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“Lo más duro fue aprender a vivir sin mis padres”

Javier Fernández, el nuevo campeón de Europa de patinaje artístico, asegura que fuera de España ha mejorado como deportista y ha tenido que madurar

Amaya Iríbar
Javier Fernández con uno de sus patines en el CSD.
Javier Fernández con uno de sus patines en el CSD.JESUS ALVAREZ ORIHUELA (DIARIO AS)

Javier Fernández tiene cara de cansado. El campeón de Europa de patinaje artístico, el primer español en conseguirlo, ha pasado por Madrid, su casa, camino de Toronto, donde vive y se entrena. Ha cambiado cuidado traje de competición por un chándal y se ha puesto gafas, lo que le hace parecer más joven de esos 21 años que tiene. Y está muy delgado, algo necesario para realizar sin problemas los saltos y las piruetas que componen su programa. No suelta los patines negros que perdió en el viaje a Zagreb ni la medalla y tiene cerca a sus dos compañeros de equipo, Sonia Lafuente y Javier Raya, con los que cruza miradas cómplices.

“Después de hacer el programa largo tenía una satisfacción increíble. No sabía que era primero porque todavía quedaban dos patinadores por competir. Sabía que era muy difícil, pero me fui contento, con una marca buenísima y muchísimos puntos y, sobre todo, con la sensación de que a la gente le había gustado”, ha recordado ese momento histórico del sábado en la sede del Consejo Superior de Deportes. “Lo que más me emocionó después de la competición fue encontrar a mis padres, porque los encontré yo y abrazarlos. Me dijeron: `eres un crack”.

Atrás quedaba la odisea de los patines, que ahora recuerda como una anécdota graciosa: “Los patines no se pueden llevar en el avión porque tienen una cuchilla afilada de metal que se considera un arma blanca”, ha explicado. Así que los suyos iban en la maleta que la compañía aérea extravió. “No tuve patines hasta un día antes de competir. Me perdí dos días de entrenamiento además de los dos de viaje y no pude probar la pista. Los patinadores somos muy maniáticos con eso porque el hielo siempre es distinto. Fui bastante asustado al programa corto, pero todo fue genial”, sonríe.

Hace cuatro años que este madrileño no vive con sus padres. Se fue primero a Estados Unidos y luego a Canadá, tras pasar una temporada corta en Rusia, para lograr hacerse un hueco en la élite de este deporte minoritario en España. Desde entonces ha mejorado mucho. En su primer europeo, en 2007, fue 28º y desde entonces, y ha completado su séptimo torneo continental, no ha dejado de escalar posiciones. ¿En qué ha cambiado como patinador desde entonces?, le han preguntado. “He tenido una progresión muy buena, he ido poco a poco, pasito a pasito. He ganado muchísima experiencia, horas de entrenamiento y tengo mejor programa”.

También ha madurado mucho. No es que haya dejado de ser el chico inquieto que no entiende la vida sin ponerse unos patines, pero dejó su casa, y los estudios, con 17 años para entrenarse. “El momento más duro fue cuando me fui por primera vez de España, a Estados Unidos”, ha recordado; “No sabía el idioma ni cómo vivir sin mis padres. Tenía 17 años y me fui a un país desconocido, con personas desconocidas. Fue duro coger un apartamento, ir al Ikea, comprar los muebles y todavía sin luz, con velas, ponerte a montar las camas. Han sido cosas duras , pero para todo hay que hacer un esfuerzo”.

Quedan dos meses para el Mundial de patinaje. Javier Fernández pasará solo un par de días en Madrid y volverá a Canadá a preparar el siguiente reto.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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