistas. No hay vacuna contra Cristiano, ni siquiera entre la élite de la propagandística Premier. Con Cristiano en plenitud, en lo físico y en cuestiones de morriñas, solo cabe la vuelta al ruedo. Tras haber anudado en más de una ocasión al martirizado Rafael, el extraviado lateral derecho del United, el portugués dejó migas de oro por otras zonas del campo. Domina todas las suertes del ataque, su radar es infinito, tanto como su repertorio. Como ejemplo, una falta centrada en la que cualquier futbolista terrenal hubiera concebido un Atlántico hasta De Gea. Para CR no hay imposibles. Descuartizó a la barrera con un cañonazo con la derecha, y el rebote lo engatilló con la izquierda. La pelota silbó el poste izquierdo del meta español de los reds. Regates, estacas en los dos pies... Pero Ronaldo, un superdotado, también es un cabeceador. Y de primera. Dos de sus grandes títulos —la Champions ganada en Moscú al Chelsea por el United y la Copa levantada por este Madrid al Barça— llegaron suspendido en la atmósfera. Ante los ingleses, colgado del infinito. Santillana de vuelta. El centro de Di María desde el peaje de Rafael, al que Özil acababa de liar por aquí, por allá, fue cazado por Ronaldo, en la azotea de Evra. Hércules con botas.
El gol del Madrid certificó su indiscutible superioridad, que abrumó a su adversario en todo el primer acto. Fue un equipo enérgico, decidido, sin reparos, pasional. Se desplegó a un ritmo brutal, casi excesivo. Cualquiera se hubiera rendido, pero el United, mejor o peor, es un equipo hidalgo. El Madrid nada tuvo que ver con el equipo contenido por los grilletes tácticos de su entrenador que se midió en Europa al Barça o al Bayern. Amaneció el Madrid que se espera, el que reconoce su hinchada desde que se fundó la Copa de Europa. Con Ronaldo al frente de la caballería, Özil con el compás, Di María en combustión y Alonso al volante, marcha atrás y hacia delante, el equipo de Mourinho tuvo el mando, el fútbol, las ocasiones.
En Old Trafford el United ha espantado a muchos, pero las gestas blancas son innumerables
Arrugado el United, donde Ferguson, a sus años, no tiene rubor en pasear a Rooney —una estrella obediente— por el continente como lateral derecho (en el Camp Nou) o de escolta del lateral derecho de turno (en Chamartín), el Madrid ya había cazado tres disparos en poco más de cinco minutos, uno de ellos de Coentrão al poste. Sin embargo, el United encontró su único dictado en un córner en el que se equivocó el árbitro, jugada que aún se celebra en la Premier como el anticipo de un medio gol. Lanzó Rooney, Diego López dudó, lo que un portero no debe hacer cuando el contrario está en su balcón, en el área pequeña, y Ramos no estiró lo suficiente para taponar el cabezazo de Welbeck. No fue el Madrid el único en sufrir con los saques de esquina. En esas jugadas tantas sospechas dejaron Diego López como De Gea, por lo demás magnífico el exrojiblanco toda la jornada, firme, seguro y milagroso en un remate de Coentrão en el segundo tiempo que desvió acrobáticamente con los pies. En plena efervescencia madridista, otra jugada retrató lo que era el Madrid. Di María, conmovedor, bregó y bregó como un poseso hasta que irrumpió en el área, donde Jones le arrolló. Nada quiso saber el árbitro.
El primer Madrid nada tuvo que ver con el que se midió en Europa a Barça y Bayern
De vuelta del descanso el partido viró. El Madrid, de más a menos; lo contrario que el United. Ferguson llevó a Van Persie, sin pistas del holandés hasta entonces, al costado de Arbeloa y centró la posición de Welbeck. La defensa se ajustó mejor, no concedió rendijas y mucho menos una contra. Todos se protegieron mejor, Rafael recobró el aliento, y el Madrid estuvo más pesadote, más previsible, más estático. Poco a poco se fue quedando sin depósito. Todo le costó mucho más, y tanto le hizo padecer De Gea como Van Persie, ya convertido en una amenaza total. En la crecida del United, bien pudo pagarlo caro el equipo de Mourinho cuando el colegiado alemán indultó a Varane, que segó la carrera en solitario y de frente a la portería de Evra. Si De Gea contenía al Madrid, Diego López arañó la pelota en un remate de Van Persie que escupió el larguero. Luego, el oranje pifió un tiro sencillo tras un desencuentro entre el meta local y Xabi Alonso, que llegó a rescatar el balón bajo palos. Un intercambio de golpes imprevisto en el primer tiempo. Özil ya no era el arquitecto inicial y Modric entró de puntillas.
El Madrid no tuvo paz hasta el final, cuando hasta Giggs, recibido con honores por la sabia grada del Bernabéu, estuvo a un palmo del gol. También entonces acudió al socorro Alonso. El tolosarra terminó fundido, a imagen de su equipo, que cogió aliento cuando Diego López evitó un gol de Van Persie y el colegiado evitó que los ingleses tiraran el córner. Punto y aparte para una eliminatoria con todo el suspense. En Old Trafford, el United ha espantado a no pocos adversarios; pero las gestas del Madrid son incontables. Con el mismo resultado a superar tiene una marcada en Manchester y otra en Barcelona.
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