Ingeniería militar para David Cal
Los detalles de alta ingeniería que permitieron al gallego triunfar en Londres 2012, desvelados en el canal de El Pardo La embarcación fue pensada en Galicia y Madrid y construida con fibra de carbono en Zamora
Como dicen algunos, David Cal, que ataca el agua con una pala y vuela, será un leñador. Un leñador, sí, pero un leñador de diseño científico. Él y su canoa, la embarcación revolucionaria que le dio en Londres su quinta medalla olímpica y que fue diseñada en El Pardo (Madrid) por una unidad del ejército en su Canal de Experiencias Hidrodinámicas (Cehipar).
La palabra que se lleva en esa inmensa nave es optimizar, optimizar formas, optimizar rendimientos. La pronuncia el ingeniero que con ayuda del entrenador Suso Morlán dibujó la canoa de Cal, Eloy Carrillo, una persona que pese a trabajar para el ejército cuando usa la palabra vélica, la usa con uve. Uve de vela, no be de bellum, guerra. “Los efectos vélicos: son fundamentales para diseñar veleros, y, claro, en una piragua no influyen, pero es más complicado aquí, es más difícil calcular los efectos que los envites de Cal al palear producen en la embarcación”. Aunque lo suyo es la optimización, también habla de efectos vélicos porque ese día en el que se han abierto a la prensa las puertas del Cehipar, y sus canales de aguas tranquilas y de simulación de olas, donde hacen de CSI de los naufragios de pesqueros, también recibe la vista de agradecimiento de Cal y Morlán y de Antonio Otero, entrenador del match-race campeón olímpico en Londres y de una de sus tres tripulantes, Tamara Echegoyen.
“Lo que transforma un diploma en medalla son las herramientas”, dice un entrenador
A los regatistas, el Cehipar, con la colaboración de Miguel Rosa, investigador de la federación, les ayudó diseñando un octocóptero, un instrumento volador con nombre de insecto y aspecto también, un juguete con mando a distancia que permite filmar hasta el mínimo detalle una match-race, un duelo de veleros, para después analizar lo sucedido. Y otro aparato mágico, el primer pinganillo del agua, un equipo de transmisión que solo se utiliza en los entrenamientos que permite comunicarse de otra manera que no a voces al entrenador con sus navegantes. “Las medallas son fruto del esfuerzo del deportista, de su talento, sí”, dijo Otero. “Pero el detalle diferencial, lo que transforma un diploma en medalla y un bronce en oro, son cosas como estas, el que nosotros seamos los únicos con estas herramientas de trabajo”.
O con esos barcos, como la canoa que, pensada en Galicia y Madrid, dibujada en El Pardo (con la ayuda de los BONG: becarios ONG, ingenieros navales jóvenes que no cobraron por investigar y trabajar), experimentada en el Cehipar (pero sin piragüista, pues las aguas duras, por frías, 10 grados, del canal, y su gran profundidad, más de seis metros, no transmiten buenas sensaciones a los deportistas) y en sus aguas de Cervo (Lugo), y construida con fibra de carbono en Zamora, en el taller Román, del hermano del presidente de la federación, en dos años y medio, le permitió a Cal, según los cálculos de Morlán, ganar una décima de segundo cada 100 metros, un segundo en los 1.000. “Tres o cuatro metros de Pekín a Londres. Y eso, en una competición que se decide por centímetros, es un mundo”, dice el entrenador. “Todo, made in Spain. Demostramos que podemos ser tan buenos como los demás, o mejores”.
Morlán calcula que Cal ganó varios metros de Pekín a Londres por la mejora
El quid de la optimización en la canoa a medida para Cal —un traje sintético de 5,2 metros de largo y 12,9 kilos de peso—, los detalles diferenciales son, cuenta Carrillo, “el ángulo del codillo y la astilla”. Y no habla ni de despieces cárnicos ni de madera, sino de partes del barco. “Hablo de la altura del costado, que es más bajo de lo normal, y del ángulo que forma el costado con el fondo”, explica. “Hemos calculado para que a la velocidad mínima de Cal, unos 3,5 metros por segundo, la canoa esté fuera del agua y tenga una base de planeo; a menos fuerza, se hunde y es dificilísimo hacerla avanzar. Por eso digo que está a la medida de Cal”.
Morlán recuerda que las primeras canoas que permitieron triunfar a Cal en los Juegos de Atenas y Pekín las diseñó él mismo “a ojímetro” y que no estaban nada mal pues, además, permitieron hacerse millonario al fabricante portugués que las elaboraba. Se decanta ya, sin embargo, más por la ciencia ingenieril que por el ojo del sabio y añade otros detalles de la de Londres. “Se diseñó la proa de tal manera que la ola de la arrancada, una primera palada en la que Cal descarga 420 vatios, no cubriera la canoa, lo que le obligaría a seguir con mucho más peso encima que los 16 reglamentarios, una desventaja”, dice el técnico del deportista español con más medallas olímpicas. “Y la segunda es una línea invisible, pero que se nota al tacto, que hace que la piragua sea más rectilínea, lo que le permite a Cal ahorrar repaleo, el último golpe de pala que se usa para corregir la trayectoria (recuerda que se palea solo de un lado), con lo que puede en el momento del sprint aplicar mayor frecuencia de paleo que sus rivales y remontar”.
La nueva piragua es más rectilínea, lo que le permite ahorrar esfuerzos
La cita de la “línea invisible” aún le produce sudores al ingeniero Carrillo, que recuerda los problemas para homologar la canoa en los Mundiales de Szeged y en los Juegos de Londres, donde estuvo a punto de no ser aprobada, pero a Cal le lleva una sonrisa a los labios, pues le permite hablar de su mayor habilidad y talento, aparte de la fuerza descomunal de sus brazos, su capacidad innata para ir recto. “Tengo mucha intuición y sé ir recto en el agua. Trazo una línea imaginaria entre dos puntos y no me tuerzo. Cada seis grados de deriva, corrijo automáticamente”, dice, “aunque con esta piragua, que en vez de fondo redondo está formado por dos planos, es más fácil porque es muy direccional, voy más recto aún. Con la palada avanzo y corrijo, avanzo y corrijo, y con esta necesito corregir menos”.
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